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Naturaleza

Cada vez más barcos y a mayor velocidad acaban con la población de cachalotes en Canarias: la especie, "a punto de la extinción"

Investigadores del CSIC y la ULL alertan de la desaparición de cada vez más ejemplares en aguas isleñas

Cachalotes en la superficie de aguas cercanas a Tenerife

Marc Martin Sola

M. Plasencia

M. Plasencia

Santa Cruz de Tenerife

Dos cachalotes han fallecido en apenas unos días en aguas de Canarias, una situación que desde el Centro Oceanográfico de Canarias vinculan con los choques contra barcos. La investigadora de la institución científica, Natacha Aguilar, augura que a raíz de estos accidentes esta especie va "rumbo a la extinción local" en la naturaleza.

"Los dos cachalotes aparecidos ahora con enormes cortes frontales al este de Tenerife son una prueba más de que este grave problema continúa", insiste la investigadora en un artículo firmado en conjunto con el investigador de la Universidad de La Laguna (ULL), Marc Martín Sola

A juicio de los dos expertos, en el Archipiélago "ya se han perdido demasiados" y califican la reducción de ejemplares en aguas islas de "catastrófico". Aguilar señala que aunque Canarias es un entorno "atractivo" para ejemplares de zonas cercanas, "el peligro de colisión es demasiado alto y mueren más animales de los que nacen".

Las aguas isleñas son relevantes para la supervivencia de la especie, ya que en el entorno de Canarias "se reproduce y se encuentran grupos familiares en todas las estaciones, con individuos reconocidos a lo largo de los años". "Aunque el cachalote habita todos los océanos del mundo, su abundancia global está descendiendo, y en algunos sitios, como en Canarias, el descenso es en picado", critican los expertos.

Ejemplar de cachalote varado en una playa de Canarias.

Ejemplar de cachalote varado en una playa de Canarias. / Marc Martin Sola

Las últimas muertes

El primer ejemplar detectado, varado en la costa, se trataba de una hembra de tan solo nueve metros, el tamaño al que alcanzan la madurez sexual, de modo que "probablemente solo se haya reproducido una vez o ninguna antes de morir arrollada", explican los investigadores.

El segundo ejemplar, aún a la deriva en aguas costeras, parece de menor tamaño, lo que sugiere que es un juvenil que no tendrá la oportunidad de contribuir a recuperar la población.

Se trata de datos preocupantes si se tiene en cuenta el largo proceso de cría: una hembra solo tendrá unas diez reproducciones en toda su vida y dedica más de un año a cada gestación, varios de lactancia y otros tanto de guía hasta que empiezan a abandonar el grupo familiar a los diez años,.

Las hembras normalmente permanecerán en el grupo materno de por vida. Estos grupos son típicamente matrilineales y se establecen duraderos lazos familiares alrededor del cuidado de las crías. Las hembras más viejas acumulan conocimientos valiosos para guiar al grupo en busca de zonas productivas de alimentación dentro del gran azul oceánico de aguas cálidas y templadas.

Aunque pueden moverse centenares o incluso hasta cuatro mil kilómetros en busca de alimento, tienen fidelidad espacial por su territorio natal. Los machos madurarán solitarios en aguas frías y se unirán a los clanes matrilineales solo en viajes migratorios de reproducción, cuando alcancen unos 30 años de edad."En estos grupos sociales tan unidos, la pérdida de un individuo es mucho más que un número, se pierde un eslabón de la estructura social, con significado y trascendencia, lamentan Aguilar y Martín.

Ejemplar de cachalote muerto a la deriva en aguas de Canarias.

Ejemplar de cachalote muerto a la deriva en aguas de Canarias. / Marc Martin Sola

Los riesgos de los barcos

El cachalote es un animal que bate muchos récords: el depredador de mayor tamaño del océano, el que emite los sonidos más potentes para poder eco-localizar a distancia a sus presas en la inmensidad oscura de las aguas profundas, la nariz más gigante del planeta (necesaria para poder emitir sus potentes chasquidos de ecolocalización) y el cerebro de mayor volumen del mundo animal

"A pesar de este gran cerebro, aún no han aprendido a evitar los choques con buques", lamentan los investigadores del IEO y la ULL quienes recurren al tráfico en tierra para explicar el riesgo de la navegación: "los humanos ponemos límites de velocidad al tráfico en zonas habitadas, no permitimos que los coches aceleren al máximo de sus posibilidades pero el el océano el límite de velocidad lo marca la tecnología".

Al respecto señalan que en el mismo tiempo de lo que dura un cachalote, unos 70 años, se han duplicado tanto la velocidad de los barcos como la cifra de buques que navegan en el hábitat de estos cetáceos.

Además, los barcos afectan al descanso que los cachalotes realizan en la superficie antes de ejecutar "sus proezas de buceo". "Si interrumpen su descanso cada vez que oyen un buque acercarse, no podrán recuperar fuerzas para cazar a unos tres kilómetros de profundidad y en apnea de dos horas". Explican los científicos.

"A lo largo de su vida se han visto obligados a acostumbrarse a soportar pases cercanos de barcos, hasta que uno de esos pases es demasiado cercano y les cuesta la vida" insisten los investigadores antes de lamentar que "no han tenido tiempo evolutivo para modificar su comportamiento, porque los cambios humanos son demasiado rápidos"

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