NUEVA SERIE
El caso de los asesinatos de cuatro hermanas gallegas: la historia de la nueva serie de Netflix
El estreno de la serie de Netflix “El Eternauta” rescata, en su trasfondo real, el recuerdo de uno de los episodios más trágicos y amargos de la última dictadura argentina

El caso de los asesinatos de cuatro hermanas gallegas / FDV
Salvador Rodríguez
"Mi nombre es Elsa Sánchez de Oesterheld y soy la mujer de Héctor Germán Oesterheld, famoso en el mundo por haber escrito la historieta El Eternauta. En la época trágica de este país desaparecieron a mis cuatro hijas, a mi marido, a mis dos yernos, a otro yerno que no conocí, y a dos nietitos que estaban en la panza. Diez personas desaparecidas en mi familia. Pero ahora prefiero recordar los años en los que fui feliz…". Este es un testimonio recogido por las escritoras Fernanda Nicolini y Alicia Beltrami en el libro La familia aniquilada por la dictadura, publicado y galardonado en 2016 en Argentina, pero Elsa de Oesterheld, de soltera Elsa Sánchez Beis, ya había fallecido un año antes, en 2015. Nacida en Buenos Aires (20 de marzo de 1925) era hija de un matrimonio gallego originario de la localidad de Vila de Cruces a donde, por cierto, solían acudir de vacaciones ella y su marido para reencontrarse periódicamente con su familia dezana.
El estreno de la serie de Netflix El Eternauta, convertido ya en todo un fenómeno social en el país sudamericano —su protagonista es el gran Ricardo Darín y ya ha sido cualificada como la mayor producción audiovisual argentina de todos los tiempos— ha servido, de paso, para recuperar la trágica historia del autor de El Eternauta, Héctor Germán Oesterheld, y las de sus hijas, víctimas el uno y las otras de la última dictadura militar padecida por Argentina.
No resulta extraño, así pues, que, en el marco de la emisión de los seis capítulos por esta plataforma audiovisual, que ya se ha comprometido a producir una nueva tanda de episodios, mensajes anónimos callejeros recordasen a Héctor Oesterheld y sus cuatro hijas, asesinados entre 1976 y 1978.
¿Quién era Héctor Germán Oesterheld?
Considerado uno de los más brillantes escritores de historietas y relatos breves que tuvo Argentina, Héctor era hijo del alemán Fernando Oesterheld y de la vasca Elvira Ana Puyol. En 1943, mientras estudiaba Geología, trabajó como corrector y publicó su primera obra, titulada Truila y Miltar, por entregas en la prensa, y tras terminar su licenciatura, se casó con Elsa Sánchez y decidió abandonar la Geología para dedicarse íntegramente a las letras. Siete años más tarde, tras editar Ray Kilt, conoció y se relacionó profesionalmente con Hugo Pratt (creador, entre otros, de Corto Maltés). En 1957, Héctor se asocia con su hermano Jorge y ambos fundan Ediciones Frontera, editorial en la que saldría publicada su obra más trascendente, El Eternauta, cuyo argumento gira en torno a las peripecias de un viajero de la eternidad que se aparece en casa del propio Oesterheld y le cuenta la historia de una terrible invasión extraterrestre en Buenos Aires. ¿Una metáfora de denuncia del fascismo? No faltan quienes, efectivamente, lo han interpretado así.
Cuando ya era un autor consolidado, durante la dictadura militar de 1970 en Argentina Héctor se incorporó, junto con sus cuatro hijas, a la agrupación guerrillera Montoneros, una de las ramas del peronismo, de la que fue jefe de prensa. "Era una ideología que él siempre había despreciado por su componente fanático y, aunque muchos de sus amigos intelectuales habían decidido marcharse del país, él quedó atrapado en sus propias contradicciones", recordaba su esposa. Tras la clausura del diario 'Noticias', en el que trabajaba, Oesterlheld pasó a la clandestinidad desoyendo los consejos de su mujer: "Haz lo que quieras con tu vida, pero saca a nuestras hijas de Argentina". De hecho, un editor italiano que admiraba su obra se ofreció a ayudarlo si la familia viajaba a Italia. Pero Héctor y sus hijas rechazaron esta posibilidad de escape: ya estaban comprometidos en la lucha y así querían continuar.
La clandestinidad de Héctor finalizó el 27 de abril de 1977, cuando fue secuestrado por las fuerzas armadas en La Plata, detención y represión que también sufrirían sus cuatro hijas: Diana, de 21 años de edad, Beatriz que contaba con 19, Estela de 25 años y Marina con 18. Héctor nunca más volvió a ser visto, y se convirtió en uno de los 30.000 desaparecidos por el denominado Proceso de Reorganización Nacional. Sometido a crueles torturas, todavía se desconocen las circunstancias y la fecha precisas de su muerte, aunque se supone que tuvo lugar en 1978. Para ese entonces, probablemente todas sus hijas ya habían sido asesinadas.
Una muerta y tres "desaparecidas"
En el libro Desaparecidos españoles en Argentina, su autor Lois Pérez Leira trata de efectuar una deconstrucción del trágico fin de las cuatro hijas del maestro del comic y de la gallega Elsa Sánchez a partir del seguimiento de la documentación y de testimonios orales recabados durante varios años, especialmente los que dejó Elsa. Mediante esta investigación podemos hoy descubrir o, al menos intuir, cómo y cuales fueron sus fatales destinos.

