Entrevista
Tomás Gestoso: "Hay que enseñar a desarrollar el pensamiento crítico"
'Ciencia para cuñados' es el simpático título que ha elegido para su primer libro de divulgación científica

Tomás Gestoso, autor de 'Ciencia para cuñados'. / Alba Prieto
Beatriz Blanco García
¿Las propias vivencias fue lo que le hizo pensar en escribir este libro?
Todo comenzó observando cómo en cada reunión familiar o cena de amigos y, sobre todo, en las redes sociales, siempre había un personaje que tenía una opinión firme sobre cualquier tema, sin importar su formación o conocimientos. Me sorprendía la rotundidad con la que defendían su discurso, haciéndote creer muchas veces que era un auténtico experto sobre el tema, cuando es todo lo contrario. Es lo que yo denomino el síndrome del cuñado.
¿En qué lector pensaba cuando se puso a trabajar en este libro?
El libro está pensado para cualquier persona que realmente tenga curiosidad y ganas de aprender. No hace falta ser un experto en ciencia para entenderlo, realmente, mi intención ha sido plantearlo precisamente para aquellas personas que se están iniciando en la divulgación científica, que buscan algo accesible, pero riguroso, dejando atrás esa frase que no me gusta nada para justificar su desconocimiento, aquello de "es que yo soy de letras", lo que les aleja de la divulgación y los ensayos. Mi objetivo es hacer una ciencia accesible, para todos, independientemente de su formación. Así que, todo el mundo puede leer mi libro.
Su formación académica es científica, graduado en Física. ¿Ese amplio conocimiento dificulta escribir sobre estos temas de una manera accesible para todos?
Lo cierto es que mantener un tono preciso, pero accesible, es lo que más me ha costado de este libro. Pero creo que la clave está en conseguirlo sin sacrificar la precisión. Porque la ciencia en sí, ya por sí misma, tiene aspectos sorprendentes y a veces puede resultar hasta cómica. Por eso, en el libro uso ejemplos cotidianos y referencias culturales, añadiendo incluso ironía, para poder explicar conceptos complejos sin tecnicismos innecesarios. Es verdad que alguno sí que tiene que haber, pero intento mantener el nivel de accesibilidad lo máximo posible. Yo siempre digo que la divulgación se asemeja a un buen chiste: si la gente no lo entiende, es que no funciona.
Muchos hablan con total seguridad de temas sobre los que no han leído un solo libro científico
¿Ha habido algún tema de los recogidos en el libro que le haya resultado más complicado adecuar al público general?
Hay un tema que lo describo en el libro como una especie de rompecabezas, porque cuando crees entenderlo, te das cuenta de que no has entendido nada. Se trata del capítulo dedicado a las paradojas. Es el capítulo que realmente más me ha gustado escribir y el que más me ha supuesto. Para mí, es el más bonito, a pesar del esfuerzo.
¿Qué contiene ese capítulo?
Son paradojas clásicas de la Física, comenzando por una de las más conocidas, la del gato de Schrödinger. Se trata de conceptos muy abstractos que realmente cuesta entender, como el propio concepto de que el tiempo es relativo, algo que no apreciamos en nuestro día a día y que para comprenderlo hay que llegar a un nivel de abstracción mayor que el necesario en otros capítulos del libro, como el de la física en la vida cotidiana.
¿Cómo se articula el libro?
