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El caso Déborah cumple 20 años con pistas de última hora pero abocado a la prescripción

La investigación del crimen solo se dirigirá ya contra el exnovio, pero la manipulación del disco duro podría derivar en otra causa judicial | La familia de la joven denuncia “amenazas veladas”

El lugar en el que empezó todo, la “curva del matadero” de Alcabre, donde se le perdió la pista a Déborah el 30 de abril de 2002. Hoy se cumplen 20 años desde aquel fatídico día. RICARDO GROBAS

El de Déborah es un caso de contrastes. Tras una investigación inicial plagada de errores y fallida, tras demasiados años guardado en un cajón y tras una reapertura judicial acordada en 2019 en la que las diligencias parecían ir a cuentagotas, en los últimos meses todo se aceleró. Las pesquisas tuvieron por fin el empujón que se merecían. Y esta última semana ha sido frenética, hasta el punto de que ayer la Policía Nacional aún seguía trabajando a contra reloj en pistas llegadas a última hora, como la de un testigo que, in extremis, acaba de aportar datos de un vehículo Mercedes y un varón a los que vio en la zona donde se halló el cadáver de la joven. Pero el paso del tiempo es inexorable y ha llegado el temido día. Hoy se cumplen 20 años desde aquel fatídico 30 de abril de 2002 en que Déborah desapareció cuando regresaba a su casa de Alcabre. Diez días después aparecería muerta a más de 40 kilómetros de Vigo, en una cuneta de la localidad de O Rosal. Y hoy, porque el Código Penal tampoco da margen, el caso prescribirá salvo sorpresa mayúscula. Si surgiesen otras vías de investigación, ya nada se podría hacer judicialmente. Tampoco actuar contra hipotéticos cómplices o encubridores. La causa, que está dando sus últimos coletazos, ya solo se podrá seguir contra el exnovio de la víctima, para el que se interrumpió la caducidad al haber adquirido, en esta recta final, la condición de investigado.

“A día de hoy la única persona que ostenta la condición de investigado es el que fue novio de Déborah. Una vez se practiquen las pruebas pendientes deberá la juez decidir si se abre juicio contra él o entiende que no hay elementos suficientes para ello a pesar de todo lo relatado”, valoraban ayer en un comunicado la familia y su equipo de abogados. Conscientes de que ni al principio ni en esta etapa final aparecieron pruebas científicas contra él –su ADN nunca saltó–, hacen hincapié sin embargo en que su imputación se base “en los informes policiales obrantes en autos”, en las “reiteradas contradicciones” en sus distintas declaraciones o en “todas las dudas” que hay “en los más de 2.000 folios de la causa”. Dudas que “dejó pasar la oportunidad de aclarar” después de que, ya imputado y en su declaración judicial de este marzo, declinase responder “a las decenas de preguntas que los letrados de la familia hubiéramos querido hacerle”.

Nueva etapa a partir del lunes

¿Qué pasará a partir del lunes? Ya son muy pocas las diligencias pendientes y solo tendrían valor, de arrojar resultados, con lo que respecta al investigado. Las pruebas de ADN están agotadas, al llegar ayer mismo la comparativa realizada con las bases de datos de otros cuerpos policiales (Ertzaintza y Mossos) distintos a la Policía Nacional, que llevó el caso. No aporta nada nuevo. Habrá que ver si surge algo, aunque parece complicado, en torno al relato del testigo que, este martes, declaró haber visto un Mercedes y a un varón de “unos 50 años”, pelo negro y “bien arreglado” la mañana del 1 de mayo de 2002 en la zona donde diez días después se halló el cadáver.

“Llega el momento de dejarte ir Deboritah, acataremos lo que venga orgullosos de la lucha”

Rosa es una de las caras visibles de la lucha emprendida con sus hermanos y padres para que se resuelva el caso de su hermana. Ayer, al cumplirse los 20 años, escribió un emotivo texto. Aquí se reproduce parte del mismo:

