La Policía Nacional detuvo a un hombre de 26 años, sin antecedentes policiales, como presunto autor de un delito de estafa y otro de apropiación indebida. El joven aprovechaba su condición de dependiente de una cadena de joyerías y que trabajaba en distintos establecimientos para llevar a cabo las infracciones penales. El perjuicio ocasionado al propietario de las tiendas asciende a 12.560 euros.

El responsable del negocio llevó a cabo un inventario de la mercancía y comprobó que le faltaban numerosas alhajas. Ante dicha circunstancia, el afectado decidió interponer denuncia en la Comisaría del Sur de Tenerife el pasado 13 de septiembre, por lo que varios agentes comenzaron la investigación.

El individuo ahora acusado presuntamente sustrajo diferentes joyas de oro en más de un establecimiento y el dueño de la cadena aseguró que el valor de todas ellas ascendía a la referida cantidad. Desde el inicio de las pesquisas y con los datos obtenidos en la práctica de las diligencias, la hipótesis de trabajo se centró en el mencionado individuo, ya que la fecha de las desapariciones de efectos de valor coincidía con sus jornadas de trabajo en los comercios en los que faltaban las piezas.

Una vez que continuaron con las gestiones, los agentes descubrieron que dos anillos de oro que figuraban entre los sustraídos fueron vendidos en un local de compra venta de oro, para lo que el sospechoso aportó su propio documento nacional de identidad (DNI).

El procedimiento para llevar a cabo los robos al descuido contaba de dos partes. En un primer momento fingía la venta de determinados artículos de la joyería en la que trabajaba, quedándose con los mismos y sin aportar el dinero en efectivo. Además, y como era el único empleado que estaba en la tienda, procedía a la compra de joyas a un supuesto cliente externo, para lo que utilizaba un DNI del que se había apropiado, y quedándose con el dinero de la supuesta compra, que también extraía de la caja del establecimiento. En ambos casos expedía facturas haciendo constar las operaciones y quedándose con las joyas en un caso y el dinero, en otro. Cuando los hechos fueron esclarecidos, las joyas ya habían sido fundidas por los establecimientos en los que fueron vendidas, por lo que su recuperación resultó imposible.