La difusión a nivel nacional e internacional de la desaparición de Tomás Gimeno y sus hijas Olivia y Anna tiene una cara oculta de personas sin escrúpulos que buscan cometer estafas a los familiares de las menores o divulgar noticias falsas sin fundamento alguno. Así lo plantea Joaquín Amills, presidente nacional de la ong SOSDesaparecidos. No es la primera vez ni será la última. Amills lo dice de otra manera: «estamos acostumbrados». Hace apenas tres días, su entidad recibió una llamada, supuestamente de un teléfono marroquí. Una persona se ofreció a rezar para poder encontrar a las pequeñas. Amills le dijo que le parecía bien, pero el interlocutor le aclaró que tenía poderes, que gracias a su acción se podría localizar a las niñas y que esa acción costaba «3.000 euros».

Después de 11 años de experiencia en este ámbito, cuando recibe una comunicación de este tipo, ya se imagina cuál es el objetivo de quien se ofrece a ayudar. Esta forma de estafa tiene múltiples circunstancias y variantes. En palabras de Amills, cuando se publica la desaparición de una adolescente en España, a las tres o cuatro de la madrugada, suele recibir llamadas desde México para informar de que ha sido secuestrada y que con el abono de 1.000 euros será liberada.

En otros casos, la persona que llama utiliza un mapa en internet para dar una determinada ruta y, a partir de un punto, señala que aplicará sus poderes para llegar hasta el desaparecido y por ese servicio pide una cantidad de dinero.

Para el representante nacional de SOSDesaparecidos, «toda información es de agradecer» y tampoco se puede decir que, «si no está seguro, que no llame; eso es un error». En opinión de Joaquín Amills, de donde menos se imagina puede salir algún dato valioso para las fuerzas de seguridad. Y la labor de su ong es, precisamente, filtrar esa llamada, en base a datos que solo conocen familiares y amigos de los protagonistas de la desaparición. Si no supera esa prueba, la información no se suministra a los investigadores para evitar que pierdan el tiempo, apunta.

Según el portavoz de SOSDesaparecidos, también existen mensajes de «muy mal gusto para sacar beneficio de todo esto». Es consciente de que, «a medida que pasen los días, esto irá a más». Y es que también están las personas que afirman que han tenido un sueño y están en condiciones de decir dónde pueden hallarse las personas desaparecidas; o bien que se reunen cuatro personas e interpretan lo que han soñado. Amills dice que «nunca he visto que un caso se resuelva de esta manera».

La información falsa y los bulos generan «una doble victimización» entre los familiares de las niñas desaparecidas, «que es lo más horrible que pueden sufrir» en estos momentos, ya que, además de lidiar con un dolor que no es fácil de describir, encima tienen que recibir historias no contrastadas o bulos, «lo que es muy cruel».

Comenta que la mayoría de los profesionales de la comunicación buscan ofrecer el aspecto constructivo de la situación, divulgar e intentar buscar la empatía con los familiares de los desaparecidos, «ya que lo demás sobra». Como ejemplo de uno de estos asuntos que se divulgan sin contrastar, menciona el supuesto plan de la madre de Anna y Olivia, Beatriz Zimmermann, para marcharse a Bélgica con las niñas y su actual pareja, de nacionalidad belga, para alejar a las menores de su progenitor. A juicio de Amills, por un lado, con dicha hipótesis se otorga una justificación al supuesto secuestro de las menores por parte de Tomás. Y, por otro, no está contrastado, ya que Beatriz «en ningún momento lo pensó; siempre repitió a Gimeno que Olivia y Anna debían ver a su padre, así como que la custodia tenía que ser compartida».

En el supuesto caso de que este sea un episodio de secuestro parental, como hay muchos otros con personas de diversos países, Joaquín Amills señala que «nada indica que, si Tomás recapacita por amor a las niñas, no pueda volver todo a la situación anterior» a la noche del pasado 27 de abril.