Hacía apenas unos minutos que los guardias civiles Yeray Díaz Santana y Carmelo Ramos Lorenzo habían comenzando su turno nocturno el pasado domingo en el puesto de Arucas. Eran las once menos veinte de la noche cuando por la emisora saltó la alarma: incendio en una casa de Valleseco en Gran Canaria con una persona en el interior . Encendieron los prioritarios y en cuestión de minutos llegaron a la vivienda. "Está arriba", decían la hermana del huésped del inmueble y su marido. "Sólo tuve que mirar a mi compañero", recuerda Díaz. Rompieron la puerta, subieron a la planta alta y cuando estaban a punto de tirar la toalla vieron una pierna del dueño, de 70 años, que ya estaba en estado de inconsciencia.

"Las fosas nasales me ardían, los ojos no podríamos ni abrirlos", comenta el agente. "Cinco o diez segundos más y nos hubiésemos dado la vuelta porque estaba empezando a notar que esta como en una nube", añade su compañero. Consiguieron rescatarlo y sacarlo a la calle, con la ayuda de Protección Civil del municipio. Díaz y Ramos visitaron ayer al hombre, que se recupera en el Hospital Doctor Negrín adonde fue evacuado. "Está consciente, muy agradecido; le dije que ha ganado dos amigos para toda la vida". Hubo incluso momentos para las bromas: "Le dijimos que esperábamos que la próxima fogalera sea en un asadero", comenta Yeray Díaz.

La historia del rescate fue mucho más complicada de la que se refleja en el primer párrafo. Díaz reconoce que cuando toman la decisión de poner sus vidas en peligro no piensan en ellos, sino en la persona que se encuentra en riesgo. "En los incendios hay veces que sopesas si entrar o no porque no es seguro que haya gente dentro, pero esta vez los familiares estaban muy seguro. ¿Cómo te quedas fuera sabiendo que está ahí?", pregunta Ramos. Ambos se miraron y no hicieron falta palabras pese a que ya el humo hacía que el ambiente fuera irrespirable. Quebraron la puerta y ya dentro la situación era peor de lo que esperaban. "Vimos que el techo era de madera y que estaba ardiendo porque el incendio se había iniciado en la planta superior", cuenta Díaz. Las llamas habían traspasado la cubierta y caían a la planta baja. "Gritábamos su nombre, pero no nos respondía nadie. No veíamos absolutamente nada, íbamos tanteando. Aquello era un infierno", añade. A toda esta escena se unía que la vivienda estaba repleta de muebles, lo que dificultaba que avanzaran.

Escucharon un alarido. "Llegamos a una habitación y vimos una pierna. Como pudimos, le agarramos", señala Yeray Díaz. Carmelo Ramos añade: "Fue un milagro. Si no dábamos con él en los siguientes cinco o diez segundos hubiésemos tenido que dar la vuelta porque ya no podíamos respirar". Sin embargo, aún quedaba salir de la vivienda. "Estábamos totalmente desorientados", indica el primero. No sabían como salir. Reconocen que vivieron momentos de tensión. "La planta alta tendría 60 metros de cuadrados, pero para mi en aquel momento eran mil metros. Por momentos pensé que nos quedábamos allí. Las fosas nasales nos ardían. Los ojos no podíamos ni abrirlos", señala el agente. Entonces llegó un haz de luz, literal. "Me pareció ver una pequeña luz de una linterna de los chicos de Protección Civil a lo lejos y eso nos indicó la dirección", recuerda Carmelo Ramos, quien detalla que pudieron abandonar la vivienda en llamas a trompicones guiándose por los gritos que desde fuera daban los familiares del rescatado.

Los bomberos del Consorcio del parque de Arucas también se personaron pocos minutos después en el lugar de los hechos, cuyo trayecto se vio ralentizado por el corte de la carretera que conecta Los Chorros con Valleseco. Asimismo, una ambulancia del Servicio de Urgencias Canario (SUC) acudió hasta el casco urbano de Valleseco para atender tanto al rescatado como a los dos guardias civiles. El primero, que fue recuperando la consciencia, tuvo que ser evacuado al Hospital Doctor Negrín de Las Palmas de Gran Canaria, donde quedó ingresado en la unidad de críticos por una intoxicación de humo. Por su parte, los dos guardias civiles fueron trasladados al centro de salud, donde fueron atendidos y aún ayer tenían problemas de respiración motivados por el servicio realizado, que cómo apostilla Díaz, es la parte de su trabajo "más gratificante, la que te llevas". Carmelo Ramos reconoce que al día siguiente se le pasaron cosas por la cabeza, pensó en su tres hijos. "Gracias a Dios todo salió bien", sentencia.