El asesino salió de su domicilio, la mañana del lunes, con un plan premeditado: matar a Ángeles Vega Medina, una mujer que, tras romper la relación sentimental que había unido a ambos durante un tiempo, empezaba a rehacer su vida. Familia, deporte, amigos... Con dos cuchillos como compañeros de viaje, él se dirigió a la calle Cebrián, en Las Palmas de Gran Canaria, donde ella trabajaba como empleada de hogar para una familia.

Allí, en un barrio que conocía al detalle -aunque residía desde hace años en Agaete, se había criado en Arenales-, logró colarse en la casa para perpetrar otro feminicidio en Canarias, el séptimo en lo que va de año en las Islas, tras asestar 13 puñaladas a Ángeles. Luego, en el lugar del crimen, se suicidó.

El primero en llegar y contemplar la escena en el interior de la casa fue un policía nacional que estaba fuera de servicio. Antes, mientras paseaba por la calle Cebrián, había oído los gritos desesperados de una mujer. El agente, primero, intentó tirar la puerta abajo para entrar en el edificio; luego logró acceder al domicilio a través de la azotea de un inmueble colindante. Cuando llegó al lugar donde se encontraba Ángeles ya no había nada que hacer. Minutos después, la unidad de emergencias que se plantó en el corazón de Arenales certificó la muerte de ambos. Él, de 50 años, por suicidio; ella, de 49 años, asesinada.

Entre las primeras personas que se desplazaron hasta el hogar de la calle Cebrián en el que Ángeles trabajaba fue uno de sus hermanos, que recibió asistencia psicológica tras recibir la noticia. Fue precisamente en la familia donde la mujer asesinada buscó refugio tras romper la relación sentimental durante la última primavera. Dejó el domicilio que ambos compartieron en Agaete para trasladarse hasta la casa de su madre, situada en la urbanización de La Guitarrilla.

En Arucas, durante los últimos meses, Ángeles recibió el apoyo de una psicóloga para hacer frente a las secuelas que le había dejado el asesino tras años en pareja. Frente al empeño de la mujer por rehacer su vida siempre merodeó la sombra de su verdugo, tanto que ella incluso barajó la posibilidad de presentar una denuncia contra él, posibilidad que descartó por recomendación de su entorno. Al menos así consta en el servicio de vigilancia de la violencia machista que comparten todos los cuerpos de seguridad, donde no se había registrado ninguna acusación contra él. El acoso del asesino sobre Ángeles fue constante. Un vecino de La Guitarrilla apuntó el lunes a este periódico que hasta el pasado viernes había merodeado con su vehículo por la zona donde ahora vivía la mujer. Tres días después la mató en su puesto de trabajo.

La protección, prioritaria 24 horas después de este feminicidio en Las Palmas de Gran Canaria, su alcalde -Augusto Hidalgo (PSOE)- afirmó en declaraciones recogidas por Efe que la protección de la víctima de la violencia machista debe estar "en primer lugar" y que las instituciones deben ponerse de acuerdo para garantizarla. "Tenemos que ponernos de acuerdo", añadió, "para que la protección de la víctima esté en primer lugar, incluso, desde el punto de vista social".