Algunos de los policías más veteranos no recuerdan que en Tenerife se haya conformado un grupo de personas residentes en la Isla para llevar a cabo un asesinato por encargo que se haya consumado de una manera tan radical. El 'caso Machín' ha conmocionado a una sociedad que no está acostumbrada a sucesos de tal magnitud: el tiroteo de un hombre en su coche por una orden que presuntamente dio su exsocio y días antes de que tuviera que declarar en un juicio en el que estaban investigados ambos.

La persona que presuntamente encargó la muerte de Carlos Machín, según la Policía Nacional y la jueza que instruye el asunto, es el abogado y empresario Evaristo González Reyes, una figura clave para entender el desarrollo del ocio nocturno en La Laguna. También se ha visto envuelto en diferentes investigaciones por diferentes delitos, desde falsificar los permisos para explotar máquinas tragaperras hasta un fraude millonario a la Administración de la Seguridad Social. Pero idear presuntamente la ejecución de una persona ya supone completar la leyenda generada en torno a Evaristo, a quien muchos consideran un "capo" de la noche lagunera. En el último juicio en el que ha figurado como acusado por el caso Corredor, a Evaristo se le acusa de irregularidades en la adquisición de unos terrenos en los que se levantó una gran superficie en La Laguna que luego se utilizó como aval para pedir un crédito o la apropiación de joyas y antigüedades. Por ese proceso, la Fiscalía pedía para Evaristo González 16 años de prisión. Cuando le tocó declarar se produjo un altercado en la sala, ya que el citado abogado quería hablar desde el lugar que ocupaba junto a los letrados de las defensas. Pero el Tribunal se negó y lo obligó a intervenir desde el banquillo de los acusados.

Más allá de la figura de Evaristo, en la muerte de Machín hubo una persona dispuesta a vaciar el cargador de una pistola semiautomática, que poseía ilegalmente; otras dos que ejercieron de conductores; un quinto que facilitó la finca donde se escondieron los autores materiales, un par de hombres que sustrajeron un vehículo y un abogado que supuestamente encubrió el asesinato.

Habían pasado unas cinco horas desde el brutal asesinato del empresario herreño en el aparcamiento de la Escuela Oficial de Idiomas de La Verdellada y agentes de la Policía Judicial de la Comisaría de La Laguna se hallaban en la vivienda de la víctima con su viuda. En unos momentos muy duros, de dolor y de tensión, los funcionarios trataban de buscar algún hilo conductor para poder entender lo que había ocurrido. Los investigadores sabían perfectamente que Machín había ejercido como socio o encargado de locales de ocio nocturno de Evaristo González. En un determinado momento, la mujer de la persona tiroteada recordó y contó a miembros del Grupo 2 de Policía Judicial que en los días previos al trágico suceso Machín estaba "un poco nervioso", ya que en las siguientes semanas tenía que prestar declaración en un juicio. Y surgió el nombre de una operación que ha dado "mucha tela para cortar" a nivel judicial: el caso Corredor.

Machín había quedado absuelto de una pieza separada del citado caso Corredor en octubre del 2017. El asesinato se produjo la noche del 17 de abril de 2018 y la víctima debía declarar en un juicio que tenía que comenzar el 7 de mayo. Desde ese instante de la conversación con la esposa, los agentes empezaron a atar cabos. Intuición policial, olfato de profesionales curtidos en la vida y en el oficio y conocimiento de la historia reciente de La Laguna. Con esos ingredientes se elaboró un primer informe que se trasladó a agentes del Grupo de Homicidios de la Brigada Provincial de Santa Cruz de Tenerife, donde se apuntaba que la muerte violenta podía estar relacionada con los intereses de Evaristo González Reyes y su forma de gestionar su entramado empresarial. Fue una primera hipótesis de trabajo, sin pruebas ni indicios, pero estaba en la dirección correcta, como se demuestra ahora.

Más de 400 días después, un grupo "hermético de profesionales" de varias unidades, creado para evitar posibles filtraciones al entorno del propio Evaristo, consiguió esclarecer un suceso que estremeció a la Isla y que parece propio de un guión de una serie televisiva de mafiosos.

Los investigadores y la jueza consideran que hay pruebas suficientes para considerar que el abogado y empresario González Reyes fue la persona que ordenó la ejecución de Carlos Machín, que llegó a ser un hombre de su confianza.

Hasta tal punto fue así que tanto el denominado presunto autor intelectual del hecho como su compañero de bufete, el letrado Santiago Martínez, también detenido y puesto en libertad provisional por este asunto, estuvieron en la casa del fallecido, para apoyar moralmente a su viuda. Martínez ejerció como portavoz familiar en las horas posteriores a la muerte ante varios medios de comunicación. Al menos por parte de Evaristo pudo tratarse de una coartada para desviar la atención de los agentes. Respecto al papel de Martínez, algunas fuentes lo consideran muy secundario. Ahora falta concretar si cuando ejerció como representante de la mujer o las hijas de la víctima ya estaba encubriendo el asesinato o todavía no.

Los disparos sobre Carlos Machín ocurrieron a las 22:15 horas. Horas después, algunos policías clave del Grupo de Homicidios de Santa Cruz de Tenerife ya estaban sobre la pista del caso y se les pudo ver en el lugar donde se quemó el Renault Clío con el que los autores materiales abandonaron el aparcamiento de la Escuela Oficial de Idiomas. Era el trabajo de campo inicial. Durante meses hubo un gran esfuerzo para analizar una gran cantidad de datos de telefonía.

La última pieza del puzle

Las personas implicadas en el suceso utilizaron una serie de teléfonos móviles con tarjetas prepago, que fueron adquiridos específicamente para llevar a cabo el delito. Todos esos terminales se desactivaron casi a la vez después de que se consumó el asesinato. El pasado 14 de mayo, la Policía Nacional simuló una búsqueda de pruebas en el barranco de El Drago, a la altura de Gracia. Y en ese preciso momento, tras meses de inactividad, varios de esos aparatos se encendieron y se utilizaron. Era la pieza que faltaba para completar el puzle de los agentes. Durante la madrugada y la mañana del pasado miércoles se llevaron a cabo las detenciones de los implicados de forma conjunta, para que tampoco hubiera "chivatazos".