Una década sin respuestas

El asesinato perfecto de ‘Goldfinger’

Diez años sin respuestas, de silencios, de miedo a hablar del asesinato de John Palmer, alias ‘Goldfinger’. Su apodo se debe al robo que perpetró en 1983 en el depósito de Brink’s-Mat, en el aeropuerto londinense de Heathrow: 26 millones de libras en lingotes de oro. Luego se instaló en Tenerife y se dedicó a negocios como el time-sharing.

Agujero en la valla de madera del jardín de la casa de John Palmer desde el que se efectuaron los disparos que acabaron con su vida.

Agujero en la valla de madera del jardín de la casa de John Palmer desde el que se efectuaron los disparos que acabaron con su vida. / Sky News

Miguel Ángel Autero

Miguel Ángel Autero

Santa Cruz de Tenerife

El asesinato de John Goldfinger Palmer sigue envuelto en un manto de misterio una década después. La mañana del 23 de junio de 2015, el cuerpo sin vida del que fuera uno de los criminales más ricos y célebres del Reino Unido apareció acribillado a balazos en el jardín de su casa en Brentwood, Essex. El arma utilizada contaba con silenciador. No hubo testigos; no se encontró el arma, solo el cuerpo de Palmer que yacía en el jardín ejecutado con la precisión de quien ya ha asesinado antes y que supo no dejar rastros. Un crimen que a día de hoy continúa impune.

Las autoridades británicas, concretamente la Policía de Essex, han vuelto a apelar a la ciudadanía esta semana para obtener información que permita reabrir el caso con garantías. La esperanza: que el paso del tiempo suavice miedos, disuelva pactos de silencio y algún testigo -hasta ahora callado- se atreva por fin a hablar.

John Palmer se ganó el apodo de Goldfinger tras el famoso atraco de 1983 al depósito de Brink’s-Mat, en el aeropuerto londinense de Heathrow. Aquel robo, calificado como «el crimen del siglo», permitió sustraer 26 millones de libras en lingotes de oro. Una parte del botín fue fundida, otra blanqueada y el resto se esfumó sin dejar rastro.

Tras el robo de 26 millones de libras en lingotes de oro en Heathrow se instaló en el sur de Tenerife

Poco después del golpe, Palmer se instaló en el sur de Tenerife durante casi dos décadas donde desarrolló negocios en el sector turístico, muchos de ellos ligados al controvertido mercado del time-sharing -un modelo de vacaciones compartidas que derivó en una macroestafa con ramificaciones en diferentes zonas de la Península-. Fue precisamente en ese periodo cuando Palmer estableció relación con Mohamed Jamil Derbah, empresario de origen libanés y figura clave en varios entramados societarios en las islas. Ambos compartieron intereses en operaciones inmobiliarias y proyectos turísticos, algunos de los cuales más tarde fueron objeto de investigaciones judiciales por presunto fraude y blanqueo.

La figura de Mohamed Derbah estuvo ligada al ecosistema empresarial que Palmer ayudó a tejer en Canarias. El nombre de Palmer resurgió en España a raíz de una macroinvestigación dirigida por el entonces juez Baltasar Garzón desde 2002. El caso, vinculado a la estafa de paquetes vacacionales inexistentes, involucraba a más de doscientas víctimas y a una docena de acusados, entre ellos Palmer. La causa, sin embargo, se alargó durante años y la vista oral no se celebró hasta 2019, cuatro años después de su muerte.

John Palmer no pudo ser juzgado, pero sí lo fueron otros implicados, incluyendo su abogado y su pareja, aunque fueron absueltos. Solo uno de los condenados ingresó en prisión: un sobrino del propio Palmer. El resto vio rebajadas sus penas debido a las dilaciones indebidas en el proceso judicial. El Tribunal Supremo ratificó las condenas, aunque la cuantía de la compensación a las víctimas fue limitada a 1,3 millones de euros.

En vida, Palmer amasó una de las mayores fortunas privadas de Reino Unido, valorada en unos 600 millones de euros.

Sus negocios de ‘time-sharing’ le permitieron amasar una fortuna de 600 millones de euros

¿Quién mató a Palmer?

El abanico de sospechosos que ha manejado la Policía británica en estos diez años es amplio, pero sin resultados concretos. El único detenido en su momento fue puesto en libertad al no hallarse pruebas concluyentes. Las hipótesis más firmes señalan a redes mafiosas del este de Europa. Una de las teorías más consistentes involucra al sicario estonio Imre Arakas, con vínculos con el cártel irlandés Kinahan. Arakas habría estado en Reino Unido justo antes del asesinato, y se cree que pudo ser quien disparó a través de un pequeño agujero en la valla del jardín de la casa de Palmer.

Otras pistas apuntan a los llamados Sofia Three, un trío de matones búlgaros supuestamente especializados en ejecuciones por encargo en todo el continente europeo. Ninguna de estas líneas, sin embargo, ha prosperado con consistencia para llevar a cabo detenciones y poner ante la justicia al autor o autores del crimen.

La tesis más sólida manejada por los investigadores sostiene que Palmer fue eliminado para evitar que testificara en el juicio de la Audiencia Nacional. En aquel momento, su declaración podía comprometer a los integrantes de una organización con intereses económicos y vínculos criminales. Su silencio convenía a muchos.

Palmer y Derbah

John Palmer y Mohamed Jamil Derbah fueron dos figuras habituales de los círculos empresariales de Tenerife, sobre todo en el sur de la isla, desde comienzos de la década de los 90 del siglo pasado. Hace escasamente dos meses, el nombre de Derbah volvió a saltar a las primeras planas de todos los medios de comunicación nacionales. La Policía Nacional lo detuvo tras una investigación judicial en la que se le imputa pertenencia a organización criminal dedicada al narcotráfico internacional, blanqueo de capitales, fraude y falsedad documental. 

La operación, bautizada como Mahjar, destapó una red de empresas pantalla y relaciones clientelares que quedaron reflejadas en seguimientos policiales y escuchas telefónicas. De todos los detenidos fue el único que ingresó en prisión, pero la Audiencia Provincial atendió a su recurso para demandar su puesta en libertad. Eso sí, no puede abandonar la isla, tiene que ir a firmar en sede judicial cada vez que se le pida, se le retiraron sus pasaportes y tuvo que depositar una fianza de 100.000 euros. 

Derbah conoció a Palmer en África a finales de los años 80, durante un fallido intento de negocio con diamantes en Liberia. Poco después, fue contratado por el británico como jefe de seguridad en Tenerife. Durante más de diez años, controló a los trabajadores, protegió las oficinas y, según testimonios recogidos en investigaciones posteriores, impuso el orden interno con métodos expeditivos.

A finales de los años 90, la relación entre ambos se rompió. Derbah empezó a operar por su cuenta, mientras Palmer regresaba a Inglaterra, desde donde supervisaba sus negocios desde la cárcel tras ser condenado. En 2007 regresó a Tenerife y nada más bajarse del avión fue detenido por orden de Garzón por iguales delitos por los que ya había cumplido una condena de cinco años en Reino Unido. 

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