La titular del Juzgado de Instrucción número 5 de Las Palmas de Gran Canaria ordenó ayer el ingreso en prisión sin fianza por asesinato del hombre de 62 años que el pasado sábado mató presuntamente a su esposa en esa ciudad, según informó en una nota el Tribunal Superior de Justicia de Canarias.

El presunto autor del primer crimen machista del año en Canarias, José P.A., reconoció al entregarse a la Policía Nacional que asfixió con una almohada a su mujer, Encarnación G.P., de 78 años, con la que vivía en el barrio de La Isleta, en la capital grancanaria.

La víctima había presentado previamente dos denuncias por violencia de género, pero no quiso continuar con el procedimiento judicial, según la información ofrecida el mismo sábado por la Delegación del Gobierno en Canarias. Encarnación G.P. es la segunda mujer asesinada por su pareja o expareja desde que los españoles están confinados en sus casas debido al estado de alarma y la primera de abril.

El número de víctimas mortales de la violencia machista en España asciende a 18 en lo que va de año y a 1.051 desde 2003, cuando el Congreso aprobó la Ley de Prevención y Protección Integral de las Mujeres contra la Violencia de Género.

Según informó La Provincia, la pareja era conocida en el tramo de la calle La Naval que va desde la gasolinera BP hasta el parque de bomberos, la zona conocida como Muelle Grande. En el número 229 de la vía, en el edificio Puerto Luz, vivían Encarnación, natural de Cataluña y que había enfermado hace años, y su marido, Pepe, que se encargaba de cuidarla, asearla y de pasearla varias veces al día, según explicó una de las vecinas de dicho enclave de La Isleta.

Era un matrimonio con dos caras, según la definición que hicieron quienes les conocieron. Esta misma persona aseguró que en la calle se veía a Encarnación bien vestida, limpia, siempre acompañada por Pepe. Ella sufría una enfermedad degenerativa y tenía que recibir ayuda para casi cualquier tarea; es decir, era completamente dependiente de su marido.

Sin embargo, de puertas para adentro, la historia era muy diferente, puesto que los gritos y las palizas eran habituales, según indican algunos ciudadanos que residen en la zona.

El viernes a las tres de la tarde ambos protagonizaron una fuerte discusión. Los gritos de la víctima estaban motivados por su deseo de salir a la calle. De hecho, según indicó otro vecino, durante la jornada del pasado viernes había salido a comprar sola.

La discusión se repitió en el transcurso de la madrugada del sábado. Sin embargo, los insultos y el altercado cesaron a las seis de la mañana.