La migración del continente africano que llega a Canarias contada a través de 15 fotoperiodistas
El MUNA santacrucero aborda las tres décadas de este fenómeno humanitario en una exposición que se puede visitar hasta el próximo 18 de mayo

Dèsirée Martín (La Laguna, 1974) es la comisaria de 'La ruta canaria.30 años de migración y muerte'. / Andres Gutiérrez

Envueltos en una manta de Cruz Roja, auxiliados por bañistas, desfallecidos en brazos de voluntarios que los esperan en tierra firme... La cruda realidad de una migración procedente del continente africano que no ha dejado de crecer en las últimas tres décadas se concentra en las ochenta fotografías que forman parte de la exposición La ruta canaria. 30 años de migración y muerte que se puede ver en el Museo de Naturaleza y Arqueología (MUNA) de la capital tinerfeña hasta el próximo 18 de mayo.
Quince fotógrafos han dado vida a un conflicto que no deja de engordar. El año pasado, por ejemplo, 21.470 irregulares llegaron al Archipiélago en pateras, es decir, un 152% más que en 2023. El relato es más dramático si tenemos en cuenta que en todo el territorio español fueron interceptados 29.031 seres humanos: sólo 6.151 no eligieron reconstruir sus vidas a través de la ruta canaria.
Tres décadas en imágenes
El primer cayuco que llegó a territorio insular se detectó en agosto de 1994. Nada hacía pensar que aquella rústica embarcación que partió de un lugar impreciso de la costa del Sáhara y se plantó en Las Salinas del Carmen (Fuerteventura) iba a ser el principio de una hemorragia humanitaria que tres décadas después aún no tiene solución. En suelo majorero (28 de agosto de 2024) comenzó esta travesía una muestra que pasó por Casa África (Gran Canaria) antes de realizar una escala en las instalaciones museísticas que gestiona el Cabildo de Tenerife.

Imagen de la exposición que se encuentra en el espacio museístico del Cabildo de Tenerife / Andres Gutiérrez
La iniciativa, impulsada por el Gobierno de Canarias y comisariada por la fotoperiodista tinerfeña Dèsirée Martín (La Laguna, 1974) tiene previsto parar en todas las Islas. «El tránsito de estas personas por el Archipiélago ha sido fotografiado por numerosos profesionales, pero en los orígenes de esta idea estaba plasmar el trabajo que ha tenido una mayor continuidad porque esta perseverancia al final da sus frutos y sienta las bases del documentalismo», sostiene la encargada de armar los cimientos de una aventura con tintes históricos en la que se embarcaron quince reporteros gráficos: Adriel Perdomo, Alberto Valdés, Arcadio Suárez, Arturo Rodríguez, Andrés Gutiérrez, Carlos de Saá, Dèsirée Martín, Esteban Pérez, Fran Pallero, Gelmert Finol, José Luis Carrasco, Manuel Lérida, Mercedes Menéndez, Moisés Mendoza y Rubén López. «Hay fotos de todas las Islas, incluida La Graciosa», apostilla Martín.
Algo más que una exposición
El corazón de La ruta canaria. 30 años de migración y muerte no cambiará en las escalas de la muestra, pero la idea es dar forma a una colección dinámica que quiere mirar de frente a los más pequeños de la casa. «Queremos que sea didáctica, que los alumnos conozcan de primera mano cómo se hace este trabajo, que participen en masterclass como la que va a dar el próximo 26 de abril Andrés Gutiérrez», enumera la comisaria.
«Hacemos muchísimo para que una imagen sea diferente, pero pasan los años y nos damos cuentas de que los avances políticos son escasos y, además, comienzan a ganar intensidad los discursos que promueven unos altos niveles de xenofobia hacia la gente que ha tenido que abandonar su país en busca de una oportunidad», comenta Dèsirée Martín
Dèsirée Martín empezó a cubrir el fenómeno migratorio hace ya 19 años. Entonces trabajaba en ACAN (Agencia Canarias de Noticias) y de vez en cuando volaba hasta Fuerteventura o Lanzarote para vivir en primera línea de playa la llegada de las embarcaciones procedentes de África. «Hubo un instante en el que me dije que o estaba del todo o no estaba», cuenta en relación al día en el que dio un paso al frente y cambió su vida. «Llegaba una patera y yo estaba cubriendo un partido del TETE; ahí fue cuando sentí que ése no era mi lugar».
Quince visiones distintas constituyen el esqueleto fotográfico de una cita que nace con el objetivo de sensibilizar a la ciudadanía sobre un problema de gran calado que lo tenemos a la vuelta de la esquina –El Hierro se ha convertido en el principal puerto de la inmigración irregular hacia la UE– y que nadie es capaz de resolver:«En la actualidad informativa hay pocos asuntos con este dramatismo y tan constantes», avanza Dèsirée Martín justo antes de realizar una precisión: «A mí no me gusta usar el término crisis migratoria para hablar de un tema que se ha estandarizado durante los últimos 30 años... La exposición no busca adoctrinar a nadie; más bien es un documento vivo sobre un drama que ya no es una crisis puntual».

