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El peligro del autodiagnóstico en redes: la comodidad de encasillarse en una etiqueta

Expertos alertan de que el acceso masivo a contenidos psicológicos lleva a confundir emociones y rachas difíciles con diagnósticos y trastornos clínicos

El autodiagnóstico dota de comodidad a la persona y no llega a experimentar el tratamiento que si tendría lugar en un trato profesional.

El autodiagnóstico dota de comodidad a la persona y no llega a experimentar el tratamiento que si tendría lugar en un trato profesional. / ShutterStock

Santa Cruz de Tenerife

Cada vez es más frecuente ver en redes sociales publicaciones relacionadas con el autodiagnóstico de patologías mentales. Personas que, a menudo, buscan una etiqueta para dar sentido a las emociones que experimentan en un momento concreto. Así lo cuenta el psicólogo y profesor de la Universidad Europea de Canarias, Roberto García. "Cuando alguien se identifica con un diagnóstico siente tranquilidad, porque ya sabe que lo que le pasa tiene una explicación y recibe un nombre", apunta. Y aunque lo considera una manera natural de reaccionar frente el sufrimiento, no significa que sea lo correcto. "A veces la identificación contribuye a la justificación de un comportamiento que no es bueno", aclara.

Por su parte, el psicólogo Leocadio Martín apunta que ese acceso masivo a contenidos psicológicos en redes sociales lleva a confundir emociones y rachas difíciles con diagnósticos y trastornos clínicos. "Muchos jóvenes encuentran en las redes descripciones con las que se identifican, pero sin el contexto o el rigor necesario. Y eso, aunque parte de una necesidad legítima de entenderse mejor, puede acabar generando más confusión que alivio", aclara.

Ayuda profesional

García cuenta que el autodiagnóstico dota de comodidad a la persona y no llega a experimentar el tratamiento que si tendría lugar en un diagnóstico profesional, lo que le permitiría avanzar. "Alguien que se autodiagnostica se acaba creyendo que es únicamente ese trastorno, dejando de lado la persona que es", señala. Y añade que este tipo de situaciones propician la cronificación de síntomas y la imposibilidad de salir del bucle.

Una opinión compartida por Martín, que agrega que ese autodiagnóstico aleja la ayuda profesional. "Se acaban creyendo que un consejo viral o un vídeo breve basta para sentirse mejor, cuando en realidad hay malestares que requieren un abordaje más profundo, humano y personalizado", puntualiza.

Por tanto, García asocia tres grandes problemas a la identificación con una etiqueta. El primero, que favorece una autoimagen completamente cerrada de iniciativa en uno mismo. El segundo, que implica vivir una realidad sesgada por las características de dicha etiqueta. Y el último, que impide a la persona avanzar porque se comportará basándose en lo que se espera de ese diagnóstico.

Por otro lado, además de las consecuencias para la propia persona que se autodiagnostica, es necesario tener en cuenta a aquellas personas con un trastorno profesionalmente diagnosticado. Martín explica que para una persona que vive con un diagnóstico real —como un trastorno bipolar, un TDAH o un TEA—, ver cómo estos términos se banalizan en redes puede ser doloroso. Y agrega que "no solo se desdibuja su experiencia, sino que se corre el riesgo de alimentar estigmas, burlas o prejuicios".

"No es lo mismo decir hoy estoy muy bipolar porque uno ha tenido un día cambiante, que convivir con una condición que afecta profundamente tu forma de pensar, sentir y vivir", ejemplifica Martín. Asimismo, recalca que hacer ese matiz es una cuestión de respeto, no de corrección política.

FOMO

La última tendencia en redes sociales es el uso de la palabra FOMO —Fear Of Missing Out, por sus siglas en inglés— por los jóvenes para referirse al miedo o malestar que le puede generar a alguien perderse un acontecimiento y sentir que otros están viviendo experiencias emocionantes o gratificantes. Martín explica que no se trata de un trastorno clínico, pero si de un fenómeno real que puede llegar a afectar en el día a día. Y algunos indicadores de este fenómeno son la constante necesidad de revisar redes sociales, la ansiedad cuando no se puede estar conectado, la dificultad para no disfrutar del presente y la insatisfacción con la propia vida.

"Cuando uno vive con ansiedad constante, insatisfacción o sensación de quedarse atrás, es importante atenderlo porque, en muchos casos, estos síntomas pueden esconder otras dificultades emocionales que sí requieren acompañamiento profesional", añade. Además, explica que en la actualidad, este suceso se comprende con más fuerza que nunca. "Con las redes sociales, parece que todo el mundo está viajando, socializando y triunfando, y se genera una especie de ansiedad por no estar a la altura de una vida idealizada, filtrada y editada", confiesa.

El papel de las redes sociales

En este sentido, las redes pueden alterar la percepción de este fenómeno. "Decir tengo FOMO como si fuera una moda o una frase hecha puede hacer que se pierda de vista que, detrás de ese fenómeno, hay personas que realmente lo están pasando mal", afirma Martín. Y agrega que trivializarlo impide que se tome en serio y se generen respuestas saludables.

Por el contrario, García considera que la psicología no debe estar condicionada a tratar palabras de índole social que se refieren a una sensación concreta. "Antes mencionaba que el etiquetaje era negativo, tanto en personas autodiagnosticadas como en personas diagnosticadas por profesionales, y no nos damos cuenta de que clasificando nuestro propio lenguaje estamos condicionándonos a pensar a través de esas etiquetas sociales", sentencia.

Para él, el origen de esta crisis de identidad tan generalizada está en las redes sociales. Considera que muchas personas quieren encontrar explicación a sus problemas en un entorno equivocado. "Las plataformas digitales lo que hacen es producir una imagen irreal del mundo, plasmar ideales estéticos y de pensamiento sin tener en cuenta el caso personal de cada quien y provocar una menor tolerancia a la frustración, entre otras cosas", sentencia. Y aconseja reducir su uso lo máximo posible.

Martín, por su parte, coincide en que la exposición constante en redes a lo que los demás hacen, o dicen que hacen, potencia una comparación continua. Además, destaca que las redes están diseñadas para captar nuestra atención y activar mecanismos de recompensa inmediata de lo que puede generar dependencia. Sin embargo, considera que no es necesario demonizar las redes, sino aprender a usarlas con conciencia.

Establecer momentos sin pantalla, practicar la atención plena para reconectar con el presente, fortalecer vínculos reales fuera del mundo digital y buscar ayuda profesionales ante un malestar real son algunos de los consejos de Martín para hacer un uso adecuado de las plataformas.

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