Elsa con sus hijas, ya mayores y con hijos. / FDV
-Beatriz Marta. La "hicieron desaparecer" el 19 de junio de 1976, tres meses después del golpe militar. Desde los 14 años Beatriz militaba en el peronismo, al igual que el resto de sus hermanas y, lo mismo que ellas, había estudiado en un colegio inglés. En vísperas de su detención, Beatriz dijo a su madre que quería ingresar en la Facultad de Medicina. Su deseo era trabajar en el interior del país ayudando a los más desfavorecidos. Al despedirse, la joven se marchó hacia Villa la Cava, en San Isidro, habitual sede de las reuniones con sus compañeros y compañeras de militancia, pero nunca llegó. Dos días después, un muchacho se acercó a Elsa cuando estaba a punto de abordar el tren de cercanías que la trasladaba a su trabajo y le dijo que Beatriz no había regresado a su casa la noche de su previsto encuentro ni había acudido a la reunión política. Ante la gravedad del suceso, su madre contactó con militares, jueces, religiosos y amigos de los estratos más altos de la sociedad argentina. Presentó un hábeas corpus, visitó varios centros del ejército y comisarías de policía… pero se percató de que todos le daban la espalda. Incluso un sobrino y sacerdote, Jorge Oesterheld, que posteriormente sería portavoz de la Conferencia Episcopal de Argentina, prefirió "mirar hacia otro lado". Elsa fue consciente también de que se había convertido en un "peligro" para sus hijas. Todos sus movimientos eran vigilados para llegar a ellas y a su marido. Semanas después, el jefe del destacamento le explicó que su hija Beatriz había sido encontrada muerta junto a otros cuatro jóvenes que tenían entre 17 y 19 años en un descampado. El ejército les había informado de que se había producido un enfrentamiento armado. La orden que había recibido era la enterrarlos como NN (No Nombre), pero el comisario decidió entregar los cuerpos a sus familias. Fue un cuñado de Elsa quien identificó a la muchacha. Sería el único cuerpo que esta madre coraje recuperaría de toda su familia y al que se le dio "cristiana sepultura".
-Diana Irene. Le encantaba escribir y, según su madre, "era luchadora y siempre estaba preocupada por la injusticia". Se había casado con Raul Ernesto Araldi Lumberdini, a quien se denunció como "desaparecido" en septiembre de 1977.
Cuando "la desaparecieron" Diana tenía 23 años de edad y estaba embarazada de cuatro meses de su segundo hijo, al que todo parece indicar que llegó a dar a luz, aunque de él nada se ha sabido jamás. Se ha averiguado que fue llevada al “Campo de Mayo”, junto a su hijo mayor, Fernando (de 1 año de edad), quien resultó abandonado como NN en la casa Cuna de Tucumán, de la que meses más tarde sería recuperado y rescatado parece ser que por sus abuelos paternos.
-Marina. Era la menor de las hermanas y, según su madre, la más reservada y taciturna, la que más se parecía al padre, un hombre que amaba la soledad, el desierto y las piedras a pesar de estar siempre rodeado de amigos. Marina Oesterheld Sánchez se casó siendo muy joven con Alberto Óscar Seindli. Ambos eran montoneros, al igual que sus demás hermanas y sus maridos y/o novios. Los dos (Marina estaba embarazada cuando la secuestraron) fueron abatidos en El Tigre, Buenos Aires, y se les dio por "desaparecidos" el 1 de noviembre de 1977. Fue la última noticia que se conoce de Marina.
-Estela Inés. Ya tenía a sus 16 años excelentes dotes para la pintura, aunque deseaba estudiar Filosofía. Comenzó a militar en las juventudes peronistas, hasta que llegó a ser la más involucrada dentro de los Montoneros, filas en las que conoció a quién sería su marido Raúl Óscar Mórtola Artaza. Ambos fueron abatidos después de su última manifestación protesta en Longchamps, Buenos Aires, el 14 de diciembre de 1977.
Estela había escrito antes una carta dirigida a su madre. Es una carta breve, intensa, y sobre todo sentida, con una caligrafía que intenta no desfallecer, de la que extraemos el siguiente párrafo: "Marina ya no está con nosotros y ese dolor ya no hay nada que lo pueda mitigar, pero quiero que sepas que murió heroicamente, como vivió; (…) Creo que tenemos que estar orgullosos de ella, como de Bi (por Beatriz), de Di (por Diana) y de Dad (por Héctor), y quiero que sepas que estoy orgullosa de vos (por Elsa)".
Según testimonios recopilados, aquel 14 de diciembre de 1977, integrantes de la fuerza policial mataron al marido de Estela en los primeros momentos de la protesta; ella trató de escapar, pero también murió acribillada a balazos con un embarazo de 4 meses en su vientre. Estela dejó un hijo para ese entonces de 3 años y medio: Martín Miguel. Los responsables se llevaron al hijo de la pareja y se lo presentaron a su abuelo Héctor, quien se encontraba detenido desde hacía semanas. Después, el niño fue entregado a su abuela Elsa. Y es que la madre de la familia había sido la única que no se había incorporado a los Montoneros pero, tras la extinción de su familia, se convirtió en una de las mayores activistas contra los crímenes cometidos por la última dictadura argentina, formando parte, entre otros colectivos, de Abuelas de la Plaza de Mayo.
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