“Hay una frase de Mostesquieu que dice algo así como que cualquier injusticia sobre una persona representa una amenaza para todos los demás. Esta frase me removió el alma y supe que debía hacer lo imposible por lograr justicia para Déborah. El conseguirlo era una forma de que su muerte no fuese en vano, al menos permitiría que la persona que hizo tal atrocidad y que causó tanto dolor no pudiese volver a hacerlo. Tras 20 años de lucha, donde lo único que encontramos fueron palos en las ruedas por parte de las instituciones, puedo decir que no creo en la Justicia. Seguir sin respuestas es consecuencia de la pésima y precaria instrucción. No solo no cumplen con su función, sino que a pesar de ponérselo en bandeja entorpecen el procedimiento [...] ¡Por Dios, que hablamos de una niña de 20 años y ni si quiera se molestaron en hablar con su entorno más cercano de forma seria! Llega el momento de dejarte ir Deboritah y para dejarte hace falta coraje, más que el necesario para pelearte. Dejarte ir es dejar ir una gran parte de todos nosotros que quizás no volverá jamás. Acataremos lo que venga, pero cuando llegue el momento cerraremos este episodio orgullosos de haber luchado por ti hasta el último aliento”.



A modo de resumen, lo que falta son las periciales de la defensa del exnovio, que se declara inocente, y, al margen de otras diligencias que puedan surgir o proponerse, está pendiente un informe de la acusación particular que sí que podría adquirir protagonismo en esta nueva etapa. Se trata de la pericial del disco duro del ordenador de Déborah realizada por la empresa Lazarus Technology y que se tenía previsto entregar ayer. Un primer análisis ya concluyó que el dispositivo fue manipulado, pero el informe definitivo, explica uno de los abogados de la familia de Déborah, Ramón Amoedo, arrojará “a partir de cuándo” ocurrió eso y con qué programa. La cuestión no es baladí. Se da por hecho que dicha pericial no arrojará luz “sobre la desaparición y muerte” de la joven, pero, dada la “gravedad” de lo ocurrido, pedirán que esta manipulación sea objeto de “investigación judicial independiente”: de considerarlo así la jueza podría abrirse una pieza separada para esclarecer dónde y quién borró los datos del disco duro.

Pero para eso habrá que esperar. La familia de la víctima, ayer, agradecía el respaldo recibido en su intensa lucha. Los “miles de apoyos”, las “decenas de pistas” facilitadas o la labor de los periodistas. También resaltaron que pidieron que se investigasen todas las vías posibles o a toda persona que pudiese tener algo que ver: “Ni ha existido linchamiento mediático contra él [el exnovio] ni los letrados de la familia tenemos que soportar insultos y amenazas veladas de personas de su entorno, nos hemos limitado a hacer nuestro trabajo. Menos justificados son los ataques a la familia y amistades de Déborah por haber luchado por conseguir justicia”.

Los interrogantes se acumulan: ¿por qué hay 28 espacios en blanco en el listado de llamadas que recibió la joven?

Una cuestión en la que siempre incidieron la familia de Déborah y sus abogados fue en las “acciones y omisiones intencionadas” que, afirman, han impedido el avance de esta investigación y que ellos han pedido que se investiguen. Ayer, en su comunicado del 20 aniversario de los hechos, citaban algunas. Ahí está el misterio en torno al disco duro del ordenador de la víctima pero también el hecho de que en el listado de llamadas entrantes del teléfono móvil de la joven, enviado al juzgado por la compañía de telefonía en 2002, haya “28 espacios en blanco” que “han impedido saber” quién las hizo. Se preguntan asimismo porque “el listado de llamadas entrantes y salientes” del teléfono de su expareja “nunca llegó a la causa” pese a haberlo solicitado en su momento.

La familia dice también que, hasta la declaración del investigado este pasado 11 de marzo, “todas las pruebas practicadas” en el juzgado “fue a instancia” de ellos. “Pedimos que se investigaran todas las vías, que se tomaran muestras de ADN a más de 30 personas o la exhumación del cuerpo de Déborah”, afirman entre otras cuestiones propuestas. “Hemos facilitado a la Policía un listado de casi cien varones”, añaden, para saber “si habían sido investigados” o, de no ser así, para que se indagase en ellos. Y se refieren a las pruebas de ADN en las que saltaron coincidencias, no concluyentes y ya descartadas, en relación con tres varones. Son el antiguo testigo que dijo haber visto una furgoneta con “unas piernas rígidas”, un hombre incluido en la base de datos de delincuentes sexuales y el dueño de un vehículo identificado en 2002.

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