La nave industrial permanece cerrada. En el interior solo se escucha a un par de perros de raza pastor alemán que ladran cuando escuchan algún ruido. Pero nada más. La fachada no tiene rótulos identificativos, pero la puerta muestra que tiene poco tiempo de antigüedad. Se trata de la sede de la empresa de Iván García, el asturiano fallecido junto a otros tres miembros de su familia en el accidente de tráfico en la carretera de Pinos de Gáldar, y que está situada en la zona industrial de Maipez, en Jinámar (Telde),

Iván García era maestro tornero-fresero, una profesión que requiere mucha especialización. Cuando se construyó la central eléctrica de Juan Grande trabajó en la planta, y luego en la otra de Jinámar, según una persona que estuvo contratado también para estas tareas en aquella época.

La profesión le llevó a realizar trabajos para empresas del Puerto, y de otros ámbitos. Hasta que hace años montó su negocio en esta urbanización industrial situada en el número 3 de la calle Noruega, en el extrarradio de Jinámar, donde seguía activo, aunque vivía en La Isleta, en la capital.

Los empresarios colindantes coinciden en que era el mejor vecino que se puede tener. “Era muy amable, servicial, y siempre estaba dispuesto a ayudar en lo que hiciera falta”, sin dejar de expresar elogios.

Iván no tenía empleados a su cargo, a pesar de que tenía trabajo. Y tampoco lo quería, porque en esta etapa de su vida prefería mantener el ritmo actual, sin dejar de seguir activo. “A veces le preguntaban cuándo se iba a jubilar y siempre respondía que entonces qué iba a hacer”. Eso sí, reservaba siempre hueco para sus escapadas para visitar a sus hijas, ya que una vive en Asturias, y la otra, que falleció junto a su pareja en este accidente, que residía en Londres.

“A veces le preguntaban cuándo se iba a jubilar y siempre respondía que entonces qué iba a hacer”, relata un vecino de Iván García.

Alguna empresa del Puerto le había mostrado su interés en que trabajara para ellos, para formar a su personal en este trabajo tan especializado y en sus grandes máquinas preparadas para labores muy específicas. “Pero siempre decía que no quería estar atado”.

Precisamente, en el momento que una de las personas que lo conocían estaba hablando de Iván junto a su empresa se personó en la puerta uno de los clientes, que había dejado una varillas para arreglar. No sabía nada de lo sucedido, y al enterarse no hace más que llevarse las manos a la cabeza. “No me lo puedo creer”, exclama, a la vez que recordaba el último momento que habló con él. Otro empresario vecino exclamaba: “Era muy, muy buena gente, y todo el mundo te lo dirá”.

Su pequeña industria con grandes máquinas ocupaba una parte de una antigua fábrica de enormes dimensiones donde se construían pupitres de colegios, y que ahora se ha dividido en negocios dispares.

Precisamente, un buen amigo de la urbanización industrial comentaba en la zona que había hablado con él la mañana del martes, el día del accidente, a pesar de que era festivo. “Lo podías encontrar un domingo, o cualquier día de la semana aquí. Y una de sus hijas solía pasar todos los días a sacar a pasear a los perros”, que hacen de guardianes en la nave. Y esa es una de las preocupaciones también de otros empresarios, inquietos por su alimentación, ya que las personas que lo atendían ya no están y el resto de la familia está ahora con la cabeza en otras cosas. Pero un familiar manifestaba ayer por teléfono que habían sido alimentados, y que se encuentran en perfectas condiciones.

La mujer del empresario, natural de Artenara, había fallecido hace años. De ahí que su vida se centrara en sus hijas: Marta y Rita, que fallecieron junto a su pareja Richard, un piloto de avión, que vivía en Londres. Y de su otra hija, Raquel, que residía en Asturias, donde tenía una tienda de deportes junto a su marido, y que en la mañana de ayer volaba hacia Gran Canaria, según el alcalde de Artenara, Jesús Díaz.

Rita García trabajaba como ingeniera informática de la empresa de energía OVO Energ, y trabajó como programadora en el grupo Lopesan.

Por su parte, Marta vivía en Artenara, y era muy aficionada a las carreras de montaña. Y mostraba especial devoción por sus perros.

El grupo político Ciudadanos emitió en la mañana de ayer una nota de condolencias, ya que una de las fallecidas, Marta García, había concurrido en las últimas elecciones municipales por su candidatura en el Ayuntamiento de Artenara, aunque su partido se quedó sin representación.

“Con muy hondo y sentido pesar, Ciudadanos Canarias lamenta profundamente el fallecimiento, en desgraciado accidente de tráfico ocurrido en la localidad grancanaria de Artenara, de Marta García, la que fuera nuestra valiosa compañera y candidata número 2 al Ayuntamiento del municipio cumbrero en las últimas elecciones municipales y autonómicas de 2019. Impactados aún más si cabe ante el luctuoso suceso que ha supuesto la pérdida no sólo de Marta, sino también de su hermana Rita, el padre de ambas y la pareja de una de ellas. En Ciudadanos Canarias quedará para siempre el recuerdo de Marta García como una joven ilusionada por la vida y apasionada de su Artenara y de su Gran Canaria. Descansen en paz”.

Pero también las muestras de condolencia llegan desde Asturias, la comunidad natal del patriarca de la familia. Una de las hermanas, Raquel, regenta una tienda de artículos deportivos de la comarca de Avilés. “Desde el Club Correr Asturias queremos dar nuestro más sentido pésame a toda la familia de Raquel García y Daniel García Figaredo (propietarios de la tienda Bikila de Avilés) por la triste noticia del fallecimiento de sus familiares. Un abrazo muy fuerte”.

El negocio familiar está especializado en atletismo, running y trail, y abrió sus puertas en abril de 2014 en la Calle José Cueto, 39, muy cerca de la pista de atletismo Yago Lamela y del Complejo Deportivo Avilés, en la zona de El Quirinal, según publica la propia empresa.

La tragedia tiene conmocionada a una amplia familia con ramificaciones en Artenara, Asturias y Londres.