Lo que iba a ser una tranquila y agradable ruta a caballo en Cangas de Onís terminó siendo una pesadilla para una gijonesa de 45 años, residente en Tenerife, que acabó perdiendo parte de un dedo de la mano después de que su rocín, "encabritado", la arrojase al suelo y le diese un fuerte pisotón.

La empresa que organizaba las rutas a caballo adujo que ella ya conocía el riesgo que entrañaba aquella actividad. El Juzgado de Cangas de Onís le dio la razón a la empresa, pero la sección cuarta de la Audiencia Provincial de Asturias, con sede en Oviedo, enmienda este fallo: los organizadores fueron negligentes, ya que no dieron instrucción alguna a la mujer y deberían haber puesto los medios para que el caballo no se encabritase. Tendrán que pagar una indemnización de 19.105,48 euros a esta mujer, cuyos intereses ha defendido la letrada gijonesa María Cristina García San Segundo.

Los hechos ocurrieron el 16 de agosto de 2016. La mujer, de vacaciones en Asturias, había contratado por internet, junto a una amiga, la realización de una excursión a caballo con una empresa de aventura de Arriondas. En el mail había dicho expresamente que ni ella ni su amiga sabían montar a caballo. No había problema, la empresa señala en su página web: "Nuestros caballos son dóciles y muy tranquilos, acostumbrados a llevar sobre sus monturas a personas que desconocen la técnica de la equitación".

El día de la excursión, las dos amigas acudieron a Arriondas y allí empezaron las cosas raras, puesto que las derivaron hacia otra empresa, con sede en Soto de Cangas (Cangas de Onís). "Las únicas instrucciones que les dieron fueron las de cómo maniobrar con el animal: giro a un lado y hacia otro, avance y detención", reza el fallo de la Audiencia, del que ha sido ponente el magistrado Francisco Tuero Aller, presidente de la sección cuarta. Sin más, iniciaron el paseo, "sin siquiera hacer una prueba o ensayo inicial". El monitor no explicó qué hacer en caso de que el caballo se encabritara o tuviera reacciones violentas o bruscas, bien para sujetarse o descender del mismo con el mínimo riesgo.

Giraba "como un loco"

Las dos amigas iban al final de la hilera, seguidas sólo de una niña. El único monitor de la ruta iba abriendo la marcha. Nada más empezar, el primer contratiempo. El caballo en el que iba la amiga de la mujer que luego se accidentaría sufrió una herida y comenzó a sangrar, pero no pudo comentarlo al monitor porque iba muy distante. Ya casi cuando estaban finalizando la ruta, el caballo de la amiga hizo un extraño, se levantó y al bajar dio contra el corcel de la otra mujer, que empezó a "girar como un loco" y la tiró al suelo. Fue entonces cuando el caballo le pisó la mano. Lo único que hizo el monitor fue acompañarlas hasta el Hospital de Arriondas.

La accidentada perdió parte del dedo meñique a consecuencia del aplastamiento, y terminó ingresada cuatro días en el Hospital Universitario Central de Asturias ( HUCA ). De vuelta a Tenerife, le apreciaron policontusiones y dolores cervicales, por lo que estuvo de baja hasta octubre, y recibiendo tratamiento de rehabilitación hasta enero de 2017.