La autoridad judicial que investiga el caso de las niñas Anna y Olivia, presuntamente asesinadas por su padre, Tomás Gimeno, autorizará en los próximos días el cese de las operaciones de rastreo del buque oceanográfico Ángeles Alvariño en busca de los cuerpos del presunto asesino Tomás Gimeno y su hija Anna, al llegar a la conclusión, tanto la instructora como el responsable de operaciones de la embarcación, de que resulta «imposible» continuar con el rastreo ante lo escarpado del terreno submarino.

La magistrada titular del Juzgado de Violencia sobre la Mujer numero dos de Santa Cruz de Tenerife, órgano competente para la investigación del caso, tomaba esta decisión ayer, miércoles, tras haber recibido un informe del responsable de operaciones del barco en el que califica de «completamente inabordable» la exploración en la zona en donde hipotéticamente podrían localizarse nuevos resultados.

Según se desprende del informe técnico, en el transcurso de la búsqueda la Policía Judicial pudo recopilar y analizar nuevas informaciones relativas al caso, como descubrir que en la larga deriva que protagonizó la embarcación de recreo tras la pérdida de señal del móvil, durante un corto periodo de tiempo sus motores volvieron a funcionar y realizó una navegación de unos tres minutos.

Así, el punto donde paró de nuevo los motores se convirtió en la marca más probable donde Tomás Gimeno hubiera podido arrojarse al mar.

Nueva área de rastreo.

A partir de este punto se diseñó una nueva área de batida, centrándola sobre ese mismo punto, en torno a 500 metros, y delimitando la línea de deriva a partir de una calle de 500 metros de anchura, 250 a cada lado, sobre la que rastrear. La deriva comenzaba en las coordenadas 28° 22.7153’ N y 016° 12.6818’ W y con un rumbo al 220º. Mediante el uso del robot submarino Liropus 2000, el buque Ángeles Alvariño desarrolló un total 176 líneas y tránsitos, quedando delimitado el polígono entre las coordenadas 28° 22.9026’ N 016° 13.1761’ W y 28° 22.2693’ N 016° 12.4063’ W, con una distancia total recorrida de 60.006 metros y una superficie explorada de 611.903 metros cuadrados. Esta línea de deriva fue tomada como base y la exploración se fue extendiendo a ambos lados.

Hallazgo de las minibotellas.

En las coordenadas 28° 22.6342’ N 016° 12.8263’ W y 28° 22.6570’ N 016° 12.8174’ W aparecieron los dos biberones de buceo que se verificó pertenecían a Gimeno. Ese tipo de botellas da un suministro de aire muy limitado, y se especula con la posibilidad de que los utilizara en su intento de suicidio para asegurar que alcanzaba la profundidad necesaria para no tener vuelta atrás, recoge el documento. En torno al lugar de aparición de los biberones se establecieron líneas de búsqueda separadas por cinco metros para tener la certeza de que en la zona no quedaba ningún objeto, por pequeño que fuera. Así, se rastreó también por si aparecía el cinturón de plomos, lo que confirmaría que quedó a la deriva, pero no pudo hallarse.

Desplazamiento del cuerpo.

Dadas las corrientes que existen en el fondo marino no se puede asegurar que un cuerpo lastrado con un cinturón de buceo no pudiera desplazarse rodando y, en consecuencia, llegar hasta un lugar no determinado y, por tanto, fuera de la capacidad de búsqueda de la que dispone el buque

En la línea de deriva.

En este sentido, y no disponiendo entonces de nuevas pistas, los investigadores procedieron a continuar la búsqueda sobre la línea de deriva que habría seguido la embarcación de Tomás Gimeno. Al respecto, se trazaron 35 líneas perpendiculares a la misma, con una separación de 20 metros. Esto se correspondería con una deriva de 35 minutos, pudiéndose asegurar al 100% que el cuerpo no se encuentra en ese área, después de haber cubierto 700 metros de la deriva.

Una zona escarpada.

A partir de este punto, el fondo cambia considerablemente pasando de ser una zona idónea para la búsqueda a todo lo contrario, convirtiéndose en un espacio muy escarpado con gran cantidad de barrancos y grietas. Con el propósito de facilitar la búsqueda se decidió entonces trazar líneas longitudinales con la misma trayectoria que la deriva, para de esta manera hacer menos dificultoso el avance. No obstante, hasta en dos ocasiones se produjeron enganches serios con las rocas del fondo del cordón umbilical que conecta al robot submarino con el buque , y en una de ellas fue necesaria casi una hora para liberarlo.

Alto resgo.

Según los peritos, se trata de una «zona crítica» para poder operar en condiciones con el vehículo submarino, debido al «altísimo riesgo» de pérdida. Pero además del inconveniente que representa para el normal desarrollo del robot, la orografía de esos fondos provoca que la búsqueda resulte bastante menos eficaz, debido a la cantidad de grietas y barrancos y la enorme profundidad, en ocasiones de centenares de metros, que en absoluto permite a los investigadores asegurar que en aquellas zonas que ya habían sido rastreadas no estuviera el cuerpo de Tomás o bien algún otro objeto procedente de la embarcación. Tal y como explican los expertos, las tareas se fueron complican mucho, básicamente al pasar de trabajar en dos dimensiones y sobre una superficie definida, a hacerlo en tres dimensiones y en condiciones muy complejas por la batimetría.

El robot pierde eficacia.

De hecho, apunta que una vez pasados los primeros minutos tras la parada del motor de la embarcación de recreo, que sí se considera un punto donde Tomás Gimeno habría podido saltar al mar, en el resto de la deriva existen las mismas probabilidades que en cualquiera de sus puntos, siendo esta, además, muy baja. «Lo más probable», señalan los técnicos, es que hubiera saltado al mar en la zona donde aparecieron las minibotellas de oxígeno y, posteriormente lo arrastrase la corriente.

La longitud de la deriva se estima en 14 kilómetros y el avance de exploración del robot submarino sería de una línea perpendicular por hora en las mejores zonas, lo que equivale a 20 metros de avance cada sesenta minutos.

Así, la exploración de los 14 kilómetros de deriva con este método es algo «completamente inabordable», precisa el informe, que señala también que si bien para buscar en zonas más localizadas un robot como el Liropus 2000 es la herramienta ideal, no lo es cuando se trata de zonas muy amplias y tan poco delimitadas.

Una conclusión unánime.

Como consecuencia del anterior informe, y tras entrevistarse personalmente tanto con el responsable de operaciones del buque Ángeles Alvariño, como también con los responsables policiales de la investigación, se llegaba a una conclusión unánime: la imposibilidad de continuar con las labores de búsqueda, detallan desde el Tribunal Superior de Justicia de Canarias (TSJC).

Por ello, la magistrada instructora tiene previsto dictar la resolución por la que autorizará al buque Ángeles Alvariño al cese de las actuales operaciones, circunstacia que se dio el día de ayer.