La botella de buceo y la funda nórdica encontradas a las 14:00 horas del pasado lunes a 1.000 metros de profundidad y a unas tres millas de la costa de Santa Cruz de Tenerife pertenecen a Tomás Gimeno, el padre de las niñas desaparecidas desde el pasado 27 de abril, que también era aficionado al submarinismo. A la espera de que se conozcan más datos relacionados con la investigación de este caso, la localización del depósito de oxígeno y de la pieza doméstica suponen uno de los descubrimientos más relevantes para intentar conocer el paradero de las menores y su padre en las siete semanas de trabajos para saber qué ocurrió con las citadas tres personas. Además, fuentes de la investigación confirmaron que ambos elementos estaban anudados entre sí en el lecho marino.

La confirmación de que ambos efectos son propiedad de Tomás Gimeno fue adelantado ayer por la directora general de la Guardia Civil, María Gámez, en un acto desarrollado en Murcia. Dichos objetos han sido trasladados al Servicio de Criminalística del citado cuerpo de seguridad en Madrid para proceder a un análisis riguroso. Tanto el depósito de aire como la pieza textil se encuentran bien conservados, puesto que llevaban poco tiempo en el lecho marino. Hasta la tarde de ayer no se había localizado otro objeto de interés.

Una interrogante que se abre ahora es saber para qué pudo usar Gimeno la botella de aire y la funda nórdica atadas. El exjefe del Grupo Especializado de Actividades Subacuáticas (GEAS) de la Guardia Civil en la Comandancia de Las Palmas, Juan Ortega Machín, explicó que un depósito de oxígeno para buceadores lleno puede tener un peso de unos 14 kilos, mientras que si está vacío puede quedarse en unos 200 gramos menos. En opinión de Machín, en el hipotético caso de que Gimeno hubiera querido utilizar el mencionado efecto para lastrar algo, lo pudo hacer sin ningún tipo de problema. Hay ocasiones en que ese lastre se puede efectuar con cuatro o cinco kilos. En el supuesto de que el objeto a lastrar estuviera dentro de una sábana o funda nórdica, con las que se generan bolsas de aire, el peso debe ser de varios kilos más para que llegue bien al fondo. A unas tres millas de la costa de la capital tinerfeña, las profundidades pueden oscilar entre los 600 y los 1.100 metros, aclara Machín.

Tal y como adelantó ayer EL DÍA, el buque oceanográfico Ángeles Alvariño continuará la labor de rastreo de los fondos marinos frente a la capital tinerfeña, gracias al hallazgo del pasado lunes. La directora general de la Guardia Civil confirmó que el barco del Instituto Español de Oceanografía (IEO) proseguirá su inspección submarina hasta el próximo 14 de junio. Cabe recordar que, en un principio, su trabajo en este asunto estaba previsto que concluyera ayer.

El área en la que ha efectuado el rastreo con el sonar de barrido lateral y la inspección con el robot Liropus abarca unas diez millas cuadradas (unos 34 kilómetros cuadrados), en base al geoposicionamiento del teléfono de Tomás Gimeno en la noche y la madrugada de los hechos, donde se puso en contacto con su exmujer, sus familiares y amigos. A la primera le dijo que no volvería a ver a sus hijas ni a él, mientras que con sus seres queridos y amistades tuvo palabras de despedida.

En los últimos dos días, el Ángeles Alvariño ha llevado a cabo el rastreo en el mismo punto y los alrededores de donde aparecieron la botella de buceo y la funda nórdica. La identificación del depósito de aire para buceadores no ha resultado una tarea compleja para los investigadores. María Álvarez pertenece a la empresa Inairpres, que se dedica a la inspección y control de este tipo de productos. Álvarez aclara que estas botellas deben pasar una inspección anual, en la que se emite un certificado de su correcto estado y se le coloca un adhesivo.

Además, cada tres años tienen que someterse a otro control, en el cual se les realiza una prueba hidráulica de expansión volumétrica. Es decir, se la llena de agua a la presión que dice el fabricante para saber si el metal de la botella se deforma o no. Si se ratifica que el metal no se dilata, entonces las empresas de inspección troquelan por impacto la fecha en la que se hizo la prueba, la fecha de caducidad y su sello. También se emite un certificado en el que se incluye el nombre del propietario del depósito de aire, el número de serie del producto y su capacidad. El troquelado se lleva a cabo en la ojiva, o curva de la parte superior de la botella. Cada empresa debe llevar un registro de su actividad, gracias al cual se sabe a quien pertenece cada depósito, como si fuera una estación de ITV.

En la jornada de ayer, en la página de Facebook que divulga mensajes e imágenes sobre las menores desaparecidas se podía leer otro texto de la madre: “Tantos sueños por vivir mi Oli, tanto que compartir junto con tu hermana Anna, las tres juntas. Las tres viviendo como cualquier familia, eso es lo único que pido. Ahora mi único sueño es que estemos juntas y que, sea como sea el futuro que nos espera, nada nos separe”.

Joaquín Amills, portavoz de la madre de las pequeñas, Beatriz Zimmermann, y presidente de SOSDesaparecidos, explicó que dicha mujer no tenía nada que decir sobre los hallazgos del pasado lunes. Y hasta la mañana de ayer no se le había mostrado la funda nórdica encontrada en el fondo marino, por si la reconocía.

En base a lo que ha trascendido hasta ahora, en los registros hechos en la casa y la finca de Gimeno en Igueste de Candelaria, así como en su coche y su lancha, no se detectó rastro, prueba o indicio alguno sobre el paradero de las tres personas. De ahí la importancia que adquiere el hallazgo de la botella de buceo y la funda nórdica propiedad de Tomás, sobre el que se dictó una orden internacional de búsqueda hace más de un mes.