El criminólogo tinerfeño Félix Ríos considera que, en el caso del asesinato de las niñas Olivia y Anna, «no se deben buscar culpables más allá de Tomás Gimeno», el padre de las mismas, que actuó con la intención de causar el mayor dolor posible a la madre, Beatriz Zimmermann, y dejarla toda su vida con la incertidumbre de lo que realmente ocurrió.

Este perito judicial se refiere así a algunas informaciones en las que esta semana se ha señalado a la última pareja sentimental de Gimeno o a los familiares de este por no avisar a la progenitora o a las fuerzas de seguridad de lo que pretendía hacer. Ríos recuerda que la novia del asesino no podía imaginar en la tarde del 27 de abril que se trataba de algo más que una fuga individual. Y, respecto a los padres de Tomás, asegura lo mismo. Y así lo dejó claro la magistrada titular del Juzgado de Primera Instancia e Instrucción número 3 de Güímar el pasado miércoles en el auto por el que se inhibía del caso en favor de un Juzgado de la Mujer de Santa Cruz de Tenerife. La autoridad judicial explicó entonces que, «en referencia a la carta que dejó el acusado dirigida a su actual pareja despidiéndose de ella, en la misma este no hacía referencia alguna a que tenía en su poder a las niñas, por lo que la destinataria no podía intuir que se estaba gestando la comisión de alguna acción ilegal».

Tras la divulgación del auto judicial en el que se hizo una detallada descripción de los movimientos de Tomás Gimeno en la tarde en que ocurrieron los asesinatos de las pequeñas, también se cuestionó la coordinación entre las diferentes unidades de la Guardia Civil y si se pudo detener al padre tras tirar por la borda los cadáveres de sus hijas. De hecho, la directora general del Instituto Armado anunció la apertura de una información reservada al respecto para ver si funcionaron los protocolos. Félix Ríos señala que el guardia civil del puesto de Radazul que atendió a la madre entre las 22:30 y las 22:40 horas del 27 de abril no disponía de mucho margen de maniobra. «Al no existir convenio regulador del régimen de visitas de las niñas, el agente no tenía capacidad legal para ordenar al padre lo que tenía que hacer», indica Ríos.

«Una fuga»

En esa línea, recuerda que la propia madre, «hasta el mismo día del hallazgo del cuerpo de Olivia, se reafirmó en que Tomás no le haría daño a sus hijas, al igual que numerosos amigos, conocidos y familiares». Para Ríos, los funcionarios del Servicio Marítimo de la Guardia Civil que en la noche de los hechos, a las 23:15 horas, le dieron el alto al padre cuando regresaba al puerto deportivo, «en ese momento no tenían ninguna alarma activa con respecto a la búsqueda de Tomás ni ningún elemento sospechoso en la embarcación”.

Además, piensa que su actuación ayudó a la investigación para restar el tiempo que dichos agentes interactuaron con el individuo del tiempo global de la navegación en su primera salida. Añade que “ese dato, combinado con el área de cobertura de las primeras llamadas pudo ser fundamental para acotar el área de búsqueda de Olivia”.

A juicio del criminólogo, si no prosiguen las tareas de inspección del fondo marino para intentar localizar los dos cuerpos que faltan porrecuperar, sobre todo el del hombre, o no dan los resultados esperados, «en poco tiempo el caso será sobreseído provisionalmente y empezarán a contar los 20 años de prescripción» de los delitos de asesinato. «Esa contabilización se parará cada vez que se reabra la causa y se practiquen gestiones dirigidas a encontrar a Gimeno», apunta.

Paso a paso

Sobre la cronología desarrollada desde finales de abril hasta ahora en este complejo asunto, comenta Ríos que «todo procedimiento de investigación criminal sobre una desaparición con tintes de homicidio obliga a ir implementando inspecciones y técnicas cada vez más profundas e intensas, en función de la dificultad que va planteando el caso». Apunta que, «a medida que avanzan las gestiones, se toman medidas». En cuanto a si el barco Ángeles Alvariño llegó muy tarde, el criminólogo considera que «llegó cuando tenía que llegar»; además, advierte de que la autorización de la magistrada para la participación del buque del Instituto Español de Oceanografía tenía que estar «suficientemente justificada».

En los trabajos de rastreo, Ríos valora de manera muy positiva la colaboración y coordinación entre los datos de geolocalización de las llamadas de Gimeno en la noche y la madrugada de los hechos recuperados por la Guardia Civil, así como la intervención desarrollada por los investigadores que controlan el sonar de barrido lateral y el robot Liropus, en base a los tiempos de travesía de Tomás y los puntos de anclaje (lugares a partir de los cuales se inicia la localización, en función de dónde se hizo una llamada o dónde se halló un objeto).

¿Dónde se tiró Gimeno?

Para Ríos, una de las dificultades ahora se halla en saber si Tomás Gimeno, después de haber enviado su último mensaje de texto, concretamente a las 2:27 horas del 28 de abril, se suicidó en ese lugar, o bien tiró al mar o apagó el móvil y continuó navegando varias millas más. Respecto a los nuevos equipos tecnológicos que se analizan para sustituir a los del buque Ángeles Alvariño, este especialista señala que no tiene sentido que ahora, que la búsqueda entra en un proceso de mayor dificultad, los recursos tengan menos capacidad operativa para lograr el objetivo.