La covid ha destrozado miles de familias valencianas en algo menos de un año. Serán muy pocas las personas que, lamentablemente, podrán decir que no han perdido a un amigo, un familiar o un conocido por culpa de la pandemia. Tan devastadora como azarosa, la enfermedad producida por el coronavirus se cebó inmisericordemente con una familia de L'Alcúdia, al provocar el fallecimiento, en menos de un mes, de tres de sus integrantes: un hombre de 55 años y sus padres, de 80 y 85. La conmoción todavía se palpa en el municipio, pese a que ya han pasado varias semanas.

"Es algo triste como pocas cosas", comentan aún en L'Alcúdia. Sucesos como este hacen mella en localidades como la ribereña por su propia realidad demográfica, con algo más de diez mil habitantes. Hasta el último de ellos ha lamentado lo que muchos ya califican como una tragedia. No en balde, la pérdida de un vecino (o tres, en este caso) lo es también de un amigo, en el sentido más profundo del vocablo. De un ser conocido y querido por todos. Por lo que todos ellos comparten, aunque sea en una proporción muy pequeña, el dolor de una de familia que intenta recuperarse del duro golpe que le ha propinado una enfermedad recientemente descubierta, de la que se sabe ya mucho y absolutamente nada al mismo tiempo.

Ingresados en el hospital

El curso de los acontecimientos no pudo ser más desolador. El virus entró en el seno de la familia como ya ha hecho en tantas otras ocasiones. Demasiadas. Uno de sus miembros lo portaba sin ser consciente de ello. Al poco tiempo, el padre y la madre desarrollaron los primeros síntomas y tuvieron que ser ingresados en el hospital de Alzira. Eran, todavía, los primeros días de diciembre. Lo hicieron con un día de diferencia. La covid acabó con la vida del patriarca solo tres días después. A la jornada siguiente, su hijo, al que todo el que le conocía le atribuía una "salud de hierro", tuvo que ser trasladado también al centro asistencial por las complicaciones derivadas del virus.

Durante días, madre e hijo soportaron los envites de la enfermedad. Cada día superado era un pequeño hilo de esperanza al que sus familiares se aferraron, aunque eran conscientes de la gravedad de su estado. Algunos de ellos, los más cercanos, llegaron incluso a visitarles al dar negativo en las pruebas víricas. Aunque el coronavirus había desaparecido de su organismo, la covid causó daños que eran irreparables. El hijo perdió la vida en primer lugar, a principios de enero. La madre falleció apenas dos días después. Ambos lo hicieron con menos de un mes de diferencia con respecto al padre.

Despedida silenciosa

Ninguno de los tres recibió la sentida despedida que se merece cualquier persona tras su defunción. Las restricciones de la pandemia lo impidieron. Esta familia de L'Alcúdia, vinculada durante años al mundo agrícola de la localidad se ha convertido, sin proponérselo, en un ejemplo de cómo el coronavirus llega, sin pedir permiso, y causa todo daño que puede a su paso. Les pasó a ellos como les podría haber ocurrido a otros, así de aleatoria es la pandemia. Su aflicción, aunque amplificada por la magnitud de la pérdida, es similar a la que ya han sufrido miles de familias valencianas que, cuando la situación sanitaria lo permita, tendrán sillas vacías en sus próximas reuniones. Un vacío insalvable.

Gran arraigo en el mundo cultural

Las fiestas y tradiciones populares sirven de nexo de unión entre personas. Por ese motivo, el mundo cultural de L'Alcúdia sintió profundamente la pérdida del que fuera un antiguo integrante del Grup de Dansa. "Estamos seguros de que su guitarró continuará sonando cada vez que escuchemos el Bolero de lAlcúdia", fueron las palabras que le dedicó la asociación al hijo de esta familia ribereña, diezmada por la pandemia. Numerosos vecinos se sumaron, de inmediato, a las muestras de condolencia con numerosos mensajes.