JOAQUÍN AMILLS BONET Presidente de SOS Desaparecidos

"Han pasado 14 años desde que desapareció mi hijo y no soy capaz de describir el dolor, porque te rompe"

"La sensibilización ha avanzado mucho; hasta hace poco no había ni base de datos unificada ni un protocolo, ahora somos un modelo para Europa"

Joaquín Amills, en las jornadas de Zamora.

Joaquín Amills, en las jornadas de Zamora. / J. L. F.

Irene Gómez

"Imaginen a la persona que más quieren en este mundo. Esa persona con una pasado, un presente y un futuro establecido, a la que a diario necesitan tener con ustedes. Imaginen por un momento cuándo ha sido la última vez que la han visto. Quizás esta mañana, quizás la despidieron con un hasta luego o con un beso. Quizás les dijo, nos vemos este mediodía o llegaré pronto para cenar. Imaginen que de golpe y porrazo esa persona desaparece y les queda ese último instante que se dijeron hasta luego o se dieron un beso. Imaginen que a partir de ese momento no hay nada más. Es como si la tierra se lo hubiera tragado. Ahí empieza una nueva vida. Eso es un desaparecido".

Joaquín Amills Bonet perdió a su hijo hace 14 años. El 11 de septiembre de 2008 Joaquín Junior salió a navegar con un amigo y desapareció sin dejar rastro. Un caso no resuelto entre las aproximadamente seis mil personas desaparecidas en España (al año se denuncian unas 28.000 desapariciones). El testimonio de este padre sobrecogió ayer al auditorio del Teatro Ramos Carrión, ocupado mayoritariamente por agentes de la Guardia Civil.

Tras las terribles y fatigosas fases de negación, incredulidad, dolor, impotencia, rabia… Joaquín Amills decidió rearmarse, entregarse y desnudarse emocionalmente para ayudar las personas que pasan por un drama similar. "Nuestro día a día consiste en aprender a sobrevivir" proclama la Asociación SOS Desaparecidos, presidida por Joaquín Amills, quien ayer participó en las II Jornadas sobre las desapariciones involuntarias de personas en el medio rural, organizadas por la Comandancia de la Guardia Civil de Zamora.

Si no encontramos a la persona vas a entrar en un duelo, que es un duelo congelado, no se puede cerrar

Desde que perdió el rastro de su hijo, su compromiso de vida es hacer entender qué es un desaparecido. Explíquenos.

Cuando hay desaparecido significa que la familia va a aprender a sobrevivir a partir del minuto cero. Si no encontramos a la persona vas a entrar en un duelo, que es un duelo congelado, en el cual da igual que pase un mes, un año o veinte años, no se puede cerrar ese duelo porque las preguntas de cómo, cuándo y dónde quedan sin responder. Es la situación que va a vivir esa familia que muchas veces queda rota por no tener un apoyo psicológico ni poder afrontar esa realidad que significa un desaparecido.

¿Qué necesita el familiar de un desaparecido?

A parte de encontrarlo, obviamente, necesita empatía, escuchar, acompañamiento, hacer un seguimiento, ayuda. Todo eso es válido, pero por encima de todo necesita la verdad. La verdad es un elemento esencial en nuestra vida y, sin embargo, cuando tenemos un desaparecido, carecemos de esa verdad. Porque no tenemos ni el cómo ni cuándo ni dónde ni miles de preguntas que van surgiendo. Y da igual que haya una semana, dos meses, cinco años o catorce.

La primera fase del duelo es la negación, no crees lo que está pasando, no entiendes nada. Luego viene la fase del enojo, la ira

¿Cómo se afronta una situación tan dramática?

La familia tiene que aprender a sobrevivir. Va a transcurrir un duelo psicológico que en este caso es distinto. La primera fase del duelo es la negación, no crees lo que está pasando, no entiendes nada. Luego viene la fase del enojo, la ira. Estás enfadado con todo el mundo; la propia impotencia de no tener respuestas. Es una fase tremenda donde no hay aliados. Estás enojado con los que buscan, con los voluntarios, con los investigadores. Vas a la defensiva. Pero no podemos estar en esa pelea de un permanente enfrentamiento con todo el mundo, incluso con la familia, porque los reproches son una constante. El psiquismo es inteligente y entras en una nueva fase; es decir, estoy enfadado con todo el mundo menos con ese guardia civil, ese periodista o ese vecino que me escucha y vas intentando poner un poco de estabilidad.