Varias imágenes que se pueden ver en la colección que se expone en la capital tinerfeña hasta el 18 de mayo. / Andrés Gutiérrez
Una espiral humanitaria
Convivir durante muchos años con seres humanos que atraviesan por una fase de extrema precariedad es algo que está en el ADN de los fotógrafos que forman parte de una serie que roza lo imposible. «Hacemos muchísimo para que una imagen sea diferente, pero pasan los años y nos damos cuentas de que los avances políticos son escasos y, además, comienzan a ganar intensidad los discursos que promueven unos altos niveles de xenofobia hacia la gente que ha tenido que abandonar su país en busca de una oportunidad», critica Martín.
En silencio y en una de las arterias principales de la capital santacrucera se escribe un relato visual de la historia de Canarias, la que tiene como protagonistas a miles de seres humanos anónimos que se atrevieron con la hazaña de embarcarse en un viaje hacia la prosperidad, un capítulo que para muchos se convirtió en el último de sus vidas. Ésos, los fallecidos en alta mar, no están en una exposición que se entiende mejor en soledad y sin ruidos. Y es que 80 imágenes valen más que millones de palabras. Si pueden, planifiquen una visita al MUNA para comprender mejor la dimensión de un sueño roto.

Varias imágenes de la serie conformada a partir del trabajo de 15 fotoperiodistas. / Andrés Gutiérrez

«La cámara actúa como escudo en este drama»
Andrés Gutiérrez es uno de los 15 fotoperiodistas que participan en la exposición y que el próximo sábado ofrece una ‘masterclass’ en el MUNA.
¿Qué va a contar en la ‘masterclass’ del próximo sábado?
Al final hablaré de migración, pero la masterclass [17:3o horas, MUNA] se titula Fotoperiodismo diario, es decir, todo lo que no está en la exposición... De la variedad de notas diarias, algunas sin mucho sentido, y el poco tiempo que tienes para dar respuesta a esa demanda. Intentaré explicar las claves para desenvolverte en esa variedad de trabajos... Voy a mostrar a los asistentes varias series con imágenes de incendios, la erupción del volcán de La Palma (Tajogaite), la Guerra de Ucrania y la migración.
¿Cómo se vive el fenómeno migratorio detrás de una cámara?
Yo fui inmigrante como ellos, pero en mi caso llegué a Canarias en una patera con alas. Vine a las Islas con un visado de turista y me quedé... Mi familia no estaba pasando hambre en Venezuela, pero sí estaba buscando nuevas oportunidades. Necesitábamos mejorar nuestras vidas. Para mí es un deber documentar la ola migratoria que se vive en las Islas a través de una fotografía.
Al margen de la empatía que se crea con estos seres humanos, ¿qué tiene de distinto este trabajo con respecto a otros que forman parte de su día a día?
Empatizar y sentirte cerca de la persona que vas a fotografiar es algo necesario en todas las notas que haces, salvo alguna que otra excepción donde haya unos tintes algo más publicitarios, pero en general un fotoperiodista buscar estar lo más cerca posible de los sentimientos humanos. Lo importante no es intentar ver algo que sea relevante para mí, sino para otras personas... Eso es algo que en mi caso ocurre sí o sí cuando me mandan a un partido de fútbol, a cubrir una procesión de Semana Santa o a un pleno en el Parlamento de Canarias.
En situaciones asociadas al fenómeno migratorio la imagen siempre manda, ¿no?
La potencia que pueda transmitir una imagen es la que va a provocar que el espectador entre buscar más información en un artículo. Si encima, logras que fotografía y el texto consigan un buen equilibrio, la fórmula es ganadora. Para visualizar un drama le tienes que dar al lector algo que genere una humanidad fuera de lo común. Remover conciencias para que la gente se empiece a hacerse preguntas sobre un tema de actualidad es una de las misiones del fotoperiodismo.
¿Ha puesto distancia alguna vez entre usted y las personas que fotografía?
Muchas veces [pausa]. No es fácil de aislarte de instantes como los que se viven alrededor del fenómeno migratorio... Es normal que la cámara actúe como un escudo ante el drama y las emociones que te van llegando. El primer mes de muchos de estos jóvenes en Las Raíces, sin agua caliente, con una comida que era asquerosa y en unas condiciones muy difíciles, se convirtió en un ejercicio de resistencia ante una situación que era insostenible.
¿Hay lugares donde se trabaja mejor este fenómeno?
Desconozco por qué pasa esto, pero en Gran Canaria las facilidades que le dan a los fotoperiodistas son mayores que las que se dan en otras Islas.
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