Mujer de 50 años con hijos: el perfil del abuso de ansiolíticos en Canarias

España es el país con mayor consumo de benzodiacepinas y el Archipiélago, una de las comunidades donde más se abusa de estos fármacos para lidiar con problemas como la ansiedad o el insomnio

El 61 % de los pacientes depresión o ansiedad no sigue el tratamiento correctamente.

El 61 % de los pacientes depresión o ansiedad no sigue el tratamiento correctamente. / FREEPIK

Santa Cruz de Tenerife

Mujer, que atraviesa alguna etapa de la menopausia y que tiene hijos. Este es el perfil mayoritario de consumo de benzodiacepinas en Canarias, según farmacéuticos y médicos. Las isleñas de mediana edad enfrentan cambios de humor, sofocos, sudores nocturnos y problemas de sueño; síntomas que a menudo se asocian con la menopausia y, en concreto, con su primera etapa: la perimenopausia. Por este motivo, son las que más abusan de medicamentos psicotrópicos, es decir, de aquellos que se utilizan para combatir problemas como la ansiedad o el insomnio.

En general, ellas consumen el doble que los hombres. Un hecho que también se explica por el rol que las mujeres tienen en la sociedad. «Suelen ser cuidadoras, con trabajos precarios, a menudo sufriendo aislamiento social u otros problemas como la violencia de género, todas estas condiciones hacen que haya un mayor riesgo a crear dependencia de esta sustancia», explica Joana Déniz, coordinadora del grupo de salud mental y medicina basada en las emociones de la Sociedad Canaria de Medicina Familia y Comunitaria. 

Estos fármacos son efectivos a corto plazo, pero no se recomienda usarlos más de cuatro semanas. Al prolongarlos en el tiempo, los riesgos pueden superar a los beneficios, pues se ha demostrado que tienen otros efectos como pérdida de memoria, disminución de la capacidad de concentración, empeoramiento del insomnio, irritabilidad, ataques de pánico y caídas. Y lo más grave, según los expertos, es que este tipo de pastillas también causa dependencia. 

Canarias lidera el consumo

España es el país con mayor consumo de benzodiacepinas –110 dosis diarias por cada mil habitantes, cifra 2.750 veces superior a la de Alemania– y Canarias se sitúa entre las comunidades que más abusan de estos fármacos. La doctora en farmacia Vanessa Moreno señala que el Archipiélago no solo está a la cabeza, sino que además el consumo ha aumentado a un ritmo muy acelerado en los últimos diez años. 

Las largas listas de espera para una consulta en psicología o psiquiatría han contribuido a un mayor consumo, aunque también es cierto que existe un creciente reconocimiento de los problemas de salud mental. «Somos uno de los países con menos psicólogos por habitantes por lo que, en muchas ocasiones, la solución más fácil y rápida es la pastilla, pero tenemos que hacer un uso racional del medicamento», destaca. 

La pandemia, una de las grandes culpables

Por su parte, la médico Déniz argumenta que hay varias causas que explican el aumento puntual del consumo de estos ansiolíticos. La más notoria estos últimos años ha sido la pandemia, «que sigue teniendo una carga emocional enorme». A estas situaciones puntuales se suma la falta de recursos en salud mental que arrastran las Islas. «Todo esto ha llevado a que la medicación se convierta en una solución rápida».

En este sentido, la farmacéutica subraya que antes las benzodiacepinas eran muy habituales en pacientes geriátricos –sobre todo, en mujeres mayores–. Sin embargo, estos últimos años ha observado que hay una mayor prescripción en jóvenes. De hecho, Moreno considera que hay una sobreprescripción, entre otras cosas, porque la juventud tiene menor tolerancia a la frustración y una mayor tendencia al perfeccionismo. «Se prescribe como mucha soltura, pero también es necesario desprescribir», asegura. Para evitar un consumo desproporcionado, las farmacias también refuerzan la información del médico y advierten que no es un medicamento que se pueda tomar de forma permanente. 

Una ayuda, no una solución

Ambas expertas coinciden en que son pastillas que ayudan, pero que no resuelven el origen del problema. La solución, según la doctora en Farmacia, pasa por reeducar al paciente, una tarea que debe realizarse a través de un equipo multidisciplinar compuesto por médicos, enfermeras, farmacéuticos... «Para descubrir realmente dónde está la raíz del problema, habría que invertir en psicoterapias, así no tendríamos que usar este arsenal de medicamentos», añade. A su vez, este acompañamiento psicológico debe ir de la mano de estrategias para afrontar inconvenientes cotidianos, ejercicio físico y otras actividades como la meditación. 

En la misma línea, entre el 25 y 35% de la población adulta sufre insomnio agudo y el 10%, crónico. Para combatir estas cifras es importante fomentar hábitos de vida saludables, así como mejorar la higiene del sueño. Según afirma, estas dos herramientas, ayudarán al paciente a conseguir un sueño reparador.

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