Habla del conflicto que se crea en el seno de la familia, un sufrimiento añadido.

La familia es una constante de reproches, de echarse en cara que no hiciste caso, que el trabajo no me dejaba, que te ausentabas. Y al final, en esa guerra, terminas asumiendo tu culpa creyendo que es la mejor opción. Entonces entras en la fase de dolor y miedo. Y es un dolor que yo, que han pasado 14 años, todavía ni soy capaz de describir porque te rompe. Rezas para no que no llegue la noche, porque significa que todo el mundo se retira y deja de buscar hasta el amanecer. Y por otra parte, cuando estás en el dolor, la noche es tranquilidad, deseas que no amanezca, porque por la noche nadie te defrauda, no estás esperando una llamada, sientes un alivio y no deseas que amanezca. Y a la vez tienes el miedo a que pase otro día sin respuesta.

Jornadas como las que ha organizado la Guardia Civil en Zamora rompen ese aislamiento y permiten visibilizar el problema.

Estoy encantado de participar. Desde el Ministerio del Interior también se está aconsejando porque se trata de sensibilizar no solamente a la opinión pública sino también a nuestros Cuerpos de Seguridad del Estado. Conocer qué herramientas tenemos y cómo es esa colaboración, tanto con Guardia Civil como con Policía Nacional.

Si contamos con buenos profesionales, pero no tienen empatía ni sensibilidad con el dolor que significa un desaparecido, entonces falta una parte

¿Cómo ha avanzado la sensibilización y movilización de medios?

Muchísimo. Hace 14 años no había nada, ni siquiera una base de datos unificada. Guardia Civil tenía la suya, Policía Nacional la suya. No había un protocolo ni cifras de desaparecidos, cada Ministerio del Interior decía una cifra distinta. De hecho, nosotros denunciamos al Gobierno de España ante la Comisión de los Derechos Humanos por no tener cifras de desaparecidos. Eso forma parte ya del pasado, aunque no muy lejano. Pero el momento actual nos tiene que animar, pues gracias a los Cuerpos de Seguridad del Estado y sus profesionales, a las asociaciones, a la propia sociedad y a los medios de comunicación, todos hemos conseguido avanzar en los ocho últimos años lo que no se había avanzado en décadas. Es más, España es un ejemplo. En toda la Unión Europea estamos en dos programas y somos un modelo de cómo estamos enfocando el problema de las personas desaparecidas, con un plan estratégico nacional, unas bases de datos únicas, con formación, sensibilización, compromiso. Es la realidad. Hemos avanzado, pero no nos tiene que conformar. Tenemos muchos objetivos por delante.

La familia es una constante de reproches, de echarse en cara que no hiciste caso, que el trabajo no me dejaba, que te ausentabas

¿Con los pasos dados, cualquier familia que se enfrenta a la desaparición de un ser querido tiene herramientas para actuar?

Hay un protocolo de actuación que cualquier persona puede descargar de Internet. Nos queda mucho trabajo, por supuesto, pero ahí está el plan estratégico nacional. Nosotros presentamos 17 propuestas y fueron incluidas. Tenemos formación y sensibilización, que han de ir de la mano. Si contamos con buenos profesionales, pero no tienen empatía ni sensibilidad con el dolor que significa un desaparecido, entonces falta una parte. Nos queda mucho por hacer y nuestro desafío es que sepamos remar juntos porque todos sumamos.

Los primeros momentos tras una desaparición están en el foco de todo el mundo, pero luego llega el olvido.

A medida que va pasando el tiempo todo el mundo vuelve a su normalidad. Para los Cuerpos de Seguridad un desaparecido no es cesado hasta que no cumpla 110 años de edad, pero cuando se agota la investigación y todos los recursos posibles, entonces la familia se desmorona, entra en un vacío de no entender nada. Porque a veces ni siquiera el propio vecindario ya pregunta. Pasan los años y la gente se olvida, sin embargo para el familiar sigue vigente como si fuera el día de ayer.

Dice que se ha andado mucho camino, qué les queda por delante.

Mucho. Pedimos seguir avanzado en formación, en sensibilización y en recursos.