Juicio por pederastia en Madrid
"Cuando no pude soportarlo más, se lo dije a mis padres": habla una de las niñas abusadas por el capellán Marcelino en un colegio de Madrid
"Siempre le decíamos que no. Todas. Pero él nos contestaba que nos teníamos que aguantar", ha declarado otra de las víctimas

Padres de alumnas del Highlands El Encinar ya habían advertido de comportamientos sancionables de Marcelino / Cedida
Esta semana ha dado comienzo la ronda de declaraciones de las niñas víctimas de presuntos abusos sexuales en el colegio Highlands El Encinar (Madrid) por parte de uno de los docentes del centro, el capellán Marcelino de A., desde principios de este curso. Dos de las niñas, de 6 y 7 años respectivamente, han sido las primeras en testificar contra el religioso, sustentando la versión que ya dieron a sus progenitores y que motivó las dos primeras denuncias que destaparon el escándalo.
Unos testimonios que fueron recogidos, como explicó este diario, en una cámara Gesell ubicada en los juzgados de Plaza Castilla. Esto es, un espacio habilitado ad hoc para que menores de edad o personas en situación de vulnerabilidad por otras razones, puedan prestar su declaración con seguridad y sin la presión de tener que comparecer en la sala de vistas.
"Nos decía que no se lo podíamos contar a nadie, o si no nuestros padres se iban a morir"
Fuentes judiciales inciden en que el relato que ofrecieron las dos víctimas durante su comparecencia de la mañana del lunes 2 de junio es plenamente consistente, fundamenta la versión que ambas habían dado previamente a sus padres y no ofrece contradicciones.
Dos ubicaciones
"Cuando no pude soportarlo más, se lo conté a papá y a mamá". Esta fue una de las aseveraciones más impactantes de cuantas se recogieron durante la mañana. Lo declaró la menor de las dos víctimas: una niña de 6 años que también confirmó las amenazas del capellán Marcelino cuando iba a proceder a cometer los abusos.
Ambas menores aseguraron que ninguna de ellas accedía a los comportamientos del capellán y que las coaccionaba: "Siempre le decíamos que no. Todas. Pero él nos contestaba que nos teníamos que aguantar", sostuvo una de las testimonios, añadiendo que, antes de cometer los abusos, "nos decía que no se lo podíamos contar a nadie, o si no nuestros padres se iban a morir".

El religioso detenido, en una imagen de archivo vestido de capellán / Cedida
El modus operandi del religioso, según estas declaraciones, era casi siempre el mismo: por la mañana elegía a tres de sus víctimas, a las que llamaremos A, B y C, todas de entre 6 y 7 años. Las llevaba a los baños, que es una de las zonas del centro eductivo donde no hay cámaras de seguridad, y las agredía sexualmente. Unos abusos que no serán reproducidos aquí, pero que fueron descritos con detalle y fundamento por las menores.
Por la tarde elegía a otras tres niñas distintas, a las que llamaremos D, E y F, y las llevaba a un enclave diferente. Un lugar que fue descrito por las niñas como "un lugar en el patio con un pequeño tejadito junto a la pared; muy cerca había una rejilla desde donde se podía ver todo". Un espacio que, como los baños en los que cometía los abusos por las mañanas, no contaba con cámaras de seguridad que cubriesen todo el perímetro.
Por una rejilla
El grupo de niñas de la mañana sufría los abusos sexuales en torno a las 11 de la mañana, a la hora del recreo. El grupo de la tarde era objeto de las agresiones sexuales en torno a las dos de la tarde, que era el momento en el que el grupo de alumnos se quedaban a comer. Una de las menores denunciantes declaró que ella había sufrido los abusos por la mañana, pero que había podido ver, a través de la mencionada rejilla, "cómo a mis compañeras les hacía lo mismo que a mí".
Según esta primera ronda de declaraciones, los abusos de Marcelino de A. habrían empezado a principios del curso que está acabando este mes. Pero el capellán subió la frecuencia de las agresiones sexuales "durante el mes de diciembre y después de las Navidades".

Marcelino de A., en uno de los actos festivos del centro educativo / Cedida
También hemos podido saber que algunos padres habían pedido informes de los antecedentes del capellán, dado que había sido la mano derecha del pederasta mexicano Marcial Maciel, fundador de los Legionarios de Cristo, expulsado de la iglesia y condenado por haber cometido numerosos abusos sexuales a menores.
Esta es, precisamente, la línea argumental a la que se ha aferrado Marcelino de A. en su defensa. sin entrar en los detalles de los abusos que le atribuyen, el sacerdote sostiene que él no ha cometido ninguno de las agresiones sexuales que se le imputan, y que está siendo víctima de una campaña contra su persona por haber sido una de las personas de confianza de Maciel.
Advertencias
Lo que está comprobado es que incluso algunos de los profesores habían advertido a sus propios hijos de que no se acercasen a Marcelino. Una de las declarantes aseguró que "me parecía muy mal lo que estaba pasando con Marcelino: al principio no me parecía un ogro, pero luego se puso a hacer cosas que no me gustaron".
"A veces nos agarraba fuerte del brazo; nosotras le decíamos que no nos gustaba que nos hiciera esas cosas, pero él se enfadaba si se lo decíamos", declaró una de las menores desde la cámata Gesell, que volverá a ser utilizada el jueves 5 de junio para acoger el testimonio de otras dos víctimas de las mismas edades. En total serán ocho las niñas que pasarán por dicha cámara para relatar su infierno.
Juan Ignacio Fuster-Fabra abogado del prestigioso despacho penalista Fuster-Fabra Abogados y representante ante la justicia de las dos familias que prestaron declaración el lunes, ha hecho hincapié en que "las declaraciones fueron muy duras. Los padres han manifestado sus miedos y han colaborado activamente con la justicia", señalando además que "ambas niñas, que fueron cambiadas de colegio, han manifestado que se encuentran muy contentas en sus nuevos centros educativos".
Precisamente sobre el colegio se ciernen ahora algunas sombras: si tanto padres como profesores alertaron de los antecedentes de Marcelino, no entienden cómo la dirección del centro no se implicó en este aspecto y puso coto a las presuntas actividades del capellán, actualmente detenido y expulsado del colegio.
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