Tal fue la virulencia del fuego que encendió que consiguió borrar toda información genética del cadáver de su novia. Los análisis realizados a los huesos hallados junto a la infravivienda de Gáldar en la que vivía María de los Ángeles I. E., más conocida por Marián y de 66 años, no han hallado restos de su ADN, por lo que se complica su identificación. Su pareja, el sevillano Manuel Ramón C. G. de 43 años, continúa en la cárcel tras reconocer que quemó el cadáver después de que durante una discusión la víctima perdiera la vida al, supuestamente, golpearse contra un filo metálico.

Pese a no conseguir información biológica que confirme la identificación de los restos humanos, la Policía Judicial de la Guardia Civil busca otras vías para corroborar que en la chabola donde la pareja residía, en el barrio de Rojas junto al paseo de Los Guanartemes, se produjo un crimen machista. No obstante, los agentes encargados en la investigación hallaron restos de sangre en la zona que podrían pertenecer a Marián y que también se están analizando.

El presunto autor aseguró en su declaración que todo ocurrió un día después de Navidad, el sábado 26 de diciembre, durante una discusión. En un momento hubo un encontronazo que hizo que Marián cayera y se golpeara con la cabeza contra el borde de un somier metálico. La víctima, natural del País Vasco aunque residente desde hace años en el noroeste de Gran Canaria, perdió la vida.

Juan Ramón se deshizo entonces del cuerpo. Para ello abrió un meticuloso hoyo donde presuntamente tiró el cadáver, lo cubrió de maderas y otros restos de basura y le prendió fuego. El incendio duró horas, tantas que al lugar acudió una patrulla de la Policía Local de Gáldar para imnspeccionar el terreno y cerciorarse de qué era lo que estaba ocurriendo y abrir diligencias si se trataba de una quema ilegal.

Las alarmas no se activaron hasta el martes, 29 de diciembre, cuando un amigo de la fallecida se interesó por ella al no tener noticias suyas desde hacía días. Fue entonces cuando el ahora reo le confesó por teléfono lo que había ocurrido y que se iba a entregar a la Guardia Civil. Un hecho, este último, que no ocurrió hasta dos días después al verse acorralado en Lanzarote, adonde viajó para evitar su arresto.

Mientras tanto, el Instituto Armado inició una investigación en el lugar donde presuntamente se produjo el crimen. Allí se utilizó una cernidera para localizar alguna pista de Marián, quien en ese momento estaba dada por desaparecida. Los investigadores consiguieron recuperar pequeños trozos de huesos que, desde un principio, se sabía que iba a ser difícil de aportaran algún tipo de información debido a su mal estado por el fuerte calor que cogió el incendio, una sospecha que posteriormente se confirmó.