"Aunque exteriormente tenga una apariencia física... bien, porque estoy en peluquería en prisión, porque en prisión gracias a Dios también se vive, también comemos, tenemos peluquería, nos arreglamos unas a otras… mi pena está por dentro. No es una pena para dos meses. Mi pena es eterna, es para toda la vida"

Así se expresaba Paquita González Navarro, la parricida de Santomera (Murcia), en su turno de palabra en la última sesión del juicio que se siguió contra ella por asesinar a sus dos hijos pequeños, Francisco Miguel y Adrián Leroy, en su casa del citado municipio de la Huerta de Murcia.

Los dos menores fallecieron por asfixia: fueron estrangulados con el cable del cargador de un teléfono móvil. El hermano mayor, José Carlos, dormía en otra habitación mientras sucedían los hechos. Francisca mató a sus dos hijos de 4 y 6 años el 19 de enero de 2002. Del doble crimen se cumplirán el próximo miércoles dos décadas

Una multitud acompaña a Paquita y José en el entierro de los dos niños asesinados. Gloria Nicolás

"No soy una persona fría, déspota, calculadora. Soy una persona muy cariñosa. En prisión, creo que soy la persona que más está dando ahí", hacía hincapié entonces a las personas que tenían como cometido emitir su veredicto.

El alegato de Paquita González fue lo último que escuchó el jurado en un proceso que concluyó con una condena: cuatro décadas entre rejas por los dos asesinatos. El primer permiso se lo dieron en 2016 y, desde entonces, pudo disfrutar de algunas salidas del penal de Campos del Río, el cual abandonaba en verano de 2020 en el coche de su abogado, tras obtener el tercer grado. "Me encuentro un poco devastada", declaraba entonces a los periodistas que aguardaban para verla.

Paquita, a la izquierda de la imagen, de fiesta la pasada Navidad..

El tercer grado le duró poco a Paquita. La condenada, al dejar la cárcel, tenía que estar localizada, y ella facilitó la dirección de un conocido, residente en la vecina provincia de Alicante. Cuando este hombre tuvo conocimiento de que Francisca había dado sus señas, pero en realidad no vivía con él, lo comunicó a Instituciones Penitenciarias y el tercer grado fue revocado. Francisca es ahora una presa más, aunque goza de permisos, algunos de los cuales han acabado en castigo: un análisis de orina detectó que había consumido estupefacientes en el tiempo que pasó fuera de prisión y dejó de disfrutar de permisos durante una temporada.   

"Yo tenía todo en orden, hasta mi suegra me quería a raudales", declaró en su juicio

Francisca González Navarro es la protagonista de uno de los crímenes que, junto al de la catana y al de los holandeses, más impacto ha producido en la Región de Murcia en los últimos años. El doble asesinato fue en enero de 2002, a ella la arrestaron tras las exequias de los pequeños, fue mandada a prisión provisional y el juicio tuvo lugar en octubre de 2003.

Imágenes inéditas del juicio de la parricida de Santomera (Murcia)

Imágenes inéditas del juicio de la parricida de Santomera (Murcia) Eva Moya

Una vista durante la cual Paquita culpó a su esposo, José, ("él continuamente me amenazó con que me iba a matar") y a la droga ("me cobijé en la cocaína y empecé a tomarla a las cinco de la tarde"), insistió en que esa noche hubo un intruso en su casa ("yo no sé si fue efecto de la coca, pero yo vi ahí a un ecuatoriano con guantes de látex, como llevan los médicos") y remarcó que no recordaba haber dado muerte a sus hijos ("intenté reanimarles, les hice la respiración boca a boca").

Paquita llegó a pedir en la vista oral que no la dejasen libre, ya que "no podría estar en la calle, no estoy bien"

En su primera declaración ante el tribunal que iba a decidir su destino, Francisca arremetió contra su marido, José, y aseguró que "me tenía amenazada, humillada, no me ha matado porque he llevado un ángel siempre detrás; denuncias, ninguna, por temor a él. Por miedo, por lo que él me pudiera hacer o lo que hiciera a mis hijos".

