Juicio

"Volvería atrás si pudiera", afirma en la Audiencia de Oviedo el asesino de la niña Erika

Igor Postolache, primer acusado del país en aceptar la prisión permanente revisable sin llegar a juicio, pide perdón tras reconocer los hechos ante la sala

Un trabajador de los servicios funerarios, junto al inmuebke de Oviedo en el que tuvo lugar el crimen, en abril de 2022.

Un trabajador de los servicios funerarios, junto al inmuebke de Oviedo en el que tuvo lugar el crimen, en abril de 2022. / Pablo Solares

Lucas Blanco

"Me arrepiento mucho. Si pudiera volver atrás, lo haría. Siento el dolor causado". Igor Postolache proclamó este viernes su arrepentimiento por haber violado y asesinado con alevosía y ensañamiento a la niña de 14 años Erika Yunga el 5 de abril de 2022 en el mismo edificio en el que ambos vivían. Lo dijo aprovechando la última palabra durante su comparecencia en la sección tercera de la Audiencia Provincial, donde reconoció todos los hechos que se le imputaban. El acusado, que en el momento del crimen tenía 32 años, aceptó la máxima pena, la prisión permanente revisable, por el asesinato y doce años y medio más por la violación, además de comprometerse a indemnizar con 200.000 euros a los padres de la niña y con otros 25.000 euros a cada uno de sus dos hermanos.

Tal y como adelantó este viernes 'Caso Abierto', el canal de investigación y sucesos del grupo Prensa Ibérica, los representantes legales del asesino y los familiares de la víctima alcanzaron un acuerdo para evitar el mal trago de enfrentarse a una larga vista oral con jurado. "La familia se ahorra revivir el horror del crimen y el calvario judicial que supone", explican fuentes cercanas al caso sobre un acuerdo que, según varios expertos penalistas asturianos, carece de precedentes en España. "Aceptar una pena tan alta evitando el juicio está contemplado por ley, pero no me consta que se haya hecho nunca con una petición de prisión permanente revisable", indica la penalista Ana Gloria Rodríguez.

Los abogados de la defensa, Francisco Pérez-Platas, y la acusación, Luis Tuero, acordaron que Postolache reconocería los hechos aceptando la máxima pena por el asesinato y una rebaja de dos años y medio sobre los quince solicitados inicialmente por la agresión sexual. El pacto fue presentado por escrito ante las autoridades judiciales al mismo tiempo que pidieron el señalamiento del juicio oral con el único fin de ratificar en sala los términos del mismo.

Dicho juicio se fijó a las diez de la mañana de este viernes. Unos minutos más tarde de la hora inicialmente prevista, Postolache tuvo la oportunidad de reconocer los hechos ante los magistrados de la sala y transmitirles su arrepentimiento. Fue algo fugaz, sin necesidad de testigos ni interrogatorios.

El acuerdo contó con el visto bueno del fiscal. Fuentes del ministerio público confirmaron que, además del castigo penal, al que se sumarían 10 años de libertad vigilada y 32 años y medio de inhabilitación para trabajar con menores si el asesino llegase algún día a salir de la cárcel, se sumaba la obligación de abonar 250.000 euros a los familiares en concepto de indemnización más los intereses legales correspondientes.

El caso quedó visto para sentencia apenas dos meses después de que Postolache enviara al juzgado una carta reconociendo por primera vez que violó y cosió a puñaladas a la menor a través de un plan urdido previamente para abordarla en el portal del número 69 de la calle Vázquez de Mella, cuando la menor volvía de clase al mediodía.

Alevosía

Según el escrito de acusación, el hombre llevaba poco tiempo viviendo en el primer piso del edificio, pero durante ese periodo se había fijado en la niña de 14 años, vecina del cuarto, y seguido sus rutinas. Estudió sus horarios de entrada y salida de su casa y decidió atacarla a la vuelta de las clases. Antes, guardó dentro del cajón de su mesita de noche una cinta de embalar de color marrón y nueve bridas negras por si fuera necesario tener que amordazar a la menor. Finalmente, cogió un cuchillo de mesa, de 11 centímetros de longitud, y lo escondió entre sus ropas, salió de su domicilio y esperó a la niña escondido en una zona próxima al portal.

Cuando Erika entró en su portal y se dirigió al ascensor, Postolache se abalanzó sobre ella, por la espalda y de forma absolutamente sorpresiva le asestó una primera cuchillada mientras la empujaba por las escaleras a la vez que le tapaba la boca para que no gritase. A partir de ahí, la arrastró escaleras arriba, a la vez que le seguía asestando puñaladas para que no se resistiese. El fiscal describe el calvario de la niña durante aquellos minutos en que su asesino le provocó hasta 36 heridas.

El asesino la arrastró hasta el interior de su casa, cerró la puerta con llave y la llevó hasta el baño, donde la dejó tirada. Él se fue a su cuarto, se quitó la ropa y regresó desnudo al aseo. En ese momento, siguió apuñalándola para vencer su escasa resistencia, la desnudó y consumó la violación. Luego dejó a la víctima tirada en el suelo del baño y herida de muerte hasta que la Policía Nacional consiguió acceder al piso y arrestarlo.