"Me la encontré muerta, me asusté y la descuarticé", ha asegurado Jesús P, pareja de Juana Canal, y autor de la nota que Sergio, el hijo mayor de la madrileña, encontró la mañana siguiente a su desaparición, el 22 de febrero de 2003.

Casi 24 horas después de su arresto, el hombre ha asegurado que guardó los restos de Juana en dos maletas en el piso de Madrid y se dirigió a Navalacruz (Ávila). Se bajó del coche, cavó dos hoyos y abandonó el cuerpo en el monte.

Según ha podido saber CASO ABIERTO, portal de sucesos e Investigación de Prensa Ibérica, en las próximas horas se dirigirá, en compañía de los agentes de la Policía Nacional y de la Guardia Civil, al lugar donde ocultó el cuerpo de su por entonces pareja, Juana Canal.

Zona de Navalacruz donde se han hallado restos de la mujer desaparecida hace 20 años. EFE

La confesión se ha producido en la Comandancia de la Guardia Civil de Ávila mientras que, en paralelo, agentes de la UDEV de la Policía Nacional y de la Guardia Civil, en un operativo conjunto, registran desde la tarde ayer una finca de Navalacruz (Ávila) -propiedad de los padres del detenido- que se encuentra próxima al lugar dónde se hallaron los restos óseos de la mujer desaparecida.  Los últimos, hace escasos días.

Una nueva vida: se casó

"Sergio, tu madre y yo hemos vuelto a discutir (...) Me voy a buscarla". Un trozo de papel. No dejó más. Desapareció de las vidas de Juani, de Sergio, con quién vivía en Ciudad Lineal. No se molestó en llamar.

"No volvimos a verle", lamentaba Ana María, en marzo, antes de que una llamada de los agentes, en el mes de junio, le comunicara que habían encontrado sin vida a su hermana, pese a haber localizado parte de sus restos tres años atrás. "Mi hermanita...". No sabían cuándo, cómo ni por qué.

Cronología de la desaparición de Juana Canal. / CASO ABIERTO

Jesús dibujó una nueva vida, discreta. Esquivó la investigación inicial -hace 19 años- que apuntaba a que la desaparición de Juani era una marcha voluntaria, sin más. A los cuatro meses de desaparecer se casó con otra mujer.

"Sergio, mi sobrino, encontró la casa revuelta con claros signos de que allí hubo una pelea y Juani no se llevó nada; dejó su bolso, su DNI, su cartilla del banco, su tabaco... y, lo que es más importante, dejó a su familia, y dejó a sus hijos. ¿Quién se va voluntariamente dejando todo eso?", lamentaba ante este medio.

Abandonó el taxi, trabajo que le daba de comer. Hoy, con 53 años, tres hijos, es propietario de una caravana de perritos calientes y patatas fritas, también llamadas food trucks. Su mayor público lo encuentra en las ferias (recorre pueblos de Madrid y Ávila), aunque aparca también en festivales. Tras el parón por el coronavirus, este verano presumía de que todo volvía a la normalidad.

La policía fue tras la pelea

Casi dos décadas en silencio, hermético, impasible. El hallazgo de los restos mortales de Juana Canal, los primeros huesos que aparecieron en Navalacruz (Ávila) mientras unos senderistas paseaban, dieron un giró a la investigación. Se abrieron nuevas diligencias. Se apuntó al homicidio, el crimen machista fue la primera opción.

Se revisó el expediente. La pelea, descrita en la famosa nota, requirió presencia policial. Se sabe que un zeta aparcó en el portal. La patrulla subió a la vivienda. Mediaron, aparentemente se solucionó.

Tras confirmar que los huesos pertenecían a Juana Canal, se miró de nuevo a Madrid. El domicilio en el que se la vio por última vez, Ciudad Lineal, fue inspeccionado a mediados de septiembre. Agentes de la UDEV y de la Científica de Policía Nacional, con la ayuda del GOR de Ciudad Lineal rastrearon con nuevas técnicas científicas, capaces de detectar vestigios y sangre aunque hayan pasado dos décadas. El resultado fue negativo.

Pinchazo telefónico

El siguiente paso fue batir de nuevo la zona en la que tres años atrás se encontraron los primeros restos: se hallaron más huesos y ropa interior que, a falta de confirmar con el análisis de ADN, presumiblemente son de Juana Canal.

Paralelamente, la jueza autorizó el pasado septiembre un pinchazo telefónico para controlar las conversaciones de Jesús, en el punto de mira ya para la policía. Al principió no dijo nada, pero según avanzaba el tiempo, "dio sus frutos", apuntan fuentes cercanas a la investigación.

Una semana después, este mismo miércoles, Jesús era detenido. Su actitud, la pelea previa y su vinculación con la zona donde se hallaron los restos humanos le convirtieron en principal sospechoso. Tras horas de interrogatorio policial ha confesado: "estaba muerta ya, me asusté, la descuarticé y la enterré".