Paquita junto a su abogado, Cándido Herrero, en una sesión de su juicio en 2003. Pedro Matínez

"Mi marido es de muy buen espíritu, de buen corazón, pero conmigo no era así", apostilló la mujer, defendida por Cándido Herrero, en un Palacio de Justicia donde se agolpaban los medios de comunicación. "Él venía de una relación mala, era proxeneta", prosiguió sobre José, "se enamoró de mí, según él; yo me enamoré de él. Pero, a los seis meses, me empezó a hacer cosas con las que yo no estaba de acuerdo".

Entre esas cosas, desgranó, intercambio de parejas. "Todo tema sexual: yo no estaba conforme, pero accedí por miedo. Pero me daba asco, me repugnaba", manifestó.

Cuestionada sobre si llegó a desear la muerte de su marido, Francisca aseveró: "No soy ninguna asesina, no me considero una asesina, por supuesto que no". No obstante, admitió que llegó a barruntar que José "se hubiera pegado un golpe con el coche".

"La cocaína destruyó mi vida, me quitó a mis hijos y dije que jamás en la vida la volvería a probar"

Acerca de la cocaína, incidió en que la noche del doble crimen consumió muchísima, "en cigarro y por la nariz, hasta que ya no podía más". Pese a drogarse tanto, aseguró que en la cárcel no lo hacía. "He podido olvidarme de ella y sí era una adicta importante", sostuvo. 

"Igual nunca se sepa..."

"Yo entré a prisión con muchísimo dinero y podía haber comprado cocaína, pero yo dije que la cocaína destruyó mi vida, me quitó a mis hijos y dije que jamás en la vida la volvería a probar. Y desde ese día hasta hoy estoy sin probar la cocaína, la aborrecí", resaltó.

Paquita y su esposo, en las exequias por sus dos hijos pequeños; al término del funeral, ella fue arrestada. Gloria Nicolás

Reiteró la parricida de Santomera que no se acordaba de haber asesinado a los menores "y, si lo recordara lo diría, por supuesto. No tengo por qué ocultar nada".

"Se dice que yo dije delante de la Comandancia que yo había matado a mis hijos, cuando yo nunca he dicho eso", espetó en su declaración, donde también indicó: "Yo era una madre responsable, tenía todo en orden, hasta mi suegra me quería a raudales". Aquella noche, en el dúplex de la calle Los Montesinos, "si estuve yo sola, si hubo alguien… no lo sé e igual nunca se sepa", aventuró la mujer en su declaración.

"Aunque intente rehacer mi vida y tenga dos o tres hijos más, no valdría para quitar el hueco de ellos"

Francisca siguió poniendo el foco en las carencias de su matrimonio, en el cual "me sentía mal, no querida, muy humillada, distanciada… lo que más quería en mi vida eran mis hijos, son los que me hacían vivir". 

La parricida, esposada, en un pasillo de la Ciudad de la Justicia de Murcia. M. Guillén

A la pregunta de dónde quisiera estar, tras concluir el proceso judicial, apuntó: "Me gustaría estar en el psiquiátrico, es lo mejor para mí". "No me gustaría ir a la calle, no podría. No por la gente, sino porque no estoy bien", resaltó.

En su último alegato, la parricida tuvo palabras para "los medios de comunicación", y se quejó de que "siempre se ha dicho que soy una persona fría y calculadora", aunque "los amigos que tengo en prisión, tanto los funcionarios como los jefes, etcétera, me conocen y no soy así. Mi familia, en el pueblo, se me conoce... no soy así"

"Tengo una pena enorme"

El 30 de octubre de 2003, en su turno de palabra como colofón, Paquita González consideró que había sido "un juicio bastante eficaz". Se levantó cuando se lo pidió la magistrada María Jóver y pidió sentarse para dar su discurso.

"Yo esto solo lo había visto en televisión, nunca lo había vivido", comentó, para añadir que "hay muchas cosas que no se van a saber". "Yo estoy muy cansada. Y todos ustedes", espetó al jurado. 

De su esposo, dijo que "no me ha matado porque he llevado un ángel siempre detrás"

"Mi aspecto no puede ser el de estar sonriendo, porque tengo una pena enorme y esa pena es para toda la vida, porque he perdido lo que más quería en la vida, que son mis hijos; y aunque intente rehacer mi vida y tenga dos o tres hijos más, no valdría para quitar el hueco de ellos", manifestó la mujer, al tiempo que precisó que "en el jurado supongo que habrá padres y madres y saben que lo que más se quiere son los hijos".