Mujeres canarias con discapacidad irrumpen en el Parlamento: "No somos números ni pagas a final de mes"

El órgano autonómico acoge, por primera vez, un pleno en el que solo participan mujeres con alguna minusvalía, para que sean ellas quienes reivindiquen sus propias necesidades

Santa Cruz de Tenerife

Mujeres con discapacidad de todo el Archipiélago irrumpieron este miércoles en el Salón de Plenos del Parlamento canario. No solo ocuparon los escaños –mandando a los diputados a la tribuna–, sino que además cogieron el micrófono para ser ellas quienes, por primera vez en el hemiciclo, reivindicaran sus derechos.

Según alertaron, las mujeres con discapacidad sufren muchas formas de discriminación: por ser mujeres, por tener una discapacidad, por ser mayores o jóvenes, por vivir en pueblos o islas pequeñas, por ser madres o por su origen.

«No somos un problema, somos mujeres con discapacidad; pedimos ser escuchadas y participar activamente porque somos valiosas». Pese a que todas ellas luchan día a día para que este mensaje cale en la sociedad, lo cierto es que cada una de ellas enfrenta una realidad diferente en función de la isla en la que resida. 

El Hierro

La voz de El Hierro fue Andrea Melo, quien denunció que en las islas no capitalinas existe una falta de recursos muy graves. «Tenemos que viajar a Tenerife para recibir visitar especialistas o para ciertas terapias y esto nos cuesta dinero, tiempo y esfuerzo», argumentó durante su intervención. En la misma línea, exigió más locales y entornos accesibles para poder disfrutar de actividades culturales, deportivas, de ocio y tiempo libre. Para ello, destacó, es importante que el transporte público también esté adaptado. 

La Gomera

En La Gomera, las reivindicaciones fueron similares a las del Hierro, pues sus residentes quieren contar con servicios esenciales para evitar desplazamientos. «Los tratamientos fuera son muy duros, no por la terapia sino por el viaje. Me muevo cada cuatro meses, ese día me levanto a las cuatro de la mañana para salir de mi casa y llegar al primer barco, para después, esperar al último», relató Clara Lorenzo, como representante de las gomeras con discapacidad.

La diversidad no siempre se tiene en cuenta. Para demostrarlo, puso el ejemplo de las actividades de ocio de su municipio, Alajeró, donde solo se imparte folclore durante nueve meses y actividades puntuales para las fiestas municipales. Según añadió, La Gomera tampoco cuenta con piscinas, una actividad que tiene beneficios para muchas personas y que no pueden realizar por falta de instalaciones. «No somos números ni pagas a final de mes», criticó. 

Tenerife

Las quejas de las voces tinerfeñas se centraron en tres aspectos: la educación, para pedir una atención más personalizada; en alcanzar una vivienda digna y una mejor accesibilidad, sin barreras arquitectónica ni sociales; y en la violencia de género, una lacra que afecta a la mitad de isleñas con discapacidad.

Ellas viven alejadas de los recursos y, en muchas ocasiones, sufren otras formas de agresión como la infantilización, la violencia sexual no reconocida y la ausencia de autonomía económica, así como de empleo digno. «No queremos saltar barreras, queremos romperlas», apuntó la ponente Candelaria Sánchez.

La Palma

Nayra González y Nieves Melián hablaron en el atril por todas las palmeras con discapacidad intelectual y de desarrollo. «Queremos que se escuche nuestra voz en las aulas y espacios de decisión, queremos trabajar donde nos dejen crecer, sin olvidar lo básico: comida y vivienda», subrayaron.

En este sentido, insistieron en el aspecto sanitario y solicitaron más profesionales que les entiendan, para cuidar su salud física y mental. «Más pictogramas, más palabras claras, para poder decidir sobre nuestras vidas». 

Gran Canaria.

Desde la isla vecina han querido evidenciar la diversidad que existe entre estas mujeres. «Algunas somos trans, algunas amamos a otras mujeres y todo eso está bien», aseguró Nereida Hernández. Así, también exigieron una mayor inversión en educación sexual, fácil de entender, para aprender a usar anticonceptivos, por ejemplo. En esta intervención, se hizo además especial hincapié en las personas con sordera, que precisan más materiales de apoyo y profesionales formados. «La lengua de signos debe ser reconocida como parte de nuestra identidad». 

Fuerteventura

El rostro de quienes tienen una minusvalía en Fuerteventura fue Estefanía Amoedo, mujer, trabajadora y madre soltera de un niño de tres años. Su principal denuncia fue la ausencia de políticas activas que fortalezcan el liderazgo de la mujer.

Lanzarote

Desde Lanzarote, Magdalena Rodríguez centró todos los esfuerzos en promover una empleabilidad más justa: «En el último foro que hicimos, las empresas nos comentaron que les daba miedo contratar a personas con discapacidades relacionadas con la salud mental, qué triste, ¿no?». 

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