Ciencia

La Palma atraviesa su periodo con mayor actividad volcánica en 4.000 años

Un nuevo estudio basado en paleomagnetismo revela que la Isla Bonita cuenta con un patrón de actividad volcánica dividido en tres periodos y precisa las edades de ocho erupciones

El vulcanólogo del IGN, Stavros Meletlidis, toma muestras de una de las coladas del volcán Tajogaite.

El vulcanólogo del IGN, Stavros Meletlidis, toma muestras de una de las coladas del volcán Tajogaite. / Andrés Gutiérrez

Verónica Pavés

Verónica Pavés

Santa Cruz de Tenerife

La actividad volcánica de La Palma no ha sido siempre la misma. A lo largo de su historia la isla Bonita ha atravesado periodos de silencio absoluto y otras en las que ha sufrido tal ingente cantidad de erupciones que ha permeado entre la población la creencia –cuando no certeza– popular de que un canario ve al menos un volcán en su vida. En los últimos 4.000 años se han podido diferenciar tres periodos de actividad en la isla Bonita: uno donde los volcanes aparecían cada 600 años, al que siguieron mil años de silencio; y un último periodo (el actual), en el que los volcanes surgen cada 100 años. 

Así lo han corroborado un grupo internacional de investigadores, entre los que se encuentran miembros del Instituto Geográfico Nacional (IGN), que, tras realizar un análisis paleomagnético, han podido precisar las edades de ocho erupciones del Holoceno -época que comenzó hace 11.500 años y se extiende hasta la actualidad- y hacer un primer esbozo de los patrones volcánicos de la isla. El estudio ha sido publicado en Journal of Volcanology and Geothermal Research.

«Cuando hablamos de riesgo volcánico en Canarias, siempre nos referimos a las erupciones que han ocurrido en los últimos 500 años», sentencia el vulcanólogo del IGN y coautor de este estudio, Stavros Meletlidis, que insiste que este tiempo es demasiado corto para poder establecer patrones de evolución geológica. Los investigadores se enfrentan al reto de ver si existe algún patrón de actividad volcánica en Canarias que nos ayude a conocer cuándo será la próxima erupción, pero para eso tenían que buscar un método que les ayudara a echar la vista un poco más atrás. 

Paleomagnetismo

La respuesta la encontraron en el paleomagnetismo. Una técnica que se basa en observar la orientación de los minerales en la roca para precisar el momento de la historia en el que pudo haber ocurrido la erupción. Cuando la lava comienza a enfriarse, los minerales –que se encuentran magnetizados– se alinean con el campo magnético que la Tierra tiene en ese instante. «Es una huella de la erupción», explica el vulcanólogo.

«El campo magnético se ha invertido en cuatro o cinco ocasiones en lo que llevamos de Holoceno», recalca Meletlidis. Para saber exactamente dónde han ocurrido esos cambios, otros equipos de investigación han elaborado la denominada curva de referencia de variación secular, que proporciona información sobre los cambios en el campo magnético de la Tierra de los últimos miles de años. Sin embargo, es necesario realizar estudios adicionales para conseguir que la técnica sea verdaderamente precisa.

Si no fuera así, «podríamos confundir la orientación de un mineral con dos periodos diferentes». De ahí que sea indispensable comparar la información paleogenética con el resto de información disponible, como las dataciones de carbono 14, la cartografía de las coladas (estratigrafía relativa) o las muestras petrológicas. 

Los investigadores tomaron 300 muestras de ocho erupciones de las que se tiene constancia geológica en La Palma. Estas muestras se cogieron «orientadas», lo que quiere decir, que se tuvieron que recoger con sumo cuidado y registrando en el momento de la extracción la posición del sol, la hora y su orientación. Ya en el Laboratorio Paleogenético de Roma, los investigadores analizaron cada una de las muestras e invirtieron su campo magnético hasta que coincidiera con el periodo escogido. 

La investigación también arrojó resultados inesperados. Por un lado, se concretó que hasta un tercio del sur la isla se formó durante un ciclo eruptivo muy activo que pudo durar entre dos y tres siglos. También se demostró que los flancos del antiguo edificio volcánico de San Antonio están cubiertos por depósitos de la erupción de Fuencaliente de 1677, lo que redefine parte de la evolución geológica reciente del sur de La Palma.

Estudio en todas las Islas

 El estudio se quiere completar con información paleogenética de todo el Archipiélago. «La idea es buscar patrones de actividad durante los últimos 10.000 años», sentencia Meletlidis, que insiste en que esa información podría ayudarnos a entender mejor el vulcanismo de Canarias así como refinar los cálculos de probabilidad de erupción. Hasta ahora se han cogido muestras también en Tenerife y El Hierro. «Para los próximos años queremos hacer lo propio en Gran Canaria, Fuerteventura y Lanzarote, para ver si hay un patrón de vulcanismo generalizado», sentencia Meletlidis. Y es que esta técnica, como demuestra el estudio, puede convertirse en una herramienta clave para la evaluación del riesgo volcánico, dado que los modelos históricos son los que se utilizan para planificar y mitigar futuros desastres.

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