"Vino de Cuba a matar a Lílibet". Así cerró ayer su turno la letrada de la acusación particular, Coralia Beneroso, en la última sesión de la vista oral del juicio que se ha seguido durante esta semana en la Sección Quinta de la Audiencia Provincial de Santa Cruz de Tenerife por el asesinato de Lílibet Hernández, de 28 años, el 31 de octubre de 2017, en El Fraile (Arona) presuntamente a manos de quien era su marido, José Antonio Palau. Durante la defensa de su informe de conclusiones, que elevó a definitivas, señaló al Tribunal del Jurado que "este es un caso de libro de violencia machista" porque "José Antonio -el acusado- no soportaba la idea de que Lílibet quisiera poner fin a su matrimonio y no soportaba que ella se hubiera marchado de Cuba para venir a la isla, donde tenía familiares, a convalidar su título de Medicina y trabajar como médico", afirmó para añadir que el acusado "no soportaba la idea de que su mujer, a la que conoció en Cuba cuando ella tenía tan solo 19 años y con la que había tenido un hijo que hoy tiene 8 años, progresara en la vida y, además, lo hiciera con otro hombre", aseveró.

La abogada que defiende los intereses de la familia de Lílibet había pedido inicialmente una pena de 37 años, pero decidió no obstante rebajar su petición de condena a 30 años por el delito de asesinato alevoso con el concurso de las agravantes de violencia de género, ensañamiento y parentesco.

El fiscal delegado de Violencia de Género en la provincia, José Luis Sánchez-Jáuregui, expuso en su alegato cómo sucedieron los hechos "tal y como se ha acreditado con las pruebas que se han traído al plenario" destacando que lo que se juzga aquí es un "asesinato alevoso con la agravante mixta de parentesco y de violencia de género", delito por el que solicita que se le imponga al acusado una pena de 24 años de prisión.

Para el fiscal "el acusado miente descaradamente; no está arrepentido por lo que hizo" y "ha dado tres versiones en distintos momentos del procedimiento". "Aquí no se ha producido un ataque previo de la víctima con un cuchillo, ni la muerte fue accidental por intentar repelerla cuando, según llegó a decir el acusado, ella iba a atacarle con una plancha". "Ni la mató por, según llegó a manifestarle a los agentes que lo detuvieron, estaba harto de que su mujer no le diera dinero o ni comida, porque la nevera estaba llena", apuntilló el fiscal.

Tampoco, destacó, "hubo una discusión previa en el domicilio, porque los vecinos aseguraron que no oyeron nada aquella mañana, salvo un ruido como si se rodara un mueble" y añadió el fiscal "lo que ocurre es que no era un mueble lo que se rodaba, era el cuerpo sin vida de Lílibet siendo arrastrado por el acusado desde el dormitorio de la pareja hasta el que había en el cuarto del niño".

El fiscal apuntó que, tal y como sostienen los forenses, la muerte fue causada empleando una gran fuerza "primero la asfixió y luego, cuando perdió la consciencia, le partió el cuello a la altura de la segunda vértebra". "Me da igual si fue con las dos manos o con el antebrazo usando la técnica que llaman mataleón, lo cierto es que ni el hueso hioides ni el odontoides se fracturan por accidente".

La abogada de la acusación popular, que representa al Instituto Canario de Igualdad, señaló que "el niño se ha quedado huérfano de madre y de padre, porque se ha solicitado por todas las partes de la acusación la retirada de la patria potestad. El niño no quiere saber nada de su padre", insistió. Y se preguntó "¿qué clase de padre mata a la madre de su hijo y oculta el cadáver dentro del armario del cuarto del niño bajo un peluche?. Por fortuna y a pesar de que el cuerpo sin vida de Lílibet se encontró por la noche, el pequeño estuvo todo el día con su abuela y no subió a su casa, donde habría podido descubrir a su madre muerta".

El abogado de la defensa, que sostiene en cambio, que su patrocinado "es culpable de la muerte" mantiene en cambio que esta se produjo de forma accidental e intentó argumentarlo al defender que José Antonio no tenía heridas de defensa de la mujer. Las acusaciones señalaron que eso es porque "no le dio oportunidad para defenderse al ser atacada, con toda probabilidad desde la espalda".

El acusado, en su derecho a la última palabra, aseguró estar "arrepentido".