Venga, circule

Mujeres, me gustáis

Lo que queremos, por ejemplo, es cobrar el mismo salario que los compañeros hombres que desempeñan el mismo trabajo que nosotras. O que no nos maten porque sí, pero bueno, eso es otro tema.

Mujeres, me gustáis

Mujeres, me gustáis / Adae Santana

Meryem El Mehdati

Meryem El Mehdati

En Navarra la justicia rebaja la pena al violador de una niña de trece años porque aparentaba ser “no menor de dieciséis”. Argumenta el Tribunal Superior de Justicia de Navarra que el aspecto físico de la víctima y el hecho de que fuera acompañada de otra muchacha de diecisiete años provocó que el acusado razonablemente considerara que la menor de trece tenía más años en realidad. Razonablemente. Sí, es muy razonable, es tan, tan razonable su conclusión. El que de nosotros no haya llegado a consideraciones similares nunca que alce el brazo y abra la mano y tire la primera piedra. ¿Usted no lo ve razonable? Quizá sea porque no se dedica a perseguir a niñas o mujeres por la calle. Haber aprendido a leer es una de las peores cosas que me han pasado en la vida, pues si no supiera leer no me enteraría de estas cosas. Badababim, badababam, magia potagia, la condena ahora es de ocho años en vez de trece.

Son los mismos años que tenía la niña cuando la violaron. Repito varias veces que es una niña porque me parece de vital importancia -y a la vez agotador- recalcar que un señor de treinta y tres años decidió violar de una cría de trece en un edificio y la justicia -habría que ir cambiándole el nombre ya a otra cosa que no sea justicia- considera un atenuante el hecho de que el tipo se justificara con que oooopsieee, estimadísimos miembros del tribunal, pensé que la niña tenía dieciséis, no trece. Luego hay gente que viene y te plancha la oreja con lo muchísimo que les preocupa la situación de las niñas y las mujeres en Afganistán o en Irán, ¿pero ustedes han visto lo que les pasa a las niñas y a las mujeres en nuestro propio país? Estamos para ir a liberar a otras cuando las nuestras todavía tienen que gritar en la calle que no es no. Estamos de celebración, al menos le han caído ocho años al acusado, ¿no? Al menos no se va de vuelta a su casa a seguir violando a niñas indefensas, aunque quién sabe, quizá si recurre otra vez la sentencia un juez, dos jueces, tres jueces incluso no vean tanta diferencia entre ocho años y cero y decidan absolverle.

No le demos más vueltas, feliz Día Internacional de la mujer a todas las mujeres del mundo. El 8 de marzo es uno de mis días favoritos del año porque durante la jornada escucho varias de mis frases favoritas, como “Ni machismo ni feminismo, igualdad”. O “Pues en mi familia la que manda es mi madre, yo crecí en un matriarcado”. O “Pero cómo voy a ser machista yo si tengo una madre y una hija?”. Recuerdo con gran cariño y nostalgia varios de los 8 de marzo que he vivido en el mundo corporativo desde que comencé a trabajar. Algunos de ellos tienen un lugar precioso en mi corazón, sobre todo los que me hicieron girarme con discreción en la oficina para comprobar si los organizadores nos grababan con cámaras ocultas para registrar nuestra reacción ante sus afirmaciones.

En mi top 1 de experiencias surrealistas está el ser partícipe de una conversación en la que se expresó gran descontento por el hecho de que solo las mujeres recibieran, por el Día Internacional de la Mujer, unos bombones o una plantita. Los hombres también tenían derecho a ser obsequiados, lo que se defendía en la empresa era la igualdad. Propuse que el 19 de noviembre -Día Internacional del hombre- se les hiciera un regalo a los hombres, entonces, pero que no se boicoteara el 8 de marzo con argumentos falaces como aquel. En general, las mujeres no queremos bombones o flores o tonterías de esas. Lo que queremos, por ejemplo, es cobrar el mismo salario que los compañeros hombres que desempeñan el mismo trabajo que nosotras. O que no nos maten porque sí, pero bueno, eso es otro tema. Los bombones y la plantita no podrían haberme dado más igual. La persona con la que comenté el tema me respondió que no todos los hombres son padres. Yo, sin entender a qué se refería con eso, respondí que tampoco son madres todas las mujeres. Hoy, más de cuatro años después, sigo pensando en esa respuesta porque no la entiendo y porque cada vez que me acuerdo me da la risa. Es una risa que no viene del humor sino del cansancio.

Tracking Pixel Contents