La magistrada del Juzgado de Violencia sobre la Mujer e Instrucción número 1 de Arona está a la espera de que el Consulado Alemán en Las Palmas de Gran Canaria le remita un acta notarial u otra documentación donde la familia del pequeño Jonas otorgue la autorización para que alguna persona obtenga la tutela del mismo y viaje con el menor de vuelta a su país de origen.

Este niño de siete años se salvó el martes de la semana pasada de morir a manos de su padre en el interior de una cueva situada en la zona alta de Adeje. En dicha cavidad fueron asesinados su madre, de 39 años, y su hermano, de diez. Toda la familia realizó una caminata desde el casco urbano de dicho municipio hasta el enclave conocido como Hoyo del Agua. Una de las argucias utilizada por el marido y padre de las víctimas, Thomas Handrick, fue decirles que en el interior de la cueva había regalos de pascua.

Hasta primeras horas de la tarde de ayer no constaba que dicho documento de autorización hubiera llegado a manos de la autoridad judicial. Y el Gobierno canario está pendiente de la resolución del juzgado.

El cónsul germano en el Archipiélago y el pastor luterano que la pasada semana se ofreció para ayudar en el caso visitaron ayer al pequeño Jonas en el centro en el que reside desde hace siete días, con el objetivo de empezar a generar un clima de confianza con el niño.

En estos momentos, la tutela del pequeño corresponde a la Dirección General de Protección a la Infancia y a la Familia del Gobierno de Canarias, mientras que la guarda se ha atribuido al Cabildo de Tenerife, que es el responsable del recurso asistencial en el que vive el menor alemán actualmente.

En dicho recinto residen niños de una edad inferior a la de la víctima de la tragedia, según explicó ayer la directora general de Protección a la Infancia y la Familia, Carmen Morales.

El menor huyó corriendo del escenario del doble crimen, recorrió varios kilómetros en dirección a la costa y fue recogido por dos hermanos, que lo vieron solo junto a una carretera vecinal.

Después, otra vecina de La Quinta tradujo las palabras del niño, en las que advertía de que su padre había agredido a su madre.