Se divide en 69 cuestiones, independientes entre sí, organizadas por capítulos temáticos, pero escritos de tal manera que el lector pueda elegir el que más le llame la atención para empezar. Lo que me interesa es generar curiosidad, aunque esas personas no tengan formación científica. Es decir, los capítulos no están conectados entre sí, sino que se pueden leer en el orden que cada uno prefiera. Además, al final de cada capítulo incluyo un pequeño resumen, con un doble factor. Primero, que gracias a esa síntesis se comprenda lo leído, y segundo, que el lector comience por él para ver qué es lo más importante del capítulo y determine si le gusta esa cuestión. Si es así, lo puede abordar. Además, al principio indico el nivel y la mayor parte de las cuestiones son divulgación pura y dura, que se entienden muy bien, algo así como lectura fácil. Aunque hay otros temas sobre los que se tiene que hacer una lectura más comprensiva o profunda, pasar por ella dos veces para comprenderlo mejor. Siempre incluyo los conocimientos previos que hay que tener, en materias como Física, Biología o Matemáticas. Quizá a algunos les toque buscar algún concepto en Google, pero todo está escrito de tal manera que se puede entender.
Si se le da valor al conocimiento, la respuesta del alumnado será mucho más positiva
¿Por qué considera que está tan extendido el síndrome de Dunning-Kruger en la actualidad?
Creo que realmente es por el efecto de las redes sociales, que provocan que tú afirmes algo en Twitter o Instagram y empiecen a multiplicarse los "me gusta" o se comparta tu publicación, lo que supone un refuerzo positivo que hace que la persona siga ahondando en ese efecto. Las redes sociales tienen gran parte de la culpa de su magnificación.
¿También llega a ser un problema el síndrome contrario, el del impostor?
Ambos conceptos están muy ligados. Algunos individuos hablan con total seguridad, por ejemplo, del cambio climático o de las vacunas, temas muy de actualidad en los últimos tiempos, y estoy convencido de que muchas veces lo hacen sin leer ningún estudio científico al respecto.
¿Las 'fake news' también aúpan a los 'cuñados' en la actualidad?
Claro que sí. De las 'fake news' surgen los falsos mitos. Hemos llegado a un punto en el que el exceso de información se está convirtiendo en desinformación, porque al haber tantas fuentes, cada vez cuesta más distinguir las fiables de las que no lo son.
Entre las 69 cuestiones que aglutina 'Ciencia para cuñados', ¿hay alguna barbaridad que le haya sorprendido especialmente?
Más que por lo que decía, me ha llamado la atención una que se repetía mucho y que protagoniza el primer capítulo del libro: que la cervecita del domingo es buena para la resaca. Es decir, pensar que más alcohol alivia el malestar, lo de que un clavo saca a otro clavo. Y no es cierto, obviamente.
¿Qué objetivo le gustaría conseguir con este trabajo?
Sobre todo, enseñar a los lectores a desarrollar el pensamiento crítico, que se den cuenta de que no hay que dar por válido todo lo que leemos, que hay que contrastar fuentes y, sobre todo, que no hay que compartir información que no esté verificada. La idea es que se logre que, si se encuentra un "cuñadismo" en redes sociales, por ejemplo, en lugar de discutir con agresividad, se pueda desmontar con datos. Y si se le añade también un poco de humor, mucho mejor. Eso me parece esencial. Como decía Carl Sagan, es preferible una verdad dura que una fantasía tranquilizadora.
De las "fake news" surgen los falsos mitos. Hemos llegado a un punto en el que el exceso de información se está convirtiendo en desinformación
Durante su investigación, ¿ha tenido que dejar algún tema fuera?
Me ha quedado fuera, sobre todo, mucho trabajo que tengo, digamos, local, sobre Zamora. Por ejemplo, el porqué Fermoselle tiene ese microclima, la acústica de las iglesias románicas, cómo afecta la tierra de Toro al vino o el proceso por el que la leche se convierte en queso.
¿Es algo que practica con sus alumnos?
Mi visión personal es que lo esencial para que los alumnos aprendan es que lo hagan dando valor a lo que se les está enseñando. Si entienden que esos conocimientos que se adquieren son útiles, los aprenderán mucho mejor que si consideran que no les van a servir para nada. Por eso, intento sacar un rato todas las semanas con ellos para relacionar lo que estemos estudiando con aspectos cotidianos de su día a día. Si se le da valor al conocimiento, la respuesta del alumnado será mucho más positiva y estará más abierto a aprender.
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