Justicia

«Muchas violaciones dentro de las familias no se denuncian»

Ha habido casos en que, con la denuncia de una víctima de agresión sexual por parte de un familiar, se supo que pasaron por lo mismo otras hermanas, la madre de esas o primas

Imagen de archivo del Instituto de Medicina Legal de Santa Cruz de Tenerife.

Imagen de archivo del Instituto de Medicina Legal de Santa Cruz de Tenerife. / EL DÍA

Santa Cruz de Tenerife

Las psicólogas Teresa Sánchez e Imelda Bencomo, así como la trabajadora social Marta Ibáñez, son las profesionales forenses que integran la Unidad de Valoración Integral Forense (UVIF), del Instituto de Medicina Legal (IML) de Santa Cruz de Tenerife.

Su labor consiste , entre otras, en realizar los informes periciales que solicitan jueces y fiscales para valorar a las víctimas de agresiones sexuales en toda la provincia occidental.

Su trayectoria en esta Unidad comenzó hace más de quince años. Todas coinciden en que en los últimos años han aumentado de forma significativa los oficios emitidos por las autoridades judiciales en los que reclaman tales valoraciones.

Desde el punto de vista de Teresa, Imelda y Marta, «no es que haya más violencia sexual, hay más denuncias porque hay más conciencia sobre estos delitos y, por consiguiente, los jueces piden más valoraciones».

Las agresiones sexuales a menores de edad suelen registrarse en su entorno más cercano, como es la familia, el colegio o espacios deportivos, entre otros.

La psicóloga Teresa Sánchez explica que los presuntos autores de esos delitos suelen ser, por ejemplo, padres, abuelos, padrastros, parejas de las abuelas, tíos, primos, profesores, monitores deportivos o vecinos de las afectadas.

Sólo en un muy pequeño porcentaje de los casos los implicados son desconocidos para las víctimas. Y en un 99% los denunciados y condenados son hombres. Hay muy pocas mujeres que cometan este tipo de infracciones penales.

Imelda Bencomo explica que, a pesar del crecimiento de las denuncias, muchos casos no van a llegar nunca a los juzgados, «porque dentro de las familias quieren que sigan siendo un secreto».

Y una denuncia puede deparar muchas sorpresas. Imelda Bencomo pone un ejemplo. En una ocasión valoraron el caso de una menor que denunció a su abuelo. A raíz de ese procedimiento, sus hermanas también reconocieron que habían pasado por el mismo calvario, pero permanecieron años en silencio. A veces, como sucedió en este asunto, con esa denuncia a un abuelo, se descubre que dicho individuo también había agredido sexualmente o abusado de su propia hija, madre de las víctimas actuales.

Insiste en que puede ocurrir que varias integrantes de una familia sepan lo que han pasado cada una de ellas, pero no lo comunican por vergüenza o miedo y no saben que a sus hermanas o primas les ha sucedido lo mismo.

La UVIF cada vez recibe más peticiones de jueces para que se valore a afectadas

Imelda Bencomo apunta que no en todas las familias se reacciona igual ante un hecho delictivo de esta magnitud. Si en unos casos siguen adelante para que el asunto llegue a los tribunales, en otros prefieren «no hablar del tema». «Reconocer todo eso cuesta, después de tantos años, pues supone revivir unos episodios oscuros de su vida», explica.

Algunas madres que han sufrido abusos o agresiones sexuales de familiares, «tratan de alejar a sus hijas» de los delincuentes, pero, a veces, no lo consiguen, «o bien piensan que esa persona ha cambiado con el paso del tiempo», pero no es así.

Teresa Sánchez comenta que, «en muchos casos se percibe el sentimiento de culpabilidad de la víctima por creer erróneamente que tenía que haberlo contado antes o que podría haber evitado la agresión».

Dicha psicóloga forense manifiesta que también valoran casos en que las menores afectadas tienen «un sentimiento ambivalente: por un lado es mi padre y, a la vez, me ha hecho esto».

Aclara Imelda Bencomo que, «en ocasiones, las víctimas menores de edad viven estas situaciones como los adultos les inducen a creer, como un juego, por lo que no son conscientes de la gravedad de los hechos».

Añade Teresa Sánchez que las víctimas detectan lo terrible de lo que les ocurrió de niñas en el momento en que, como adolescentes o jóvenes, empiezan a tener sus primeras relaciones sexuales consentidas o también cuando en el centro educativo reciben formación a nivel sexual. «Es entonces cuando toman conciencia de lo sucedido», aclara. «En ese momento muchas víctimas deciden contarlo o denunciarlo. En otros casos son los centros escolares o profesionales implicados quienes denuncian lo que las víctimas les han referido», dice Sánchez.

Pero las agresiones sexuales no sólo las sufren menores de edad. También existen en parejas donde hay violencia machista. En este caso, explican las profesionales de la UVIF que las violaciones se tienden a ocultar para proteger, en muchos casos, a sus propios hijos. Es decir, una mujer puede sufrir, a la vez, violencia física, psicológica y sexual, siendo esta última muy difícil de reconocer y de denunciar.

Refieren que hay víctimas de este tipo que «saben que, como no acceda a la violencia sexual de su pareja, recibirá una paliza o vejaciones». Señalan las integrantes de esta unidad del Instituto de Medicina Legal que, «en muchos casos, esta realidad se oculta por vergüenza».

¿Y en el ámbito laboral? Apuntan Teresa Sánchez, Imelda Bencomo y Marta Ibáñez que, en el entorno de los trabajos, «para valorar las secuelas llegan más episodios de acoso», pero no es habitual que se reciban asuntos de agresión sexual. En cambio, en el UVIF sí han llegado diversos casos de mujeres que, en contextos de fiestas, carnavales o consumo de alcohol, por ejemplo, denuncian haber sufrido agresiones sexuales por parte de algún hombre que se aprovechó de su vulnerabilidad en ese momento.

¿Cuáles son las consecuencias de sufrir este tipo de delitos?

Las psicólogas forenses señalan que uno de los efectos es «la desconfianza hacia los varones de una determinada edad, la del agresor en el momento de los hechos»; la dificultad para mantener relaciones sexuales con su pareja sentimental; ansiedad y depresión; baja autoestima, miedo a encontrarse al delincuente en la calle y temor a revivir esa situación.

¿Existe algún tipo de perfil del autor o de la víctima?

Marta Ibáñez, Teresa Sánchez e Imelda Bencomo aclaran que «no hay un perfil determinado de las afectadas o de los autores». Es decir, que existen víctimas y agresores de todas las clases sociales y de todos los ámbitos posibles.

La pasada semana, la Unidad de Valoración Integral Forense de Tenerife recibió cinco casos en total. Cuatro son de agresiones sexuales a menores y uno también de violación dentro de una pareja.

En la unidad se ha detectado un progresivo aumento de casos, sobre todo en adoslescentes, en los que las secuelas se agravan por la difusión en redes sociales de la información o vídeos de las agresiones. Éste fue el caso, por ejemplo, de una joven que tuvo que abandonar el centro donde cursaba sus estudios por la difusión de un vídeo de estas características. n

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