Aniversario
Treinta años del secuestro y asesinato de Anabel Segura, a la que se buscó en Asturias
Una mujer llamó a la Policía avilesina situando a la joven en un cobertizo entre Avilés y Gijón
M. Riera / Agencias
Era julio de 1995 y una llamada anónima, según la cual Anabel Segura –la joven madrileña que entonces llevaba secuestrada más de dos años– podría encontrarse en un cobertizo entre Avilés y Gijón, puso en marcha una de las mayores operaciones policiales que se recordaban en la región.
Participaron unos trescientos agentes del Cuerpo Nacional de Policía y la Guardia Civil para controlar carreteras, registrar maleteros de los coches y comprobar la identidad de conductores y pasajeros. Se registraron amplias zonas de los concejos de Avilés, Gozón, Carreño y Corvera. Todo se inició por una llamada anónima de una mujer que decía telefonear desde Madrid y aseguraba que Anabel estaba cautiva en un cobertizo, custodiada por dos hombres y una mujer, en un lugar cerca del mar entre Avilés y Gijón.
La búsqueda por Asturias se abandonó días después, y tristemente luego se demostró que todo había sido inútil, porque la joven llevaba muerta desde poco después de haber sido secuestrada en 1993 mientras hacía footing en La Moraleja. Fue un 12 abril, de lo que ahora se han cumplido exactamente.
Segura tenía 19 años y fue raptada por unos delincuentes "chapuzas" a los que la palabra "bolo" atrapó gracias a una nueva tecnología policial de análisis de voz, puntera en la época.
Fueron dos años y cinco meses los que los españoles creyeron que duraba el secuestro de la chica, el más largo de la historia, más que el de la farmacéutica de Olot. Pero no. Anabel Segura apenas estuvo secuestrada cuatro horas porque sus captores no supieron qué hacer con ella, no planificaron bien su acción y acabaron inmediatamente con su vida. Pero todo esto se supo después de que los españoles se movilizaran como nunca antes habían hecho. Se constituyeron plataformas ciudadanas en un movimiento que se identificó con un lazo amarillo que miles de personas portaron en sus solapas.
Se la buscó por toda España en base a las pistas del lugar del secuestro. Un jardinero del colegio Escandinavo próximo a lugar escuchó gritos de la joven y vio el vehículo y a los dos hombres, Emilio Muñoz y Cándido Ortiz, como se supo después, ayudados por la mujer del primero, Felisa García. Querían dinero y llegaron a pedir 150 millones de las antiguas pesetas a la familia que hasta en dos ocasiones intentó pagar el rescate. Pero era inútil, porque Anabel estaba muerta. En septiembre de 1995 la Policía los detuvo. Los tres se derrumbaron y confesaron su crimen y lugar donde estaba el cadáver.
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