Cuerdas de ferretería "de tendedero de ropa" como elemento de fijación, cables eléctricos empalmados con cinta aislante tirados por el sueño, ningún sistema de amortiguación en los alrededores ni espacio de seguridad, falta de supervisión, "modificaciones sustanciales" en todo el recinto ferial que el Ayuntamiento de Mislata "pasó por alto", ausencia de anclajes, dos argollas que no estaban, fallos administrativos de todos los colores... 

Son solo algunas de las numerosas anomalías puestas de relieve por el ingeniero industrial que ha actuado como perito judicial en la investigación del siniestro del castillo hinchable en el que murieron dos niñas de 4 y 8 años y siete más sufrieron heridas al salir volando por el aire en la tarde-noche del pasado 4 de enero en la feria de Navidad de Mislata.

Aunque falta que el ingeniero oficiado por la jueza de Instrucción número 4 de Mislata responda a algunas aclaraciones solicitadas por el fiscal y las acusaciones, el informe, de más de 120 páginas, ya anuncia varias irregularidades, en las que apunta no solo a los dos feriantes y al perito investigados en la causa por dos homicidios imprudentes, los de las niñas Vera y Cayetana, sino también al Ayuntamiento de Mislata como garante último de una instalación en su término municipal.

El deber de velar por la seguridad

En este sentido, considera que hubo suficientes "modificaciones sustanciales" del proyecto inicial a la hora de instalar el castillo hinchable, de ubicar el recinto ferial y de distribuir las 23 atracciones como para que hubiese exigido al menos explicaciones. En concreto, el perito establece en ese informe que esos cambios "fueron pasados por alto ya que debería haberse requerido a los responsables al menos un anexo al proyecto presentado por el ingeniero de parte o la no conformidad de los responsables del Ayuntamiento [de Mislata] a la declaración de responsable, ya que afecta directamente a los usuarios y su seguridad". 

También afea el hecho de que "no se ha encontrado escrito alguno en el que se solicite el cambio de ubicación de la feria de Navidad respecto de la de verano". Tal como publicó en su momento Levante-EMV, medio del grupo Prensa Ibérica, en el proyecto se ubicaba la feria en un emplazamiento distinto –en la plaza de la Libertad en vez de en la del Ayuntamiento, las atracciones estaban montadas en un orden y ubicación dentro del recinto distinto al aprobado y el castillo tenía una orientación y localización también diferentes a las proyectadas, todo lo cual recoge el informe del perito judicial cuando considera que el Ayuntamiento debió detectarlo y reaccionar de algún modo.

Debieron cerrar a la primera brisa

En otro punto considera que el castillo debió ser cerrado aquella tarde, ya que el libro de la atracción, el que contiene las condiciones de uso y manejo fijadas por el fabricante, aconseja hacerlo cuando el viento supera los 30 kilómetros por hora. Y aquella tarde, tal como avanzó este diario, hubo numerosas rachas superiores a esa velocidad a partir de las 12.10 horas –el accidente fue pasadas las 20.00 horas–.

Aunque el perito argumenta que no es exigible que el feriante "dispusiese de un anemómetro", sí considera que debió advertir las señales que se consideran para establecer la fuerza del viento, y que, en el caso del que sopla a más de 30 km/h, lo describe como "movimiento del aire que excede al de la brisa moderada por el que se levanta polvareda y papeles sueltos, se mueven las pequeñas ramas, pasando a brisa fresca, y haciendo que se balanceen las hojas de los árboles".

Así, concluye que la atracción debió ser cerrada mucho antes de esa última ráfaga de 53,1 km/h que izó el castillo por los aires con los nueve niños en su interior, dos de las cuales, V

También echa de menos el perito, por ejemplo, que la atracción hubiese tenido el preceptivo perímetro de seguridad –en este caso, de 3 metros– y que ese espacio estuviese acolchado en la parte más próxima al hinchable. 

¿Quién supervisaba la atracción?

Otras de los fallos de seguridad que establece es que no contaba con el personal de supervisión necesario para su tamaño, que tenía defectos de mantenimiento –le faltaban dos de las argollas de anclaje– suficientemente graves como para que no hubiese pasado la inspección técnica anual o que solo tuviese "entre seis y siete" puntos de anclaje –según el ingeniero imputado y el dueño de la atracción–, cuando debería haber tenido un mínimo de 18 de los 30 anclajes aconsejados por el fabricante.

Respecto de esos anclajes, recuerda en el informe que las cuerdas estaban en pésimo estado de conservación, entre otras cosas, porque, salvo una, se utilizaron "cuerdas de nylon trenzado de ferretería" de las usadas como "tendedero de ropa", incapaces de sujetar con la fuerza necesaria. Y, a la hora de fijar el castillo hinchable al suelo, dado que no era de tierra por lo que no podía estar sujeto con estacas, el sistema idóneo, no se emplearon elementos pesados capaces de soportar 1.600 newton, como decía el fabricante. De hecho, dos de ellos eran bloques de hormigón de los usados en la construcción, tal como admitió el feriante que aparece como dueño de la atracción.

Así, fija cinco causas fundamentales del siniestro: las rachas de viento, los anclajes insuficientes, el mal estado de conservación de esos anclajes (cuerdas y cintas), las deficiencias en supervisor de la atracción y la falta de un espacio de seguridad libre alrededor del hinchable.