Condenado en Mallorca un guardia civil por acoso telefónico a un vecino durante años

La vida de un residente en Marratxí (Mallorca) se convirtió en un calvario a partir de 2016, cuando empezó a recibir "innumerables" llamadas a cualquier hora del día de personas que pretendían comprarle su casa o preguntaban por los anuncios de masajes, le ofrecían cartuchos de impresora o incluso grabaciones que le reclamaban el pago de una factura. Esta situación se prolongó durante cuatro años, hasta que la Guardia Civil arrestó a uno de sus vecinos, precisamente agente del mismo cuerpo, por facilitar su número en estos anuncios. Los dos hombres habían sido amigos, pero habían discutido por los gastos de unas fiestas de la barriada y el guardia había amenazado con «hacerle la vida imposible». El hombre ha sido finalmente condenado por un delito acoso al pago de una multa y a indemnizar a la víctima.

Según explicó el perjudicado en el juicio, él y el condenado eran vecinos, y habían sido amigos, pero en 2016 discutieron por discrepancias en el pago de los gastos de unas fiestas populares que habían organizado en la barriada. No volvieron a hablarse, y justo entonces empezó el acoso telefónico, que no cesó hasta cuatro años después, cuando su vecino fue detenido.

La sentencia considera probado que el condenado contrató en al menos 36 ocasiones diversas aplicaciones dedicadas a gastar bromas telefónicas para que llamaran a su vecino. También puso anuncios con su número vendiendo su casa, ofreciendo masajes sexuales o solicitando información para contratar distintos servicios, desde seguros a viajes o cartuchos de impresora.

Todo esto se tradujo en "infinidad" de llamadas en el teléfono de la víctima, muchas a horas intempestivas, que le provocaron graves perjuicios. Según relató en el juicio, su vida "era un calvario", no podía dormir y sufrió una depresión, de la que todavía se está tratando.

El acusado fue juzgado a finales de enero en Palma. La Fiscalía reclamaba inicialmente para él una pena de un año y medio de prisión, una solicitud que la acusación particular elevaba a los dos años. El juzgado de lo penal número 5 de Palma ha tenido en cuenta la ausencia de antecedentes para evitarle la cárcel, pero le impone el pago de una multa de 6.000 euros y una indemnización a la víctima de otros 3.000. También prohíbe acercarse a menos de 200 metros del perjudicado durante tres años.

Alegó un posible ‘hackeo’

En su declaración, el condenado negó ser el responsable de todas esas llamadas y llegó a aducir que su teléfono podía haber sido "hackeado". Sin embargo, la jueza no ha dado credibilidad a esta explicación. Considera mucho más creíble la conclusión aportada por los agentes de la Guardia Civil que realizaron la investigación, y que localizaron el origen de las llamadas en el domicilio del acusado, en Marratxí, y en el de su padre, en Alcalá de Henares, coincidiendo siempre cuando el hombre tenía días libres e iba a visitarle.

La sentencia tiene en cuenta también que desde que el condenado fue detenido, la víctima no había vuelto a recibir estas llamadas, o la declaración de la mujer de la víctima, que recordó que después de discutir con su marido, el acusado les dijo que "les haría la vida imposible".

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