Condujo a su hermana a punta de navaja y en medio de graves amenazas de muerte hasta un piso y allí la agredió sexualmente tras obligarla a desnudarse de cintura para arriba y hacer que se sentase en una cama. La llegada a la vivienda del marido y el sobrino de la mujer, hijo del presunto agresor, evitaron que el hombre consumase la violación. El acusado, José Antonio M. H., de 58 años, ha admitido los hechos en la sección segunda de la Audiencia Provincial de Asturias y se ha mostrado conforme con la solicitud de condena de la Fiscalía, que ha rebajado su petición de siete a seis años y medio de prisión. Después de que la mujer ratificase la denuncia, el juicio quedó visto para sentencia, pero con toda probabiblidad el tribunal impondrá la pena solicitada por el Ministerio Público.

El acusado, que lleva en prisión desde hace un año, carece de antecedentes por delitos sexuales. Era la primera vez que agredía a la víctima, una mujer de 46 años, cuyos intereses defiende el letrado Pedro Paulino Sánchez. La mujer ha renunciado a la indemnización que reclamaba, 6.000 euros -4.500 euros en el caso del fiscal-, dado que el acusado es insolvente. Aparte de la pena de prisión, el acusado, defendido por Pedro Rivas, deberá pagar una multa de 720 euros (doce meses a razón de dos euros diarios), no podrá acercarse a la víctima durante nueve años y estará sometido a una medida de libertad vigilada durante cinco años, una vez cumpla la condena de cárcel.

Los hechos ocurrieron el pasado 11 de diciembre, sobre las ocho de la tarde, según consta en la denuncia presentada por la mujer en la comisaría. La familia se dedica a la chatarra. El hermano de la mujer llamó al marido de ésta para que se acercasen a la localidad en la que viven, ya que había encontrado a una persona que tenía mucha chatarra y que podía darles "radios antiguas". La pareja se desplazó entonces hasta la casa de su sobrino. Allí estaba el joven, junto a su madre. Entonces llegó José Antonio M. H., quien insistió en que tenía que ser su hermana la que le acompañase para recoger la chatarra.

Los dos hermanos se marcharon junto al hijo del hombre, dejando al marido de la víctima en la casa. Según ésta, mientras caminaban por una finca aledaña, el hombre empezó a amenazarla. "Me tienes que hacer caso", le dijo. "Si no me haces caso, va a ser peor", añadió, mientras la agarraba de la muñeca. "Aquí llevo un cuchillo, si no me haces caso será peor", continuó diciendo el hombre, haciendo ademán de sacar algo. Entonces, el hombre conminó a su hijo: "Tú te vas", y éste se alejó.

La zona estaba oscura y la mujer se sentó, muy nerviosa. Su hermano, según la denuncia, continuó: "Si te portas bien, no pasará nada". Sacó una navaja y cortó con ella un palo que llevaba en la mano, para añadir: "Mira qué bien corta, pórtate bien". Entonces siguieron caminando hasta la calle donde residía el hombre. Subieron al piso y el hermano cerró con llave. El hombre se tomó un café y comió algo, mientras su hermana estaba sentada en la cocina. Luego la agarró del brazo y la metió en una habitación mientras le gritaba: "¡Pasa p'aquí!". Allí la situación no hizo más que empeorar. El hombre le ordenó: "Quítate la chaqueta, el jersey, la blusa y siéntate".

Entonces, él se quitó los pantalones y comenzó a manosearla y besarla, mientras le pedía que le tocase a su vez. La mujer no dejó en todo momento de pedirle que la dejara en paz. Fue entonces cuando alguien llamó a la puerta. El hombre se acercó a la mirilla y volvió diciendo a la mujer: "Calla, no digas nada, que es la Policía". Los dos se quedaron en silencio, pero volvieron a llamar. Desde fuera del piso, el marido de la mujer y su sobrino comenzaron a llamarla. El hermano salió del cuarto, pero tropezó y se cayó al suelo. Ella aprovechó para vestirse y salir también hacia la puerta. El hermano dijo entonces: "Tranquila que te vas", y le franqueó la salida.

La mujer acudió esa misma noche a un hospital y al día siguiente a la aomisaría a denunciar.