Ocho meses de la dana

"Ir al psicólogo me ayuda a dejar atrás la tristeza y la rabia por la dana"

Lola, Antonio, Patricia y Reyes acuden a terapia en Sedaví para su propia reconstrucción emocional

Lluís Pérez

València

"Creía que estaba bien, pero no lo estaba. Llegó un día en que no podía dejar de llorar recordando el 29 de octubre". Lola Alacreu, vecina de Sedaví, vive anclada en ese fatídico día, el de la dana, que vuelve insistentemente a su memoria una y otra vez. Lo hace cuando pasea por la calle y su mirada sigue la línea dejada por el ascenso del agua en las fachadas de las casas, cuando recuerda a los 11 vecinos fallecidos por la barranca porque los conocía prácticamente a todos, y cuando se siente triste. Aunque ha tenido "la fortuna" de no haber perdido a ningún familiar, no puede evitar "estar triste" y, encima, se siente "culpable" por estarlo. 

Está aprendiendo a no sentirla en las sesiones de psicología a las que acude en Servicios Sociales, en las que colabora el Colegio Oficial de Psicología de la Comunitat Valenciana. Empezó a ir por recomendación de su médico de Atención Primaria y se siente "mucho mejor" porque ha aprendido a canalizar su rabia y su tristeza. No es la única. El trauma psicológico de la dana podría impactar emocionalmente al 20 % de la población, según estiman varios estudios internacionales. Lo ha hecho con Lola, pero también con tres de sus vecinos: Antonio Pérez, quien no puede soportar pensar que su hija podría "no estar conmigo" si hubiese salido de su casa un minuto antes; Patricia Moreno, quien perdió su clínica de fisioterapia con solo 10 meses abierta y no puedo soportar atemorizarse cuando llueve en su pueblo, pese a que el 29-O no cayó ni una gota; y Reyes Casado, operario municipal a quien la imagen de los cuerpos sin vida de sus vecinos persiste en su mente cada noche. 

Los cuatro han vivido un proceso similar, aunque a diferentes velocidades. Primero, estuvieron emocionalmente anestesiados. "No me daba tiempo a pensar en qué había pasado", explica Patricia. Estaba centrada en limpiar su clínica, ayudar a sus vecinos. Pero sabía que más tarde que pronto llegaría el impacto. "Le decía a mi marido: sé que voy a caer en algún momento, lo noto", explica. Cuando se rompió, pidió ayuda. Igual que Antonio.

Lola y Patricia conversan sobre la importancia de su trabajo con la psicóloga.

Lola y Patricia conversan sobre la importancia de su trabajo con la psicóloga. / Francisco Calabuig

El caso de Reyes fue más tardío. Como funcionario municipal, se pasó los primeros días entregado al pueblo, «inmerso en su reforma" y fue más tarde, cuando detectó que algo no iba bien. "No estaba pudiendo superarlo y he necesitado ayuda", cuenta. Es otra de las tónicas en este tipo de catástrofes: los traumas pueden tardar meses e incluso años en aparecer. El jefe de Psiquiatría del hospital Doctor Peset, José Martínez, explica que enero fue "el pico" de la demanda psicológica, justo después de las Navidades. Los ocho meses coinciden con un aplanamiento de la curva, pero teme octubre cuando se "cumpla el primer año". 

"Mucha gente no sabe que necesita ayuda"

El buen rendimiento de sus sesiones y la mejoría advertida por Lola le ha hecho recomendarlo a otros amigos y familiares. "Se lo he dicho a todo el mundo para que sean conscientes de la importancia que tiene", explica. Es el motivo que la ha llevado a encontrarse con Levante-EMV y a participar como testimonio en varios medios de comunicación. Antonio comparte su opinión: "El problema es la cantidad de gente que necesita ayuda en salud mental y no lo sabe aún". En el Ayuntamiento de Sedaví lo identificaron casi de inmediato. "El tercer día ya contactamos con el Colegio de Psicología", explica Inma March, psicóloga de Atención Primaria Básica de Servicios Sociales. "Menos mal que emprendimos el camino porque desde Sanidad no hemos recibido recursos", confiesa. Su caso es particular porque es, también, vecina de Sedaví, por loq que, además de ayudar, ha tenido que recorrer su propio camino de reconstrucción emocional. 

Antonio Pérez se siente abandonado por la gestión de la dana.

Antonio Pérez se siente abandonado por la gestión de la dana. / Francisco Calabuig

Uno de los sentimientos más recurrentes es el del abandono. Antonio, con la voz entrecortada, lo señala en varias ocasiones a lo largo de la charla. "No puedo entender que la Generalitat no nos avisara antes porque se habrían salvado muchas vidas», confiesa. Por su parte Lola, pide acciones a todas las administraciones: "Esto no puede volver a pasar".

Un flotador vital

Desde las Unidades de Estrés Postraumático —Sanidad habilitó una en cada hospital de la zona cero— realizan un intenso seguimiento, atendiendo directamente a los pacientes con cuadros agudos y derivando a otros servicios a los que tienen un impacto menor. "Estamos haciendo un trabajo muy coral con todos los profesionales, que se han implicado al máximo", explica Martínez. Sin embargo, tanto Lola como Antonio critican la ausencia de la Generalitat Valenciana en este sentido porque en Primaria "la atención en salud mental es muy precaria"

Tres de los asistentes a los talleres emocionales de Sedaví: Patricia Moreno, Antonio Pérez y Lola Alacreu; junto con la psicóloga Inma March.

Tres de los asistentes a los talleres emocionales de Sedaví: Patricia Moreno, Antonio Pérez y Lola Alacreu; junto con la psicóloga Inma March. / Francisco Calabuig

La terapia ha sido un salvavidas para Lola; la ha ayudado a no "caer en un pozo donde no poder salir; tenía mucho miedo". La dana ha roto sus esquemas en cuanto a salud mental: "Nunca pensé que me haría falta —, explica Antonio, a quien le costó decidirse—. Estamos habituados a saber de alguien que va al psicólogo". Su trabajo con los profesionales está "siendo muy positivo", pero reconoce quedarle "mucho" para volver a ser el de antes. Seguramente, nunca lo conseguirá; será otro distinto, marcado por la dana, como Lola, Patricia y Reyes. 

El camino está siendo hacia adelante, pero con idas y venidas. "Trabajas semana a semana —, cuenta la fisioterapeuta—, pero siempre hay algo que te causa malestar y te hace volver atrás". Su objetivo, como el de los otros tres, y tantos y tantos otros vecinos de la zona cero, es "dejar de vivir anclados en el 29-O"; pero sin olvidar lo ocurrido y a las 228 víctimas.

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