Dos semanas se cumplen este martes desde que las niñas Olivia y Anna Gimeno Zimmermann, junto a su padre, fueran vistas por última vez en Tenerife. La madre, Beatriz, aseguró este lunes que es falsa la afirmación de que planeara llevárselas a Bélgica, el país de origen de su actual pareja, y rechaza que tuviera intención de separarlas de su padre ni que ese pudiera ser el detonante del supuesto secuestro.

La mujer que denunció el caso después de que Tomás Gimeno no le devolviera a sus hijas en la noche del 27 de abril aclarara que ese supuesto proyecto de reiniciar una nueva vida lejos del Archipiélago no se ajusta a la verdad, como reflejan algunas informaciones y comentarios en redes sociales desde hace días. Zimmermann afirmó a EL DÍA: «claro que lo niego, es absurdo». Esta tinerfeña, que ha recibido ya innumerables muestras de apoyo y solidaridad de todo el mundo, aseguró: «adoro mi Isla y la calidad de vida aquí es inigualable». También se muestra tajante y se reafirma en lo ya expresado en anteriores ocasiones: «además, nunca las separaría del padre; siempre le dije (al progenitor) que la custodia fuera compartida».

En cualquier caso, esta mujer evita profundizar en asuntos relacionados con el ámbito sentimental y privado. Ante la actual situación y la proliferación de comentarios de todo tipo sobre el caso, prefiere concentrar sus pensamientos en la difusión «de las caras de las niñas y el padre para encontrarlas». De hecho, Beatriz nunca ha manifestado a los investigadores de la Unidad Orgánica de la Policía Judicial (UOPJ) de la Guardia Civil que tuviera pensado irse a Bélgica u otro país con las pequeñas y su nueva pareja.

El representante nacional de la ong SOSDesaparecidos, Joaquín Amills, mantiene un contacto habitual con Zimmermann y trata de apoyarla y aconsejarla en unos momentos de gran dureza. Manifestó en el Programa de Ana Rosa Quintana en Telecinco que la hipótesis de un plan de la madre de las menores para marcharse a otro país e intentar alejar a las niñas de Tomás Gimeno no se ajusta a la verdad.

Desaparición de Gimeno con Olivia y Anna

La desaparición del empresario tinerfeño, Olivia y Anna ha tenido una gran repercusión a nivel nacional e, incluso, internacional. El pasado domingo hasta ocho personas manifestaron a las fuerzas de seguridad que habían visto al padre y las dos niñas en diferentes puntos de España, comentó Amills.

El espacio Espejo Público, de A3 Media, informó de que, en una emisora marítima en las horas posteriores a la desaparición, dos personas escucharon que una bebé balbuceaba por la radio las palabras: «papá, tiburón». Según el citado programa, aunque dichas personas percibieron tal mensaje en los minutos posteriores a que se localizara el barco Esquilón, propiedad de Gimeno, frente a las costas de El Puertito de Güímar, el sonido «puede provenir de un amplio rango».

Por ahora, desde la Guardia Civil y la Delegación del Gobierno no entran a confirmar o desmentir si tales comentarios son tenidos en cuenta por los investigadores del Instituto Armado que desarrollan las gestiones para tratar de esclarecer qué ocurrió en la tarde-noche del pasado 27 de abril; al igual que ha ocurrido con otras supuestas hipótesis de lo que pudo ocurrir.

Hasta ahora, se han planteado varias certezas de lo que pasó el 27 de abril, pero también dos horas en el que no se sabe qué ocurrió con Anna y Olivia. Se trata de la franja horaria comprendida entre las 19:30 horas, cuando los abuelos paternos de las niñas aseguran que las vieron en la casa familiar en el centro de Santa Cruz de Tenerife, y las 21:30 horas, cuando Tomás Gimeno llegó solo en su coche al puerto deportivo Marina Tenerife y partió en su embarcación de recreo por primera vez.

Poco después de las 17:00 horas, el padre recogió a las niñas en casa de la madre. Media hora después comenzó la clase deportiva a la que asistía Olivia. A las 17:50 horas, Gimeno acudió a Marina Tenerife para probar y arrancar el motor Mercury de su lancha. A las 18:30 horas, el progenitor recoge a Olivia. Los tres estuvieron después en el domicilio de los abuelos paternos hasta las 19:30 horas. Una vecina escuchó que las niñas estaban en la finca de su padre en Igueste de Candelaria en torno a las 20:00 horas. Desde ese momento, no hay constancia de dónde estuvieron las menores. El lunes de la semana pasada, la propiedad de Gimeno en el Camino Cruz Colorada, en Candelaria, fue inspeccionada a fondo por la Guardia Civil durante cuatro horas y, según ha trascendido, en la misma no se halló indicio o prueba alguna que permitiera conocer el paradero o qué ocurrió con el padre y las dos pequeñas. A las 21:30 horas, Gimeno llegó al citado puerto deportivo, hizo tres viajes con bolsos y bultos hasta su barco. Y a las nueve menos diez de la noche partió con rumbo desconocido. En las cámaras no se ve que las menores estén junto a su progenitor de camino al barco. A las 23:30 horas, Tomás regresó a Marina Tenerife, se subió a su Audi A3 blanco y se fue a una gasolinera a comprar un cargador de móvil. Regresó al recinto portuario, cargó el teléfono móvil y a las 00:30 horas volvió a salir con rumbo desconocido. Mientras recargaba su terminal, el vigilante lo encontró ansioso y nervioso. El trabajador lo advirtió de que, por el toque de queda, no podía volver a salir. Pero no le hizo caso. A las 1:30 horas mantuvo la última conversación telefónica con la madre de las niñas. Ambos hablaron de su relación y, al igual que en ocasiones anteriores a lo largo de esa noche, Gimeno le manifestó a Beatriz que no iba a volver a ver a sus hijas, ni a él tampoco, y que se las llevaría lejos.

La madre llamó a Tomás poco después de las 21:00 horas, al ver que no le llevaba a las pequeñas. Esa vez, el progenitor dijo que estaba cenando con ellas y que las entregaría más tarde. A las diez de la noche hubo una nueva conversación entre las partes. Y esa vez, el empresario advirtió a Zimmermann de que no volvería a verlas niñas, ni a él tampoco. A esa hora ya estaba en el mar, supuestamente.

La madre acudió al puesto de la Guardia Civil de Radazul, donde informó de la situación. Hubo un determinado momento en que la progenitora ya no pudo volver a hablar con Gimeno, bien porque apagó el teléfono, bien porque se quedó sin batería. Y fue a la 1:30 horas cuando hablaron por última vez.