La trabajadora de un centro de acogida para menores extranjeros no acompañados (CAME) acudió a la Comisaría de la Policía Nacional de La Laguna para denunciar una agresión sexual en grado de tentativa ocurrida en su puesto de trabajo y en la que acusó directamente a uno de los adolescentes que residen en dicho recurso de ser el presunto autor del ataque.

Los hechos ocurrieron durante la madrugada del pasado 19 de agosto y fueron denunciados varias horas después.

Según las fuentes consultadas, la víctima sufrió el delito contra la libertad sexual en un momento en que tenía limitada su capacidad de reacción y fuerza en sus brazos, ya que poco antes se había sometido a una intervención quirúrgica.

Un adolescente de 17 años, de origen marroquí, provocó en la tarde del día 18 un altercado violento, en el que lanzó sillas y rompió muebles del recinto.

Varias horas después, a las tres de la madrugada, ese mismo menor y otro chico se encontraban en un espacio común del CAME, ya que supuestamente no podían dormir.

Según las personas consultadas, la mencionada trabajadora acudió a ese recinto y los acompañó hasta que el otro joven se quedó dormido. En ese instante, convenció a ambos para que fueran a su habitación. El menor ahora denunciado insistió para que la educadora se despidiera de él, ya que iba a comenzar sus vacaciones en breve.

Cuando la afectada se acercó para darle dos besos, el chico magrebí empezó a darle muchos besos en la cara. Y, aunque trató de separarse, la tenía agarrada con sus brazos y no podía separarse del mismo, según expuso a los agentes en Comisaría. A partir de ese momento, el adolescente comenzó a hacerle tocamientos en varias partes de su cuerpo por encima de la ropa, como los pechos, las nalgas, las piernas o sus órganos sexuales.

Cuando lo trató de morder en un brazo, el chico, en vez de gritar o apartarse, le dijo que lo hiciera en el cuello, según afirmó la víctima a los funcionarios.

Después, poco a poco, consiguió acercar al menor denunciado hasta su habitación, donde este la trató de introducir en un habitáculo, hasta que otro interno se despertó y el presunto agresor dejó de atacarla.

Además, la víctima dijo en todo momento al joven que no quería tener relaciones sexuales con él y que la respetara, ya que se hallaba trabajando.

Cuando la educadora bajó de nuevo a la zona común, el chico magrebí la siguió y continuó con el intento de agresión sexual de forma explícita, hasta que la víctima empezó a gritar.