La vecina de San Javier, en Murcia, que el pasado mes de junio prendía fuego al colchón de la cama de su hija "para despertarla", y provocaba así un incendio de la vivienda en el que fallecía la joven, ha muerto víctima del coronavirus, indican fuentes cercanas al caso.

La mujer, septuagenaria, fue ingresada, tras el suceso, en Los Arcos del Mar Menor, hospital del cual pidió el alta voluntaria. La localizó y arrestó al poco la Guardia Civil y el Juzgado de Guardia ordenó entonces que esta vecina fuese llevada a un psiquiátrico.

La trasladaron en camilla al Santa Lucía de Cartagena. La señora, en el momento de los hechos, presentaba ya problemas físicos, especialmente de movilidad, y un deterioro cognitivo, aunque no tenía diagnosticada discapacidad alguna, al menos de manera oficial.

En el momento del deceso (en el mes de noviembre), esta mujer se encontraba internada en una residencia-hospital de un municipio costero. La jueza encargada del caso le tomó declaración en el mes de octubre. Estaba previsto que el procedimiento siguiese adelante, y llamar a declarar a vecinos y testigos, pero, al fallecer la sospechosa, se extingue la responsabilidad penal.

Fin del proceso judicial

"Va a pasar un día algo, una desgracia", tenían claro los vecinos de madre e hija, los mismos que llamaban a la Policía Local siempre que veían algo extraño en el domicilio en el que vivían solas las dos mujeres, en la calle Mártires. En alguna ocasión, ante los agentes, la señora, fumadora compulsiva y, según sus vecinos, un peligro, manifestó su deseo de volver a una residencia donde había llegado a estar ingresada.

Se da la circunstancia de que un juzgado de San Javier estudiaba desde hacía meses la solicitud del fiscal para tramitar la incapacidad de la mujer y de su hija, algo que se habría paralizado por el estado de alarma decretado por la pandemia de coronavirus, la misma que ahora ha segado la vida de una señora que ya no será juzgada. Ella misma contó a la Policía, el día de los hechos, que había prendido fuego al colchón con su mechero. Con su muerte, el proceso en los tribunales se cierra, confirman fuentes judiciales.

Sandra, la víctima mortal, llegó viva al hospital, pero no pudo sobreponerse a las graves quemaduras. Sus compañeros en el Ayuntamiento, donde trabajaba como conserje, juntaron dinero y compraron coronas de flores para su entierro. Se da la circunstancia de que desde el mismo Consistorio ofrecieron a la joven, que tenía una discapacidad, una plaza para vivir en un piso tutelado, algo que la joven rechazó: no quería dejar a su madre sola.