No todos los asesinatos tienen el mismo impacto en la sociedad. Algunos llevan el sello de que alguien pagó para que uno o varios "profesionales" realizaran una ejecución sin errores y sin dejar pistas. Hoy se cumple el primer aniversario de la muerte a tiros del empresario Carlos Machín en el aparcamiento de la Escuela Oficial de Idiomas de La Laguna. Un año después no se sabe ni quién disparó ni quién dio la orden para acabar con la vida de la persona que estuvo al frente de locales de ocio nocturno tan conocidos en la ciudad universitaria como Kapitel o El Palco.

El caso generó muchos comentarios y especulaciones, sin base alguna, así como bulos sobre la detención de los autores. En las últimas décadas, pocas veces se ha visto una escena tan dura. Pasada la una de la madrugada, el cadáver yacía en el asfalto, sin camisa, y varios policías de paisano realizaban tareas diversas en el escenario del trágico suceso. La forma de morir de Machín y la imagen hacía pensar en un hecho más habitual en otras ciudades o países. Pero ocurrió en el barrio de La Verdellada, cuando un grupo de estudiantes salían de clase.

Pasados los meses, el caso está siendo investigado por agentes de un Grupo de Homicidios de la Comisaría General de Policía Judicial de Madrid. La última vez que estos agentes estuvieron en Tenerife fue en diciembre, poco antes de las fiestas de Navidad.

Dichos profesionales mantienen contacto periódico y colaboración con investigadores de Homicidios de Tenerife, a quienes solicitan acciones concretas. Pero también operan de forma independiente para continuar con el objetivo de esclarecer la estremecedora muerte del empresario, de 50 años y natural de la localidad herreña de Isora.

Horas después de los hechos, una persona próxima a la investigación reconoció que "no se sabe nada, y tal vez nunca se sepa". Tras varios días de seguimiento, los dos matones a sueldo habían robado un coche (un Renault Clío), le quitaron la matrícula y esperaron en el estacionamiento del citado centro académico. A la hora prevista por los sicarios, Carlos Machín salió del edificio, caminó unos metros en sentido descendente y se subió a su Nissan Qhasqai. Cerró la puerta y arrancó el vehículo. Solo le dio tiempo a eso. Un "pistolero" se bajó del Clío y le disparó varios tiros. Dos de ellos fueron letales, pues alcanzaron la cabeza y el pecho de la víctima.

El empresario fue atacado cuando era más vulnerable, ya que no tenía oportunidad de huir o esconderse. El matón actuó cuando contaba con más posibilidades de acertar sobre su objetivo. Los implicados en la muerte huyeron a gran velocidad y se dirigieron hacia la avenida de Los Menceyes. Tras pasar la cafetería La Habana, junto a la iglesia del Perpetuo Socorro, aparcaron el Renault Clío marcha atrás y lo incendiaron con ayuda de algún acelerante. Después escaparon en otro coche en dirección desconocida, tras coger alguna de las vías que parten desde la rotonda de Finca España. Todo ocurrió en pocos minutos y de manera perfectamente planificada.

En el lugar de los hechos, los agentes certificaron que el autor material usó una pistola semiautomática con munición 9 milímetros parabellum.

Machín estuvo vinculado al "mundo del ocio nocturno" de La Laguna durante unos 16 años, desde 2000 hasta 2016. Personas que lo trataron en esa época lo definen como un hombre "noble" y con habilidades para las "relaciones públicas". No tuvo tiempo de desarrollar plenamente su nuevo proyecto empresarial, para la fabricación y distribución de botellas de plástico a empresas de agua o refrescos. Así lo comentó un portavoz de su familia, el abogado Santiago Martínez..

Un caballero que cuidaba mucho su imagen

Carlos Machín estaba casado y era padre de tres hijos menores de edad. Una mujer que coincidió con la víctima en su etapa como encargado en locales de ocio nocturno del casco urbano de La Laguna lo define como "un gentleman (un caballero), exquisitamente vestido, con ropa impecable, aunque no fuera de marca". Señala que "siempre llevaba el pelo perfecto e iba recién afeitado". Esta persona explica que el encargado de afamados establecimientos era "un deportista, que parecía más joven de lo que realmente era y que solía ir bien perfumado".

Un 'relaciones públicas' nato en el lugar adecuado

El empresario nunca ocultó que procedía de una familia modesta de un pequeño pueblo de El Hierro y tampoco olvidó dichos orígenes. Tal vez por eso se le consideraba un encargado con gran capacidad de trabajo, que empezaba su jornada a las nueve de la noche y la acababa doce horas después. Pero también se le valoraba como un gran conversador, capaz de hablar con la gente que le rodeaba de cualquier tema. Con su humildad, su sonrisa y sus habilidades sociales se convirtió en un relaciones públicas nato, que supo aprovechar las oportunidades para ganar dinero en una actividad compleja.

No hacía alarde de sus ingresos ni bienes

hombre asesinado en La Verdellada no era una persona que hiciera alarde de sus ingresos económicos ni sus bienes, "aunque sí llevara un buen coche o alguna ropa de calidad", según quienes le conocieron. Presumía de que era de Isora y de que con su esfuerzo había llegado a una posición desahogada. El abogado Santiago Martínez, portavoz de la familia de la víctima, comentó al día siguiente del trágico suceso que Machín "residía en un piso normal y llevaba una vida normal". Según ese letrado, Machín quedó absuelto de un supuesto fraude a la Administración de la Seguridad Social en una sentencia que fue firme en octubre de 2017.

Las claves, ¿en el pasado o en el presente de Machín?

Una incógnita que deben aclarar los investigadores policiales es si la muerte violenta de Carlos Machín estuvo relacionada con algún aspecto del pasado o del presente del hombre llegado de El Hierro que fue acribillado en un aparcamiento cuando salía de clases de inglés. La falta provisional de resultados policiales, los silencios, el procedimiento para matarlo y su vinculación con el ocio nocturno son elementos suficientes para una película o una serie.