Yurbani Zapata: «Tengo metástasis, pero nunca he dejado de sonreír»
Esta residente en el municipio grancanario de San Bartolomé de Tirajana fue diagnosticada de cáncer de colon metastásico con 36 años, por lo que su vida cambió de forma radical

Yurbani Zapata en la redacción de LA PROVINCIA/DLP / José Carlos Guerra
¿Cómo supo que padecía cáncer de colon?
El diagnóstico en sí, fue de la noche a la mañana. Lo conocí hace tan solo cuatro años. En ese momento, yo tenía 36. Esta enfermedad no es muy común en personas jóvenes, pero lo peor de todo es que solo provoca síntomas cuando se encuentra en una fase avanzada. En mi caso, llevaba mucho tiempo sufriendo dolores abdominales y llegué a ir a Urgencias en más de una ocasión. Los médicos me decían que eran unos simples cólicos. De hecho, me mandaban analíticas y poco más. La sensación de malestar persistía y, desde mi centro de salud, me derivaron al Hospital Insular. Allí empezaron a hacerme pruebas y me dijeron que tenía una obstrucción intestinal y que tenían que operarme. Sin embargo, durante la intervención, descubrieron que en realidad tenía un cáncer de colon en estadio IV. Fue necesario hacer una colostomía y además tuvieron que quitarme un ovario, ya que había desarrollado metástasis. Al mes siguiente, me quitaron el otro ovario y también el útero. Más adelante, tuve que pasar por una tercera operación porque tenía unos pequeños pólipos en el colon.
¿Qué tratamientos ha tenido que recibir?
En primer lugar, la cirugía. Después, recibí quimioterapia por vía intravenosa y más tarde radioterapia. Soy consciente de que voy a tener que seguir un tratamiento de por vida. Hay que tener en cuenta que me detectaron el cáncer primario en estadio cuatro y que ya había afectado a otros órganos. Ahora mismo, tengo un tumor en la ingle y otro en la espalda. Por suerte, están controlados y yo voy a seguir luchando.
¿Cuáles diría que son los principales desafíos a los que ha tenido que enfrentarse?
Este camino ha estado lleno de obstáculos. Los principales desafíos han sido tanto mentales como físicos. Para mí, el hecho de conocer la noticia de una forma tan repentina fue como una pesadilla. De un día para otro, mi cuerpo dejó de ser el mismo y tuve que empezar a acostumbrarme a llevar una bolsa conmigo y a sufrir cambios hormonales por haber tenido que extirparme tanto el útero como los ovarios. Además, cuando un médico pronuncia la palabra cáncer, siempre pensamos que va de la mano de la muerte. Sin duda, fue un shock para mí.
«Durante una intervención, descubrieron que tenía cáncer de colon en estadio IV»
¿Fue muy complicado adaptarse a su nueva vida después de la colostomía?
La verdad es que cuesta mucho adaptarse uno mismo, aunque quizás sea más difícil adaptar a la sociedad. Muchas personas manifiestan rechazo, pero en realidad no se les puede culpar porque esto sucede por una falta de concienciación. Si no viven esta situación de cerca o no saben por qué ocurre esto, no van a entender muchas cosas. Ahora bien, después de todo lo que he pasado, puedo decir que el hecho de tener que llevar una bolsa es lo de menos.
¿Qué papel ha desempeñado para usted la Asociación Española Contra el Cáncer?
Esta asociación ha sido fundamental para mí. Cuando un paciente es diagnosticado de cáncer, se le viene el mundo encima. Aquí, he encontrado apoyo psicólogo y esto me ha ayudado mucho a aceptar mejor la enfermedad. Estos profesionales nos hacen entender que no todos los cánceres son iguales, que cada persona es diferente y, por supuesto, que existen muchos tratamientos que pueden funcionar. Además, gracias a esta organización, recibí una subvención económica durante un año por no poder trabajar y he contado con la ayuda de asistentes sociales y nutricionistas. Para mí es como una gran familia.
¿Qué le diría a las personas que están pasando por una situación similar a la suya?
En primer lugar, que no tengan miedo. Sé que la palabra cáncer no suena bien, pero, por suerte, se han producido muchos avances y hoy en día tenemos muchas opciones para poder tratar la enfermedad. Lo cierto es que nunca tienen que perder la esperanza. Soy una paciente con metástasis y llevo cuatro años sufriendo los efectos de esta patología, pero nunca he dejado de sonreír. Si yo puedo, las demás personas también. A pesar de que tengo la enfermedad, cada día combato con ella y quiero seguir viviendo. Para ello, me apoyo mucho en mi familia. Sin ella, no estaría aquí.
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