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Tribunales

La amante de Ardines, a preguntas de la fiscal: "No maté a Javier"

Un hostelero al que otro testigo escuchó decir que "iba a matar" al concejal niega haberlo hecho

El acusado de inducir el crimen del edil de IU, Javier Ardines, Pedro Nieva. EP

"No maté a Javier". Con frase ha finalizado en la mañana de este jueves la declaración de la amante de Javier Adines, con la que mantuvo relaciones sexuales intensas la víspera de su asesinato. La mujer, en la treintena, declaró a puerta cerrada en el juicio por el crimen del concejal de Llanes, con la sola presencia del jurado, los letrados y la fiscal y las hermanas de Pedro Luis Nieva y las cuñadas de Ardines, sin olvidar su propio letrado, Iván Cortina, del despacho de Luis Tuero. La mujer, que realizó una primera declaración ante la Guardia Civil que ésta rebajó para evitar más daño a la familia del edil, admitió que la Guardia Civil le informó de que su ADN había aparecido en el cuerpo de Ardines, por lo que era necesario que declarase por segunda vez. Esta afirmación, sostiene el letrado Fernando de Barutell (defensor de Maamar Kelii), choca frontalmente con lo declarado por los agentes de la Guardia Civil, según los cuales no habrían informado de nada a la mujer, dado que habrían cometido un ilícito penal. Por eso, al final de juicio, las defensas pedirán que se investigue si se ha producido un delito de contra la Administración de Justicia o falso testimonio.

Las defensas evitaron cualquier pregunta sobre las relaciones sexuales mantenidas por la mujer con Ardines la víspera del asesinato. Sobre ese aspecto ahondó más la fiscal Belén Rico, que quería demostrar la tesis de la Benemérita de que la aparición del ADN en el cuerpo y en las vallas que se usaron para tender la emboscada al concejal se debieron a una transferencia desde las manos del propio Ardines. Fueron los únicos restos hallados en la escena del crimen. Las defensas consideran que debería haberse investigado a esta mujer y a su pareja (de la que ha terminado separándose), pero la testigo aseguró que no tenía constancia de que los agentes se hubiesen entrevistado con el hombre. La fiscal Rico terminó su interrogatorio con una pregunta que hizo a todos contener la respiración: "¿Mató usted a Javier Ardines?". A lo que ella respondió: "No maté a Javier".

En la jornada de este jueves declaró también el médico de guardia en el centro de salud de Nueva de Llanes, curiosamente el esposo de la mujer que había quedado con Ardines esa mañana para hacer un reportaje fotográfico de la costa llanisca. "Me informaron de que había aparecido una persona joven inconsciente en un camino de Belmonte de Pría. No sabían si respiraba o no. Nos desplazamos en ambulancia y también acudió una UVI móvil. Fuimos para allí y al poco de enfocar, nos salió al paso un guardia civil que ya me dijo que no me apurara, que la persona estaba fallecida. El cuerpo estaba en decúbito supino en el camino. Se trataba de Javier Ardines y estaba muerto. Yo lo conocía de participar en eventos comunes. A los cuatro o cinco minutos nos marchamos. Fue en ese momento cuando llegó la hija de Ardines. Siempre que se produce una muerte de este tipo se llama a los médicos forenses", relató.

A continuación declaró un primo carnal de Ardines, que fue la persona que dirigió a los agentes hacia la amante del concejal. "A ella la conocía de un grupo de senderismo. Nunca vi ninguna escena, pero sospechaba que podían tener algo, porque ella estaba siempre muy pendiente de Javier. Además, me chocó que ella no volviese a aparecer desde el crimen", explicó. También informó a los agentes sobre el propietario de un bar-restaurante de Guadamía, que se sintió perjudicado por prohibir el acceso rodado a los Bufones de Pría. "Él decía: 'Esto lo hace para fastidiarme, este señor me quiere joder la vida'. Otro día que estaba comiendo con mi mujer y otro matrimonio, él aseguró: 'A ese hijo de puta lo voy a matar'. En ese momento salió su mujer y dijo: 'Calla, que estás loco'. Desde ese día no entramos más en ese restaurante", aseguró.

Luego declaró un amigo de Ardines con el que comió la víspera del asesinato, siguió luego la ya reseñada amante del concejal y luego el hostelero que dijo que iba a matarle, según el primo de la víctima. El hostelero admitió que "estaba enfadado con él", porque había estado tomando sidras con Ardines un domingo, y el miércoles se había cortado el paso a su restaurante, sin que el concejal le avisase de nada. Además, "no conozco ningún restaurante al que no se pueda llegar en coche". Por ese motivo, "dejé de hablarle". Negó haber dicho que fuese a matarle, simplemente denunció al Gobierno municipal. Sí reconoció que era "de muy pronto", y que alguna vez había deseado la muerte de alguna persona "sufriendo". "Soy mucho de decir de alguien que se muera", indicó. El día del crimen, dijo, estuvo en su casa, y esa mañana, a eso de las nueve, fue a comprar pescado. "Vi un coche de la Guardia Civil a la puerta de la casa de Ardines, y cuando volví ya vi todo el follón", rememoró. El abogado Barutell le preguntó directamente, quizá para emular a la fiscal Rico con la amante de Ardines, si había matado al concejal, a la lo que el hostelero respondió: "No, señor".

Finalmente declararon el letrado municipal (hoy jubilado) Avelino Cimadevilla y dos agentes afectados por el proceso de reducción de interinos que inició el Ayuntamiento. El letrado explicó que la medida vino determinada por la legislación que obligaba a reducir los interinos a un 8 por ciento de la plantilla. No supo de conflictos con el concejal Ardines por ese motivo. Todos recursos de los afectados, alguno de los cuales llegó al Supremo, cayeron en saco roto. Los policías interinos admitieron que no estaban precisamente contentos con el concurso para cubrir las vacantes, pero también reconocieron que Ardines les había felicitado cuando lograron detener judicialmente el proceso: "Me alegro de que lo hayáis conseguido parar", les dijo. Estos mismos agentes indicaron que, cuando el asesinato, hubo habladurías de que el crimen podía tener que ver con el hallazgo de unos fardos de cocaína en la costa de Llanes, pero eran eso, habladurías.

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