Odio

"Podemos mandar a alguien que te meta un balazo entre ceja y ceja"

Condenan a dos menores de quince años por coaccionar y amenazar de muerte a un chico en tratamiento transgénero

Performance a cargo del grupo trans de Lambda, que pretende hacer reflexionar a la sociedad valenciana sobre la transfobia.

Performance a cargo del grupo trans de Lambda, que pretende hacer reflexionar a la sociedad valenciana sobre la transfobia. / J. M. LÓPEZ

"Podemos mandar a gente que te pegue una paliza, podemos mandar a alguien que te meta una balazo entre ceja y ceja, vendrá gente y nadie sabrá quien ha sido, estás advertido". Estas amenazas, ya de por si graves e intimidatorias, todavía resultan más preocupantes socialmente si quien la pronuncia es un menor de solo quince años y van dirigidas a un compañero de instituto de trece, que además sufre acoso escolar por ser transexual.

El Juzgado de Menores número uno de València le ha impuesto al autor de las amenazas una medida de doce meses de libertad vigilada por un delito de obstrucción a la justicia. Su intención, como el propio menor reconoció en el juicio celebrado por conformidad, era condicionar a su víctima para que no declarara contra un amigo, que también ha sido condenado finalmente por unas amenazas de muerte previas a este mismo chico, inmerso en un tratamiento transgénero.

En el caso de este segundo menor, el Juzgado de Menores número cuatro de València le ha impuesto una medida de cuatro meses de tareas socioeducativas de competencia social y control de los impulsos por dos delitos leves de amenazas y lesiones. Según los hechos probados en sentencia, y que también admitió éste, amenazó al chico trans con frases como: "Voy a reventarte la cabeza" o "como las castiguen yo a ti te mato". Además le propinó un golpe con la mano abierta en la cara causándole lesiones en la mandíbula izquierda.

A uno de ellos el juez le impone doce meses de libertad vigilada y al otro cuatro meses de tareas socioeducativas

El origen de ambos episodios violentos que se han saldado con sendas medidas correctoras para los menores está en el hurto de una bicicleta en julio del pasado año en una localidad del Camp de Túria donde cursan estudios tanto la víctima como los condenados, que este periódico no revela para preservar el anonimato de los menores. Según la denuncia interpuesta en su día por el agredido, un grupo de compañeros del instituto, que habitualmente se meten con él y hacen bromas llamándole "transformer y transgénero", le instaron a hurtar la bicicleta del exnovio de una de las chicas. Así, relató que le presionaron diciéndole que si no lo hacía no le aceptarían como era en su grupo.

Posteriormente algunos menores de este grupo causaron daños a la bicicleta y el chico trans acabó yendo al propietario de la misma para disculparse por haberla cogido y acusó a los autores de los daños.

Los menores expedientados querían condicionar a su víctima tras las acusaciones por el hurto de una bicicleta

En este contexto, la sentencia detalla que a mediados de julio de 2021 se produjo una discusión entre el menor expedientado y la víctima. El motivo de la misma era que el agredido "había responsabilizado del hurto y daños de una bicicleta a dos chicas amigas comunes de ambos". Durante el transcurso de la misma el menor condenado le pidió explicaciones, le amenazó con "reventarle la cabeza" y le propinó un golpe.

Posteriormente, cuatro días antes de que el denunciante acudiera a declarar en la Fiscalía de Menores por dicho incidente el otro menor ahora condenado se le acercó a la salida del instituto "con ánimo de coartar su libertad". "El próximo día 24 tienes que decir que todo es mentira, que no te han hecho nada, que no ha pasado nada. Como no lo hagas, si meten a mi amigo –dice el nombre– en un centro, igual te pegamos una paliza, te vamos a matar". Todo ello, según ha quedado acreditado, generó un grave temor en el menor, quien tenía miedo de salir a la calle y volver al instituto.

Un delito de odio como trasfondo en el origen de las amenazas

Aunque no se les condena por un delito de odio como tal, sino por obstrucción a la justicia a uno de ellos y por lesiones y amenazas leves al otro, el origen de todo está en el acoso que presuntamente sufría el agredido por estar recibiendo un tratamiento transgénero. Según consta en la denuncia, este grupo de compañeros se metía con él habitualmente por su condición y le presionaron para hurtar una bicicleta "si quería que lo aceptaran como era".