Dos agentes caminando a paso ligero por la calle de La Carrera, un vehículo que llegaba rápido al entorno de la Catedral, una moto policial que subía a toda velocidad desde la plaza del Adelantado, sirenas que se entremezclaban unas con otras, un segundo policía en moto que repetía el recorrido del anterior... Y en la entrada de la galería comercial que une La Carrera y Herradores, una veintena de curiosos que presenciaban cómo un grupo de efectivos policiales rodeaba a un hombre que se encontraba tendido en el suelo.

La tranquilidad del casco lagunero se vio ayer rota por un amplio despliegue que ni era consecuencia -como se le escuchó decir a algún viandante- de un simulacro ni tampoco tenía detrás un episodio tan negro como el que en octubre envolvió a la vieja Aguere en el sonido de las emergencias (el incendio del Ateneo). En este caso, unas carteras sustraídas de una zapatería de la calle El Juego, cerca de La Trinidad, fueron las que desembocaron en un operativo que terminó con dos detenidos como presuntos autores de un delito de robo con violencia, y que, sobre todo, generaron expectación.

Según fuentes de la Policía Local, pasaban unos minutos de las 12:30 horas cuando un agente de la Unidad de Peatonales recibió el aviso de un grupo de personas de que se estaba produciendo una reyerta entre tres individuos en el túnel que conecta La Carrera y Herradores. Lo primero que encontró al llegar fue a un varón en el suelo y a otros dos que lo increpaban. "¡Me robaste! ¡Me robaste!", gritaba insistentemente el que resultó ser la víctima, al que acompañaba un amigo. Procedió entonces a inmovilizar al supuesto autor del robo para tratar de aclarar lo sucedido y, en paralelo, solicitó apoyo.

Hasta el lugar se desplazaron tanto efectivos de la Policía Local como del Cuerpo Nacional de Policía. Mientras eso ocurría, el primer detenido trató de zafarse del agente, por lo que tuvo que ser reducido. Por su parte, su presunto compinche fue apresado por un miembro de la Policía Local de Santa Cruz fuera de servicio, en este caso en Herradores.

Un agujero en el cinto

El comienzo de los hechos, no obstante, se había producido a unos cuantos cientos de metros de allí. Según el testimonio que transmitió a los funcionarios policiales el responsable de la zapatería, dos personas entraron en su negocio y uno de ellos le solicitó que le hiciera un agujero en el cinturón. Era un ardid. La otra persona deambulaba por la tienda. Fue en el momento en que aquellos clientes abandonaron el local cuando se percató de que tenía una vitrina abierta y le faltaban tres carteras policiales portaplacas. No había nadie más en el establecimiento, por lo que tuvo claro que se las habían llevado quienes acababan de irse. Salió tras ellos y consiguió dar con uno de los supuestos ladrones en la calle Herradores; el otro se encontraba ya dentro de la galería comercial. Después de recriminarles la acción y requerirles la devolución de los objetos, recibió la negativa por respuesta. El resultado: una discusión que derivó en forcejeo. En ese instante, uno de los a la postre detenidos le tiró las tres carteras sustraídas.

A partir de ese momento se multiplicó el número de agentes y de curiosos. Comentarios para todos los gustos entre los espectadores: "Más fuerte tenían que haberle dado", "Vamos a llegar tarde a clase por estar viendo esto", "¿Qué pasó?, ¿qué pasó?"... El hombre que había sido apresado en Herradores fue introducido en un vehículo policial, mientras que el otro no corrió mejor suerte: unos minutos más tarde lo sacaron del túnel en dirección a otro coche patrulla. El centro histórico lagunero recuperó entonces su pulso normal de un lunes cualquiera.