El pasado miércoles por la mañana la Guardia Civil realiza un control entre las personas que hacen cola para visitar a sus familiares en la cárcel de Palma. Los Guardias llevan un perro especializado en la detección de drogas para evitar la entrada de estupefacientes en el centro.

En la cola, el animal marca a una señora de unos setenta años que aguardaba para ver a su hijo preso. El animal insiste y señala con el hocico la zona de su pelvis. Los agentes y el personal de la cárcel sospechan que la septuagenaria está tratando de llevar droga a sus hijo, lo que supone un delito grave.

No es la primera vez que una madre es detenida por esta causa. La mujer es trasladada a un cuarto aparte y sometida a un cacheo por parte de una funcionaria, que se lleva la sorpresa de su vida. En el interior de las bragas, la señora llevaba una pescadilla frita envuelta en papel film, un guiso típico peruano hechos con patata y huevo, tres paquetes de caramelos Smint y cuatro botellitas monodosis de colonia.

La mujer insistió en que no sabía que no le podía llevar comida a su hijo en prisión, pero llevaba los paquetes bien camuflados, y se había vestido con prendas holgadas para que no se le notaran. No cometió ningún delito, por lo que no fue arrestada, aunque sí infringió las normas de la prisión, por lo que le podrían prohibir las visitas a su hijo durante un tiempo.