Tres empleados de las empresas Elecnor y Affico confirmaron en el juicio por el asesinato de María Soledad Bobet en el Camino Fuente Cañizares, en La Laguna, el 16 de enero del 2019, que el incendio en el vehículo no lo pudo provocar cable alguno del poste contra el que chocó el Dacia Sandero de la víctima. Y el motivo es que, en ese momento, la única conducción que quedó suelta fue la del alumbrado público y a la hora en que ocurrió el suceso, a las 16:42 horas, dicho sistema no está encendido y por dicha conducción no pasa electricidad. De esa manera, los citados operarios desmontan la versión de la defensa, según la cual el fuego en el coche de Marisol lo pudo causar un cable suelto del referido poste.

Además, un subinspector de la Unidad de Familia y Mujer (UFAM) de la Policía Nacional aseguró que en las muestras recogidas en el vehículo y en las ropas que el acusado llevaba en el momento de los hechos se hallaron restos de gasolina. Todos los testigos presenciales del momento inicial del incendio confirmaron que el foco principal de las llamas se hallaba en el habitáculo del turismo, de forma concreta, en la parte de la conductora.

Este martes se ha desarrollado la segunda sesión del juicio con Tribunal de Jurado al presunto autor de la muerte violenta de María Soledad, Juan Carlos Afonso Barrera, quien, apenas una hora antes de que falleciera su expareja, envió un mensaje de whatsapp a su hermano, en el que le decía que, "si pasaba algo", las llaves de su casa podía ir a buscarlas a la vivienda de un amigo.

En base a las declaraciones ofrecidas por familiares de la víctima, así como por un conocido y un hermano del acusado, este intentó crear un plan para intentar ocultar, hasta el último momento, sus presuntas intenciones homicidas hacia la persona con la que tuvo una relación sentimental. El denominador común de ese relato es que iba a empezar a trabajar. A partir de ahí, a unos les dijo que en La Orotava y a otros, en el Sur de Tenerife. A un conocido de Barrio Nuevo le pidió 230 euros, que este solo le entregó cuando Afonso le dio material de reformas como contraprestación. A este ciudadano le comentó que iba a realizar unos muros en el Sur de la Isla y que empezaría el lunes 14 de enero. Cuando ambos se encontraron dicho día por la mañana, le aclaró que iría por la tarde.

Juan Carlos Afonso solicitó a este conocido que lo llevara a comprar gasolina a la estación de servicio situada en la zona de La Milagrosa, en La Laguna, y dicho hombre lo acercó hasta el céntrico enclave. La excusa utilizada fue que era para su motosierra. Y la garrafa con el combustible que adquirió la guardó en una bolsa azul.

Los investigadores de la UFAM llevaron a cabo un exhaustivo seguimiento de los movimientos que el procesado realizó antes y después de presuntamente cometer el crimen. El miércoles 16 de enero, el acusado cogió la gasolina, fue desde su vivienda hasta la parada situada frente al Museo de la Ciencia y el Cosmos, en la avenida de Los Menceyes y se subió en un tranvía, que lo llevó hasta el Intercambiador de La Laguna, cerca de la avenida de La Trinidad.

Después, se subió en una guagua de la línea 101, que lo transportó hasta el municipio de Santa Úrsula. Así consta en los tíckets de transporte público analizados y en las imágenes del tranvía y de la guagua que fueron visualizadas por los policías nacionales.

Una vez en la casa de Maria Soledad Bobet, a esta y a su madre les llamó poderosamente la atención que Afonso Barrera estuviera por la zona de los garajes; algo que hasta entonces nunca había hecho. La excusa que utilizó para acercarse hasta el domicilio de la víctima fue recoger a su perro. Marisol tenía debilidad por los animales, según reconocieron familiares y una amiga, por lo que no soportaba que el can de Afonso sufriera. Según un sobrino de la mujer asesinada, esa sensibilidad de María Soledad era utilizada por el hoy procesado para hacerle "chantaje" y mantener el contacto con ella.

Sin embargo, tanto su sobrino como una amiga manifestaron que la víctima estaba cansada ya de la situación y de tener que cuidar el perro de su expareja, pues eso la frenaba en su actividad diaria. Según la madre de Marisol, el hijo de un hermano y la citada amiga, ella ya le había comunicadoAfonso que no podía seguir dándole dinero para comida, para ropa, para beber o fumar, alimentar a la mascota e, incluso, pagar el alquiler. De hecho, a su entorno relató, de manera clara, que se sentía agobiada y cansada de no poder cortar, de una vez, con Afonso Barrera. Y eso a pesar de que, desde hacía unos seis meses, conoció a otro hombre, con quien iniciaba una relación sentimental. Y expresaba que estaba enamorada de él.

Marisol llevó a La Laguna a su exnovio de manera confiada. Su madre explicó que, cuando se marchó con Juan Carlos, "no estaba molesta ni enfadada". Le dijo: "¡Adios, mami!, ¡Ten cuidado!". Bobet había confesado a sus seres queridos y su amiga que Afonso la había amenazado de muerte en dos ocasiones. Pero no lo denunció. Primero le restó importancia, porque lo dijo cuando se hallaba ebrio. Y, después, ella tenía una constitución física que le hacía pensar que su expareja nunca podría hacerle daño.

De hecho, en base a la declaración de la citada amiga, apenas una semana antes del suceso, Bobet llevó una compra de comida a Juan Carlos. Y, en un determinado momento, este intentó empujarla para que cayera en la cama e intentar tener relaciones sexuales con ella, pero ella pudo repeler el ataque y no pasó nada más.

Los profesionales de la UFAM también confirmaron que los teléfonos móviles de María Soledad y el hoy procesado salieron juntos desde Santa Úrsula, pasaron por Tacoronte y entraron en La Laguna, gracias a la información ofrecida por los repetidores. Después, el terminal de la víctima dejó de estar operativo y el de Afonso siguió avanzando hacia la Plaza del Adelantado, la Vía de Ronda y el Camino de La Hornera.

Excepto uno, todos los demás testigos presenciales del incendio explicaron que la puerta del copiloto del Dacia Sandero, por la que salió el presunto autor del asesinato, estaba cerrada en el momento en que ellos estuvieron allí. Y, sin embargo, la puerta del conductor estaba abierta. La víctima sacó una pierna y trató de huir del fuego, pero no pudo salir; entre otras cosas, porque ni siquiera pudo desabrocharse el cinturón de seguridad.

El acusado salió por sus propios medios del automóvil y un testigo le dio un suéter para que pudiera apagarse el fuego que tenía en los pantalones.

Ningún ciudadano de los que estuvieron allí fue capaz de aproximarse mucho al coche, por el miedo al fuego y a las explosiones que se oían en el interior del mismo. Tampoco pudieron ver que Juan Carlos se aproximara al lugar donde se hallaba María Soledad para tratar de salvarla. Pasados unos minutos, el procesado se marchó del lugar.

Un conductor pudo ver a Afonso Barrera mientras huía del escenario del crimen hacia el Camino de San Diego. Caminaba con su móvil en la mano, hablaba solo y miraba al cielo.