Carmen Linares: «Pedir ayuda no es un signo de debilidad, sino un acto de valentía»

Carmen Linares

Carmen Linares / Colegio Oficial de Psicólogos

Santa Cruz de Tenerife

Carmen Linares Albertos es la decana del Colegio Oficial de Psicología de Santa Cruz de Tenerife, una institución que desempeña un papel clave a la hora de reivindicar el acceso a una atención profesional de la salud mental.

¿Cuál es una de las principales reivindicaciones del Colegio Oficial de Psicología de Santa Cruz de Tenerife?

“Desde el Colegio llevamos años reivindicando la necesidad de destinar más recursos públicos al cuidado de la salud mental. Teniendo esto como base, entre nuestras propuestas siempre hacemos especial hincapié en la necesidad de que se amplíe la atención psicológica en la sanidad pública, tanto en las unidades de salud mental como en todos los centros de atención primaria. Es alarmante el número de familias que no pueden permitirse pagar a un profesional de la psicología y cómo esto influye directamente en el aumento de casos de problemas no tratados, o tratados demasiado tarde. Esta situación genera un impacto directo no solo en el bienestar individual, sino también en el entorno familiar, escolar y laboral”.

Cada vez son más los casos de suicidios que vivimos en Canarias ¿Cómo cree que podría paliarse esta triste problemática?

“Por desgracia el suicidio no entiende de edades, por lo que cada vez vemos como las personas que deciden acabar con su vida lo hacen a una edad más temprana. En estos casos concretos, una de las iniciativas más efectivas puede ser la de incluir la figura del profesional de la psicología en los colegios e institutos, que es otra de nuestras principales reivindicaciones. Poder tener un acercamiento temprano a los jóvenes en los que detectamos cualquier tipo de señal de alerta podría influir positivamente en el descenso de estas escalofriantes cifras. La intervención temprana es clave, especialmente en un momento tan vulnerable como la adolescencia, donde se atraviesa una etapa de grandes cambios emocionales. En este sentido, también sería interesante que se tuviera en cuenta la figura de los profesionales de la psicología en la intervención social. Algo que ayudaría a prevenir y evitar la cronificación en la población e impactaría positiva y directamente en la mejora de la detección temprana”.

¿Y en el caso de las personas adultas?

“En este caso es necesario que tanto instituciones como actores sociales se involucren de lleno en la creación de una estrategia integral en la que se contemple también el papel de los familiares y círculos cercanos. Necesitamos crear una red de apoyo accesible, donde cada persona que atraviesa una situación de riesgo pueda encontrar ayuda rápidamente. La inversión en recursos públicos para la salud mental no solo es necesaria, sino urgente para evitar que se pierdan más vidas por la falta de atención.

Desde el Colegio consideramos fundamental que el suicidio cuente con una partida presupuestaria específica, similar a la que se destina a la violencia de género, dado que representa una de las principales causas de muerte no natural. En esos presupuestos, es necesario incluir la formación, la prevención y la intervención. Todo, desde un enfoque interdisciplinario que involucre el ámbito social, sanitario y educativo. Si seguimos desarrollando protocolos sin llevar a cabo acciones concretas, no vamos a abordar eficazmente el problema”.

Como sociedad, ¿qué puede hacer la población general para estar más sensibilizada ante este tema?

“En primer lugar, es fundamental romper el estigma que todavía rodea a la salud mental y al suicidio. Hablar con naturalidad y sin prejuicios sobre el malestar emocional puede salvar vidas. Debemos entender que pedir ayuda no es un signo de debilidad, sino un acto de valentía. Además, es importante que todos sepamos detectar mínimamente las principales señales de alarma que nuestros allegados podrían darnos. Por ejemplo, los cambios bruscos de comportamiento, el aislamiento o comentarios sobre la muerte o su apatía general no deberían pasarnos desapercibidos. Muchas veces, la atención del entorno cercano puede ser el primer eslabón en la cadena de la prevención”.

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