Diversión y aprendizaje en un mismo entorno: Tenerife celebra su tradicional campamento para niños con diabetes
Esta cita anual reúne a más de 35 pequeños, de entre 7 y 14 años, de la provincia de Tenerife

Una niña con su bomba de insulina en el campamento de diabetes de Tenerife. / María Pisaca
"He aprendido a medir mis raciones de comida y a utilizar la bomba de insulina", grita con emoción Mateo Outerelo. Es uno de los niños que, además de disfrutar de actividades veraniegas, ha aprendido mejor a manejar su enfermedad en la tradicional Colonia de Verano de la Asociación para la Diabetes de Tenerife (ADT). Un campamento para menores con diabetes tipo 1 que acoge a más de 35 pequeños de entre 7 y 14 años de la provincia de Santa Cruz de Tenerife. De hecho, Outerelo ha viajado desde La Gomera, concretamente desde Valle Gran Rey, para poder disfrutar de esta experiencia que fomenta su autonomía.
Acto seguido saca su bomba de insulina, que guarda como un tesoro en una carcasa de color verde y azul. "Cada uno tiene la suya", precisa. De repente, una ola de dispositivos con fundas de colores y caras sonrientes inundan el área recreativa de Las Raíces, donde los pequeños han acudido para pasar el día. "Nuestras madres nos piden los forros por internet y decoramos las bombas a nuestro gusto", exclama Samuel García, otro de los pequeños del campamento.
Aprendizaje
Pero no todos tienen bombas de insulina. Hay quienes usan sensores. "El primero mide la concentración de glucosa en sangre y a la vez suministra la insulina, el otro requiere de un pinchazo manual porque solo muestra el nivel de glucemia", explica la enfermera y educadora en diabetes Desiré Pérez. "La principal función del campamento es que se diviertan, pero también intentamos que aprendan conceptos a través de talleres y actividades", añade.
Gracias a esta formación, los niños han logrado comprender el funcionamiento de sus dispositivos, controlar las raciones de hidratos de carbono e incluso administrarse a sí mismos la dosis adecuada. "Regresan con más independencia y muy reforzados, porque han convivido con otros niños iguales que ellos", destaca. De hecho, Pérez cuenta que es habitual que los padres se sorprendan, gratamente, cuando finaliza el campamento.
Un campamento de cine
Sin embargo, esta tradicional cita no restringe su labor al aprendizaje. "También hemos ido a la playa y tuvimos una fiesta con helado y Coca Cola", relata Olivia Hernández, de siete años. Y es que la semana ha estado repleta de juegos que estimulan su mente y su físico: desde sesiones de cine, hasta talleres de personalización de camisetas o juegos.
"Nosotros los despertamos con música, desayunan, hacen un poco de deporte y, dependiendo del día, tienen una actividad u otra", detalla Yaderay Castillo, monitora de ocio del campamento. Cuando llega la hora de comer disfrutan de un menú cuidadosamente diseñado por Andrea Domínguez, la nutricionista de la asociación. "Lo principal es que coman saludable y que cuiden las raciones de los hidratos de carbono, pero no tienen por qué renunciar a nada", señala. Luego, vuelven a sus actividades y por la noche regresan a sus cabañas donde cogen fuerzas para el día siguiente.
La temática de este año ha estado orientada al cine. Así, por ejemplo, el viernes los niños pudieron disfrutar de una ceremonia de cortos audiovisuales que ellos mismos produjeron. Para esta especial ocasión los niños lucieron sus mejores galas para pasar por la alfombra roja. "Las piezas representaron situaciones relacionadas con la diabetes y momentos en los que, quizás, se han sentido un poco diferentes o dejados de lado", comenta Javiera Villamur, otra monitora. Y agrega: "la idea era dar visibilidad a la enfermedad desde un espacio seguro en el que todos son iguales".
Aprendizaje para mayores
Los adultos también aprovechan para aprender. Laura Rodríguez y Esma Brechet son enfermeras graduadas y están realizando su segundo año de especialización en el área de Pediatría del Hospital Universitario La Candelaria. Tras haber rotado por consultas de diabetes y aprender sobre ello, su jefe de estudios les ofreció la oportunidad de participar en el campamento con la idea de potenciar su periodo de formación. Ellas no se lo pensaron dos veces y ahora forman parte del gran equipo de esta edición.
"Nosotras disfrutamos como si fuéramos uno más porque pasamos las 24 horas del día con los pequeños", cuenta Brechet emocionada. Rodríguez, que comparte el mismo entusiasmo que su compañera, explica que esta semana les ha servido para interiorizar aún más los conocimientos que ya poseían y ponerlos en práctica de la mejor manera. "Hemos aprendido mucho en cuanto al control de insulinas, tecnología, bombas y lectores", agrega. Una experiencia que, aunque al principio les llevó un periodo de adaptación, ahora la describen como "muy reconfortante" por todo lo que se llevan.
Dificultades
Sin embargo, la puesta en marcha del campamento de este año ha atravesado ciertas dificultades. La tradicional colonia de verano, que ha sido declarado de interés sanitario por la Consejería de Sanidad, no ha contado con todos los profesionales sanitarios que requería. El gerente de la ADT —y además secretario de la Federación de Asociaciones de Diabetes en Canarias (Fadican)—, Francisco Darias, explica que cada vez les resulta más complejo liberar al personal del Servicio Canario de Salud (SCS) que necesitan para este tipo de actividades. "Este año no pudimos contar con pediatras o endocrinos y aquellos profesionales que sí han participado los liberaron dos semanas antes de que comenzara el evento", lamenta.
La incertidumbre de no saber con qué equipo contar dificultó el proceso de planificación del campamento. "Lo ideal sería que nosotros tuviéramos unos plazos de solicitud de personal y ellos otros de comprobaciones pertinentes, y eso debería hacerse entre febrero y marzo, pero no esperar a junio", aclara. Asimismo, añade que quienes participan por primera vez reciben una formación por parte de la asociación sobre las actividades que se llevan a cabo y el perfil de los niños que reciben. "Y tuvimos que ajustarnos a los tiempos que se nos presentaron", detalla. En este sentido, Darias considera que un acuerdo de colaboración con el SCS sería la solución para obtener el personal sanitario que precisa la actividad. "De este modo agilizaríamos el proceso previo a la ejecución del campamento y tendríamos garantías de que saldrá adelante cada año", sentencia.
Mañana, domingo, el campamento llega a su fin. Aunque Aimar Hernández —como el resto de sus compañeros— no quiere que acabe. "Es la segunda vez que vengo y ojalá quedaran más días", confiesa. Por suerte para él, podrá repetir la experiencia el próximo año. Y es que la asociación ha organizado más de 20 ediciones en las últimas décadas y espera seguir haciéndolo por mucho más tiempo. Esta cita anual reafirma el compromiso de ADT para mejorar la calidad de vida de las personas con diabetes y es un momento que, sin duda, los más pequeños esperan con ansias todos los veranos.
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