Madre soltera, con dos hijos a su cargo, uno de ellos un bebé de un año, de nacionalidad española y 32 años, sin trabajo y con escasos recursos. Ese es el perfil de Ana –nombre ficticio para preservar su anonimato–, la primera posible donante a la que la presunta trama de tráfico de órganos, desmantelada en 2014 por el grupo de Homicidios de la Policía Nacional –primer caso de este tipo de delito detectado en España–, le ofreció 40.000 euros por un trozo de hígado para un trasplante a un adinerado alcalde libanés con una enfermedad hepática.

"Era mucho dinero, lo hacía por mis hijos y por salvar una vida", confesó la mujer a Levante-EMV, del grupo Prensa Ibérica, tras declarar como testigo en el juicio contra cinco acusados, entre ellos el millonario residente en Beirut que iba a recibir el órgano sano y el hijo que finalmente se lo donó después de fracasar todos sus intentos de consumar el citado trasplante en un hospital de Pamplona y en otro de Barcelona, a donde acudieron "sabedores del prestigio de este tipo de cirugía en nuestro país", según remarca el Ministerio Fiscal. 

En sala dicha testigo trató de restar importancia al hecho de que le hubieran ofrecido dinero por un trozo de su hígado, y manifestó no recordar siquiera la cantidad de la que hablaron, si 30.000 o 40.000 euros. Y aunque reconoció que su situación económica era muy mala, alegó que si no hubiera habido dinero de por medio también lo habría hecho. "Si puedes salvar la vida de una persona al hacer una donación, te hacen pruebas antes de donar y a ti no te va a perjudicar en nada, ¿por qué no lo vas a hacer?", argumentó Ana tras su declaración judicial. "Si hubiera sido gratis lo habría hecho igual", insistió.

Respecto a este supuesto ejercicio de altruismo, la mujer lo atribuye a que su madre padecía una enfermedad genética degenerativa de los vasos sanguíneos por la que requería de transfusiones de sangre periódicas. Por ello se hizo donante de órganos. "Si ahora me llaman para donar un riñón yo lo dono sin conocer a la persona y sin cobrar un duro", afirma.

Tras rechazarla como donante querían pagarle por un matrimonio de conveniencia con otro "árabe de pasta"

Eso sí, la testigo refrendó algunos de los aspectos fundamentales que acreditan el delito de promoción, favorecimiento o facilitación de trasplante ilegal de órganos humanos ajenos, tratándose de un órgano principal y con conocimiento del origen ilícito –por el que los acusados se enfrentan a penas de entre siete y tres años de cárcel–.

Por un lado el encuentro en una cafetería de la avenida Francia de València con unas personas –que no logra identificar– que le realizaron la citada proposición de trasplante bajo una importante remuneración económica. Que le dijeron que el trozo de hígado era para un alto mandatario libanés –al que no llegó a conocer– y que sí llegaron a realizarle pruebas en una clínica privada de València.

"Yo al principio no sabía ni que se podía donar el hígado, lo investigué y comprobé que un hígado completo no porque una persona no puede vivir sin hígado pero un trozo sí y que luego el órgano se regenera", explica. Además le dio confianza que la operación se fuera a realizar en un hospital con todas las garantías sanitarias y controles previos.

"No soy tonta, sabía que si había dinero de por medio no era legal", admitió ante el tribunal. Eso sí, trató en todo momento de dejar en buen lugar al millonario que iba a recibir el órgano, calificándolo de "buena persona" y quiso aclarar que no la rechazaron por ser mujer, sino "porque se enteró que tenía dos hijos a mi cargo y no le parecía correcto hacerme pasar por todo eso, porque la operación era delicada y luego tendría que pasar tiempo de recuperación". "Si yo tuviera dinero y me estoy muriendo, o mi hijo, también buscaría la fórmula de arreglarlo rápido", justificó.

Después de rechazarla como donante le plantearon otro negocio ilegal, el pago de 10.000 euros por un matrimonio de conveniencia con un "un árabe de pasta". Ana reconoce que quedó con él varias veces para conocerse, que le invitó a marisco y que iba muy bien vestido, pero que la empezó a agobiar porque quería que el matrimonio fuera real –convivir como pareja– y eso la echó para atrás.

Otro posible donante reconoce ante el tribunal que lo llevaron en coche a Pamplona y Barcelona para llevar a cabo el trasplante

Otro testigo al que también captaron para llevar a cabo el trasplante, en su caso le ofrecieron trabajo y ser un miembro más de la familia en el Líbano, reconoció que lo llevaron en coche hasta Pamplona, y luego a Barcelona para ser operado. Tanto en un hospital como en el otro los controles previos –cualquier donación altruista en España debe ser fiscalizada por un juzgado– paralizaron la materialización del trasplante. Fue entonces cuando se le realizaron nuevas pruebas a uno de los hijos del receptor del órgano y, al evaluar las posibilidades, éste le donó un trozo de su hígado a su padre en agosto de 2013.

La instructora de la Policía Nacional que llevó el caso, quien también declaró ayer como testigo, relató los pormenores de la operación que llevó a la detención de los cinco procesados y además de certificar que se hicieron pruebas a ocho posibles donantes para determinar la compatibilidad, todas ellas pagadas a través de una empresa de mármoles de Novelda propiedad de familiares del político libanés, matizó: "Lo que no quería es que un hijo suyo se sometiera a una intervención de esas características con el riesgo que ello supone y las posibles secuelas". La vida de personas sin recursos le importaba menos.